Destrozan por completo el 'bosque mágico' de Artxanda
Vándalos sabotean las figuras hechas con árboles caídos en un rincón de la vía ciclable detrás de la Universidad de Deusto
Un grupo de desconocidos ha destrozado por completo lo que muchos bilbaínos conocían ya como el 'bosque mágico' de Artxanda. Hablamos de la obra de un bilbaíno de 71 años, jubilado y enamorado del arte y la naturaleza, que empezó a realizar tallas en árboles caídos en un rincón de 'Potongo', la vía que recorren muchos amantes de la bicicleta de montaña, cerca del anillo verde de Bilbao. Su profesora, la escultora Amaia Conde, ha explicado a EL CORREO que el autor no tiene intención de restaurar su trabajo porque no quiere problemas con nadie. Su idea es buscar otro rincón del bosque en el que disfrutar de su pasión sin que nadie le moleste.
Hace algo más de un año, poco después de que se supiese la existencia de este rincón, este diario entrevistó al jubilado, que insistió en que no quería que se conociese su nombre ni se le viese la cara porque quería seguir disfrutando del tallado de la madera y de la naturaleza con la libertad que da el anonimato. De hecho, no llevaba mucho tiempo con la azuela cuando encontró este rincón a principios de 2022. No se trata de una zona especialmente transitada. Es un punto de frondosa vegetación con vistas hacia el barrio de Deusto, muy cerca de los túneles de Artxanda, en el paso gratuito de Ugasko, el que conecta con La Salve.
Este hombre empezó a subir siempre que podía con su pequeña mochila, algo de comida y sus herramientas artesanales. Muchas personas se soprendieron al ver estas figuras en plena naturaleza y empezaron a compartir lo que habían descubierto con sus conocidos. «Solo soy un artesano. He trabajado muchos años encerrado en un local. Y esto me permite hacer algo que siempre me ha gustado y estar en contacto con la naturaleza. Así soy feliz», explicó a EL CORREO.
Cada vez más visitas
Por aquel entonces ya había pasado horas y horas a solas en el monte. Lo primero que talló fue el rostro de un duende escondido entre la maleza. Después empezó a trabajar el tronco de un roble americano caído en la pequeña pista que conduce a la escuela de hostelería y en él imaginó una concha del Camino de Santiago. Después le siguieron muchas otras piezas: un cocodrilo, un búho, la pata de un caballo pisando la cabeza de un jabalí... Donde una persona cualquiera sólo ve una rama en un viejo tronco, este artista es capaz de visualizar «el morro de un búfalo».
Desde entonces había realizado muchas obras más. Y cada vez más personas visitaban este rincón, que adquiría cada vez más popularidad y más reportajes en televisión y redes sociales. Ahora, un grupo de individuos lo ha destrozado por completo y se ha dedicado a realizar pintadas en algunas de las obras. Incluso han tratado de bloquear el camino acumulando los troncos que han cortado.
