De Amorebieta a Australia por la caña de azúcar
La exposición del centro Zelaieta de la localidad recoge las vivencias de los vascos que emigraron al país oceánico para labrarse un futuro
El recuerdo de la emigración de multitud de vascos a Australia, la gran mayoría de ellos entre la década de los 50 y 60. El centro Zelaieta de Amorebieta recoge hasta el próximo 19 de julio una exposición itinerante organizada por la asociación Euskal Australiar Elkartea, compuesta por diez paneles que abordan diferentes temas o ámbitos como el viaje, el trabajo, la familia, las mujeres o el ocio. Como indican en los paneles de la muestra, cada imagen, nombre y lugar representa una parte de esa historia común y a la vez particular de cada uno de los hombres y mujeres que emigraron al país oceánico. Retazos de una vida, un paseo vital y emocionante a través de decenas de fotografías.
La zornotzarra Gotzone Emaldia tiene muy bien guardada en su memoria la experiencia al otro lado del mundo. «Viví allí con mis padres durante once años. Eran novios y por mediación de un familiar que estaba en Australia, decidieron ir. Mi padre, Pedro José que era de Gorocica (perteneciente al pueblo de Mújica) fue en 1952 y mi madre, Mari Carmen, del barrio Boroa, lo hizo dos años después. Todo el mundo trabajaba en la caña de azúcar», explica.
Había festivales, fiestas y también campeonatos de carga de caña, de boxeo y de deporte vasco donde se hacían apuestas. Los sábados y festivos aprovechaban para ir a las famosas 'farms', granjas de cañas de azúcar, al frontón de Trebonne, al río, a la playa, a bailar, pescar y cazar, donde se juntaban muchos vascos y departían sus cosas tomando una cerveza.
Durante seis meses, desempeñaban su labor en los famosos kanpetxes, las casas de los que iban a cortar la caña. Tras ese periodo, el resto del año servía para la implantación. «Trabajaban y cortaban la caña en una granja lo antes posible para que luego te contratasen en otra explotación lo antes posible. Tú ibas a ganar dinero. Trabajabas en la plantación de la fruta, tabaco…», confiesa.
Comenzaban al alba antes de que saliera el sol abrasador, hacia media mañana tomaban un sándwich, agua o té y cortaban toneladas de caña: trabajaban en grupo. Una labor dura donde las haya y sin conocimiento aún peor, con el calor y los mosquitos como enemigos.
La exposición muestra la Diáspora australiana y narra la historia de hombres y mujeres que emigraron a Australia. En el caso de esta zornotzarra, recuerda que residieron en Queensland. «Mi madre trabajó de cocinera preparando los desayunos, comidas, meriendas y cenas», detalla.
Hasta el 19 de julio, los zornotzarras podrán disfrutar en los próximos días de la muestra itinerante «Basques in Australia», realizada por la Asociación Australiana Vasca. La exposición se ha organizado en colaboración con el Ayuntamiento de Amorebieta-Etxano y muestra la Diáspora australiana.
«Las dueñas de las 'farms', (granjas de caña de azúcar). Estuvimos en dos granjas de cañas de azúcar, que eran las de Balanzategi y Mendiolea. Nuestra base era en Trebonne y recuerdo que nos movíamos a otros sitios hasta cubrir el año. Tengo un recuerdo muy bonito del colegio, con monjas italianas. Las clases eran mixtas, algo que en Amorebieta no había. Yo hablaba inglés y euskera», subrayó.
Hace cinco años, Gotzone retornó al país oceánico para grabar un programa de la televisión vasca. «Yo tenía una hermana gemela y cuando era pequeña, le dio una parálisis y con apenas 21 años falleció. Ese fue el motivo por el que mi madre quiso volver a su tierra y retornamos en 1966 a Amorebieta, en pleno franquismo», declara.
Muchos vascos trabajaron en Australia y existió una gran hermandad entre todos ellos. «Aunque estabas fuera, casi te encontrabas como en casa. Las granjas en las que trabajábamos eran de euskaldunes. Eso ayudaba mucho», detalla.
El cambio de colegio supuso una gran transformación en su vida. «Fue impresionante. Yo solamente lloraba y quería volver a Australia. Aquí llovía mucho y me costó adaptarme; en cambio, en Australia siempre hacía sol. Un vecino, Jesús, tenía una tienda en la localidad y le hacía mucha gracia que fuera allí a realizar los recados, porque me veía que era de fuera y hablaba euskera muy bien. Me pusieron el nombre de María Ángeles», reconoce.
Tras recalar en la localidad, su padre encontró trabajo en una empresa y su madre fue ama de casa. «Hasta que tú no estás allí, uno no se daba cuenta de lo duro que era el trabajo. La caña, una vez que está preparada para cortar, hay que quemarla y los hombres tenían el rostro negro. Se cortaba a machete hasta que llegó una máquina que facilitó esa acción», explica.
Las dueñas de las granjas jugaban al tenis, algo muy típico de aquí, en comparación con España, que era un deporte más elitista. Gotzone también recuerda las cenas de los vascos en la ciudad de Trebonne. «Retorné a Australia hace cinco años, con un programa de la televisión vasca en Australia. Fue algo muy bonito retornar a mis orígenes. Lo vi todo muy parecido. Pero todavía conservo mi partida de nacimiento», concluye.