«La oía a diario cuando le decía a la niña 'venga, vamos al colegio'»
Los vecinos se muestran consternados por la muerte de la pequeña, a la que veían siempre con su madre
«Mi habitación pega con su casa. Todas las mañanas la oía decirle a la niña 'venga, vamos al colegio'. No me puedo creer lo ... que ha pasado». Lo decía con estupor la vecina puerta con puerta de Ada, la madre de la niña muerta por causas que se investigan en una vivienda del número 3 de la calle George Steer. «No oí nada, nos hemos enterado esta mañana... Es que es buena gente. Esto es muy duro».
La conmoción se extendió ayer con lentitud por el primer tramo de esta calle, que parte de Basobide, la vía que sube desde Atxuri hasta Santutxu. Es un tramo corto, en cuesta, con seis portales, tres en cada acera, en bloques de construcción reciente. No hay tiendas, panadería, kiosco ni bares, así que la vida en sus aceras se reduce al tránsito de los vecinos que entran o salen de sus casas, o al paso de personas que llevan a sus perros al colindante parque Hermanitos de los Pobres, situado sobre el polideportivo de Atxuri.
Solo unos pocos residentes se dieron cuenta de que algo había ocurrido la misma noche del suceso. Fueron aquellos que salieron al balcón o se asomaron a sus ventanas y vieron el despliegue policial y sanitario. Por ello, por la mañana la mayoría ignoraba lo sucedido y se iba enterando por los periodistas y equipos de televisión con los que se topaban al salir de casa apostados con sus cámaras ante el número 3.
Los que conocían a la madre, ahora ingresada en estado crítico, y a la niña fallecida no daban crédito y expresaban su consternación cuando se enteraban de lo sucedido. «No me lo puedo creer... ya me has dado el día», decía un hombre con los ojos muy abiertos cuando se dio cuenta de quién se trataba. «Las conozco. Es que no sé qué decir», intentaba añadir.
«Las dos eran uña y carne, 'amigas-amigas'», aseguró una residente del mismo portal
Un trato normal
«Llevaba separada unos cuatro o cinco años. El padre no solía venir por aquí», explicó la vecina que ocupa el piso anexo al de Ada. «En la casa viven las cuatro mujeres: la madre, sus dos hijas y la pequeña de la hija mayor». Esta vecina insistía en recalcar que «la niña es muy alegre». La madre había tenido problemas de salud, de los que se estaba recuperando. «Ella y la niña... Bueno, eran uña y carne, lo que se dice 'amigas-amigas'. Su relación con las dos hijas era buena, no se oían líos ni problemas en casa». La misma noche del suceso, tampoco: «No se oyó nada». Solo de madrugada «me pareció oír su tele muy alta. Pero no podía ser, porque esto sucedió mucho antes».
Otra vecina sugirió que la madre sufría altibajos de ánimo y que su relación con la pequeña «era fría a veces». Pero, como añadió una tercera residente, «cada uno solo sabe lo que ha pasado en su casa. Yo solo te puedo decir que la veía todos los días, cuando llevaba y traía a la niña del colegio». Esta vecina explicó que Ada «tuvo un accidente serio hace unos años. Luego se operó». «A veces la veías andar algo mal, encorvada, pero es que también tenía problemas de huesos. Y luego la gente ve eso y habla. Y no se puede especular. Lo que yo puedo decir es que el trato, entre vecinas, era normal».
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