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El Funicular de Artxanda está en plena renovación: hay obras en la estación superior para hacer del edificio un sitio algo más moderno, y también ... se están llevando a cabo tareas de mantenimiento en la vía. En un principio, estas últimas labores iban a tener cerrado el servicio durante tres días, hasta el viernes. Pero este miércoles se produjo un desprendimiento que ha obligado al Ayuntamiento a mantenerlo clausurado «hasta nuevo aviso». Nadie ha podido determinar durante cuánto tiempo, aunque desde el Área de Movilidad y Sostenibilidad, dirigida por Nora Abete, sí han dicho que se pondrá en marcha «lo antes posible».
Lo que ha sucedido, según han explicado fuentes municipales, es que durante las labores de desbroce «se han caído unas piedras». No se trata de un gran desprendimiento, aseguran los mismos medios, pero el incidente ha aconsejado «revisar el terreno» para conocer el estado de los taludes, acondicionarlos y evitar que una situación semejante se repita en el futuro.
El tiempo durante el que se prolongue el cierre del servicio se prolongará también la alternativa habilitada para sus usuarios. Se trata del autobús lanzadera E5, con frecuencias cada quince minutos. «Las normas de uso de esta lanzadera serán las mismas que las de Bilbobus, por lo que aplicará la tarifa de Bilbobus». No se permite el acceso de perros ni de bicicletas.
El Funicular de Artxanda está en un proceso de profunda transformación con el fin de adaptarse a los nuevos tiempos y al notable aumento de usuarios: este año va a batir un nuevo récord al superar los 1,2 millones de viajeros, según avanzan desde el Ayuntamiento. También se ve en él un agente relevante en el futuro de Artxanda, que el gobierno municipal lleva años tratando de reactivar, con menos éxito que insistencia, como zona de ocio familiar y diurno, como pulmón verde de la ciudad.
Las obras para adecuar la estación superior fueron adjudicadas antes del verano por 1,48 millones. Pero ya antes se habían llevado a cabo varias actuaciones, como el jardín vertical en la estación inferior y la instalación de 220 placas fotovoltaicas para ganar en eficiencia energética. En general, se trata de la remodelación más completa de la historia del Funicular de Artxanda, con financiación de fondos europeos Next Generation.
Dentro de esta estrategia, incluso como elemento previo a ella, estaba también el cambio de los vagones actuales por unos más grandes que diesen un mejor servicio a los usuarios. Pero esto ha pinchado. El ánimo era que la capacidad pasase de 70 a 120 personas con unidades más largas, porque el ancho es el que es. El problema es que es muy caro. En el Área de Movilidad y Sostenibilidad apuntan que cuando se comenzó a barajar esa posibilidad el presupuesto era de «unos 3,5 millones de euros» para las dos unidades, cifra asumible. Pero ahora «ronda los diez millones».
El motivo de este precio tan disparado, apuntan los mismos medios, es que los pocos fabricantes que pueden hacerse con el encargo deberían construir unos vagones «a medida», ya que el Funicular de Artxanda tiene unas particularidades únicas. Y lo que no se puede producir a escala, no compensa a no ser que se pague un alto precio por ello. En fin, que el asunto, ahora, ha quedado en «stand by».
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