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Todo comenzó con la pandemia. Descubrió la acuarela cuando se quedó sin lienzos para pintar al óleo. El durangués Rafa Peñafiel, un mago con un pincel entre las manos, dedica cuatro horas al día a esta disciplina, que le mantiene ocupado en la cocina de su casa todas las tardes. Hasta el próximo domingo se puede ver una selección de 40 de sus acuarelas en la sala de exposiciones Ezkurdi, en horario de 18.00 a 20.00 de lunes a viernes y el fin de semana también de 12.00 a 14.00 horas. La muestra incluye asimismo dos obras realizadas en óleo, un guiño a la que fue su anterior trayectoria.
«Es una muestra llena de color en paisajes, marinas, calles de Durango, animales , retratos… Hay variedad de temas para que todo el que visite la sala tenga la oportunidad de encontrar algo de su agrado –explica el artista–. Hace cuatro años, le cogí el gusto a la acuarela. Mi mujer descubrió que esta técnica no huele, ni mancha: es una forofa de la acuarela», reconoce Peñafiel, miembro de la Sociedad Artística del Duranguesado.
Este vecino de la villa –a pesar de que nació en Hellín (Albacete), donde vivió hasta los dos años– recalca que la exposición recoge 13 vistas de la villa. No son las únicas. «Tengo más de 100 cuadros del pueblo. Para no repetir la perspectiva, busco encuadres que se apartan de lo habitual: no es el típico arco de Santa Ana, el pórtico de Santa María o la emblemática fuente de Ezkurdi. Refleja otros puntos de vista y zonas como el pasadizo de Santa María a la calle posterior. La gente no se había fijado en lo bonito que es», relata.
«Estas exposiciones siempre gustan a los visitantes porque son paisajes conocidos de Durango y lo familiar atrae siempre. La calle donde vivo, la escuela donde fui, donde me casé… a la gente le gusta. Además, la acuarela en la villa es una novedad y a mí me permite dibujar el detalle», añade.
Este artista completa la muestra de vistas urbanas con imágenes como la torre de Izurtza, los montes de Axpe y Arrazola y otras tres cumbres más. Había dibujado una acuarela a los 15 años, después se pasó a la tinta china y hace 25 años empezó a recibir cursos en el taller municipal con el profesor Fernando de Vicente. Fue entonces cuando descubrió el color. Ahora, su técnica habitual es la acuarela pero también es frecuente verle en la exposición pertrechado con un cuaderno y la plumilla, dibujando con tinta china. ¿Cuáles son sus señas de identidad? «Sin duda, la luz. Y para resaltarla utilizo toda la paleta de colores, pero sobre todo el azul», concluye.
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