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La ermita San Juan Bautista de Momoitio de Garai, considerada una de las más antiguas de la comarca L.M
El alma de ermitas milenarias

El alma de ermitas milenarias

Centros de espiritualidad y escenarios de la vida vecinal antaño, algunos templos están casi olvidados entre rutas de senderismo y maleza

Viernes, 25 de abril 2025, 16:12

Las laderas verdes, los caminos empedrados y los montes del Duranguesado esconden mucho más que un paisaje de postal. Las ermitas, pequeñas construcciones religiosas de piedra y teja, salpican el territorio como testigos de una historia que tiene su orígen en la Alta Edad Media. En pie o medio derruídas, solitarias o rodeadas de campas, siguen ahí, recordando que hubo un tiempo en el que la espiritualidad y la vida comunitaria se entrelazaban en cada esquina del entorno rural. Se conservan cerca de un centenar de ellas, dispersas entre bosques, barrios y cimas. Abadiño, con más de veinte documentadas, o Elorrio, que mantiene una decena en uso, revelan hasta qué punto estos espacios formaban parte del día a día.

A pesar de que nacieron con un objetivo espiritual, fueron asumiendo otros roles con el transcurso de los años. Se convirtieron en zonas de paso para peregrinos, en escenarios de promesas y en centros de reunión vecinal. A lo largo de siglos, acogieron romerías, comidas populares, eucaristías y festividades ligadas al calendario agrícola, donde lo sagrado se fundía con lo cotidiano. La mayoría de estas prácticas han desaparecido a medida en que el ámbito rural perdía peso frente al urbano. No obstante, todavía hay celebraciones que sobreviven, como la romería de San Roque en Durango, que el 16 de agosto reúne a los vecinos en una jornada de misa memorial, kalejira y lunch organizada por la asociación Herria.

La mayoría de las edificaciones actuales se construyeron entre los siglos XI y XVIII, sin embargo, en algunos casos se levantaron sobre lugares sagrados del precristianismo. Las más antiguas presentan elementos prerrománicos o románicos: sepulcros antropomorfos, sillares de arenisca, ventanas de medio punto, etc. Durante el Renacimiento y el Barroco algunas se reformaron, dotándolas de campanarios, porches o retablos.

Bajo la denominación general de ermita, existen diferentes tipologías que responden al uso, ubicación o función que desempeñaban. Una de las más singulares es la de los Humilladeros, situadas a la entrada de los pueblos, donde los viajeros realizaban un gesto de reverencia a fin de demostrar que llegaban en son de paz. Estaban presididos por cruces o imágenes de Cristo, y a menudo servían a modo de limosneras, con enrejados por los que los transeúntes arrojaban monedas. El ejemplo más emblemático en la zona es el Santo Cristo de Atxarte, en Abadiño, un edificio de 1721 enclavado en el acceso a una cueva en pleno desfiladero.

Santo Cristo de Atxarte (Abadiño): San Roque (Durango) y San Martín de Amatza (Iurreta) L.M
Imagen principal - Santo Cristo de Atxarte (Abadiño): San Roque (Durango) y San Martín de Amatza (Iurreta)
Imagen secundaria 1 - Santo Cristo de Atxarte (Abadiño): San Roque (Durango) y San Martín de Amatza (Iurreta)
Imagen secundaria 2 - Santo Cristo de Atxarte (Abadiño): San Roque (Durango) y San Martín de Amatza (Iurreta)

Otro tipo son las llamadas antiguas parroquias, aquellas que en su momento cumplieron funciones parroquiales, tal como lo acredita la documentación escrita o la presencia de tumbas en sus alrededores. Un caso de esta tipología es la de San Martín de Amatza, en Iurreta, que actuó de forma de parroquia principal antes de que se fundara la de San Miguel. Y luego están las más comunes: las vecinales. Estas, eran el núcleo religioso y festivo de los barrios rurales. Las personas del lugar se reunían allí con el propósito de organizar fiestas y debatir decisiones comunales. La de San Juan de Momoitio, en Garai, mantiene viva la tradición, celebrando la víspera del 24 de junio con una cena popular y una fogata y el mismo día con bailes tradicionales y una misa.

Rutas y senderismo

En los últimos años, muchos de los antiguos caminos que unían barrios rurales, parroquias y ermitas han sido recuperados a modo de itinerarios de senderismo, ofreciendo a visitantes la posibilidad de redescubrir su legado. Una de las más representativas es la 'Ruta de las Ermitas por Iurreta y Garai', un recorrido circular de algo más de 14 kilómetros que discurre entre sendas y campos arbolados, conectando varios de los pequeños templos. Con un desnivel moderado y dificultad baja, el trayecto permite visitar San Martín de Amatza y San Juan de Momoitio. Además de su valor paisajístico, el itinerario ofrece un acercamiento directo a las tradiciones locales. El camino está señalizado y es accesible todo el año, lo que lo convierte en una opción ideal para senderistas y quienes buscan conocer más a fondo el Duranguesado.Otra propuesta interesante es la 'Ruta de las 17 Ermitas de Amorebieta-Etxano', una caminata de unos 22 kilómetros que parte del centro de la localidad y atraviesa la montaña de Belatxikieta. En el curso de la senda, los caminantes pueden ver las capillas de San Ignacio, San Pedro San Lorenzo, San Antonio o la de Santa Cruz, entre otras. Estas están ubicadas junto a caseríos tradicionales y con orígenes que se remontan a los siglos XV y XVI.

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