Los promotores del negocio quieren que bandas que ahora pasan de largo den también sus conciertos en Bilbao. Ignacio Pérez | Vídeo: Miriam Guadilla

El dueño de Last Tour abrirá en Bolueta una gran sala de conciertos para 2.400 personas

El recinto, que abrirá sus puertas a mediados de 2027, cuenta con el visto bueno del Ayuntamiento pero causa recelo entre vecinos de la zona

Jueves, 30 de octubre 2025, 01:05

No será una sala de conciertos cualquiera. Será, de largo, la más grande del País Vasco. Acogerá a casi 2.400 espectadores y echará a ... andar en el barrio de Bolueta, junto a la Fever y Santana. El nuevo recinto, que recogerá el testigo de la discoteca Mytho, abrirá sus puertas probablemente «a mediados o finales de 2027», según el CEO de Last Tour y promotor del festival Bilbao BBK Live, Alfonso Santiago.

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El empresario balmasedano liderará este proyecto junto a Aitor Sáez y Eva María Fernández, propietarios de la Back&Stage de Uribitarte, una de las discotecas más importantes de la noche bilbaína desde hace décadas. La apertura cuenta ya con el visto bueno del Ayuntamiento de Bilbao, aunque deberá recabar también la autorización del área de Juegos y Espectáculos del Departamento de Seguridad del Gobierno vasco al exceder un aforo de 700 usuarios. Deberá superar, asimismo, las reticencias de los residentes en el cerca del millar de viviendas que se encuentran situadas o se emplazarán a medio plazo a unos 300 metros de la futura sala, que ocupará los pabellones 7, 8, 9 y 10 de la calle Tellería.

Y es que el proyecto ha despertado los recelos de los vecinos. De hecho, ayer los inquilinos de un bloque de viviendas convocaron la primera reunión para mostrar su malestar e «indignación». Los afectados admiten que la sala funcionará a unos 300 metros de sus pisos. Sin embargo, advierten de que en el momento en que eche a andar la zona registrará un importante trasiego de usuarios «a altas horas de la noche». «Entre los clientes de la Fever y esta nueva podemos estar hablando del paso de más de 4.000 personas. Es una barbaridad abrir semejante local en un área donde se están construyendo cientos de viviendas».

Sin haber arrancado aún las obras -no hay una fecha todavía concreta-, la sala tiene ya nombre. Se llamará Goxo y busca reforzar el ocio nocturno de Euskadi, especialmente de Bizkaia, con la organización de conciertos «y actividades culturales» que ahora no tienen cabida por la falta de equipamientos idóneos. Santiago pretende impulsar la celebración de espectáculos en torno a los 2.400 espectadores.

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Todo tipo de grupos

La falta de espacios de tamaño medio limita sobremanera la actividad de los promotores. «No hay locales de estas características en Bilbao, San Sebastián y Vitoria, pero tampoco en Santander. Apenas hay en la cornisa cantábrica», detallan.

Lo más parecido al proyecto que baraja el CEO de Last Tour es El Central, local que funciona con gran éxito en Pamplona. «En Bilbao pasamos de lo que queremos hacer a los escenarios de Miribilla y el BEC o los grandes espectáculos que se montan en San Mamés, concebidos para grandes multitudes. No hay un término medio».

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El impulso de este proyecto reforzará la oferta local con la presencia de todo tipo de bandas, tanto nacionales como extranjeras, que ahora pasan de largo y actúan primordialmente en Madrid y Barcelona. Este nuevo viraje entierra las aspiraciones de la propuesta planteada inicialmente. Como adelantó EL CORREO en septiembre de 2024, tras rescatar la mítica discoteca Crystal de la calle Buenos Aires -icono de los 80-, Santiago, junto a Segundo Pelayo, antiguo dueño del histórico restaurante Rogelio, solicitó en mayo de ese mismo año al Consistorio bilbaíno la licencia de Mytho para aprovechar su uso como «sala de fiestas y de baile» e impulsar el número de conciertos. El planteamiento inicial pasaba por el acondicionamiento de un local, situado a menos de 100 metros de la parada del suburbano, para 1.686 personas, desbancando a la Sonora de Erandio, que puede acoger como máximo a 1.662 clientes. Sin embargo, tras una revisión a la baja consensuada con el Ejecutivo autonómico, se quedó en 1.430.

Seis meses después de recabar el apoyo municipal, volvieron a presentar una nueva solicitud en el área municipal de Planificación Urbana. El plan, en sus líneas centrales, apenas deparaba grandes variaciones. El informe técnico, remitido entonces a nombre de Olabeaga Project, hablaba de la ocupación de los mismos pabellones industriales que ahora. El negocio, que contempla la puesta en marcha de tres salas, preveía el funcionamiento de cuatro barras. También establecía el acceso «directo e independiente» desde la vía pública «a través de tres huecos».

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¿Dónde radica, sin embargo, el principal cambio actual? El Consistorio sostiene que el nuevo proyecto tiene «en esencia» el mismo objetivo: «una sala de conciertos en Bolueta». Varía el aforo. La normativa municipal ha dado luz verda a una mayor capacidad, que alcanzará los 2.383 usuarios. El Boletín Oficial de Bizkaia dio cuenta el pasado 1 de octubre a la aprobación de la solicitud planteada por Bolueta Project para la instalación de un local de hostelería correspondiente al grupo III-B, que se refiere a sala de fiestas y de baile. Portavoces municipales han recordado que quienes se consideren «afectados» por las actividades de esta sala tras el anuncio publicado en el BOB podrán realizar por escrito las «reclamaciones y observaciones» pertinentes en el plazo de un mes.

Tratamiento contra los ruidos

El proyecto ha recibido una fuerte contestación vecinal. De hecho, parte de los afectaron celebraron ayer la primera junta para mostrar su oposición. Frente a estas críticas, los promotores anunciaron en su día la ejecución de «un tratamiento integral» en el suelo de las instalaciones para reducir las vibraciones, que garantizará un impacto inferior a los 45 decibelios. El acceso al inmueble estará dotado, asimismo, de puertas que garanticen un nivel de ruido inferior a los 60 decibelios desde las ocho de la mañana a las diez de la noche.

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Portavoces autorizados del Ayuntamiento han confirmado a este periódico que, tras la exposición pública, si «todos los informes resultan favorables», se tendrá que conceder la licencia de actividad con las medidas correctoras que correspondan, «si las hubiera».

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