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Martes, 4 de diciembre 2018, 01:19
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Un hombre de 57 años, que terminó después ingresado en una unidad psiquiátrica, guardaba en su domicilio, en el barrio Ibarrekolanda de Deusto, un inmenso arsenal de armas, la mayoría de ellas réplicas, pero también algunas de fuego real, sin contar con ningún tipo de licencia para ello. Vivía solo, por lo que el hallazgo se produjo de forma casual sobre las seis menos diez de la tarde del pasado domingo. La madre del individuo llamó al 112 pidiendo ayuda porque su hijo se había intentado suicidar. Según dijo la mujer, había ingerido gran número de pastillas además de alcohol y se había encerrado en una habitación con un cuchillo, amenzando con quitarse la vida.
Fue la pareja de sanitarios que llegó en ambulancia al piso, ubicado en un bloque de cinco alturas, quien encontró el depósito de armas. Las había por toda la vivienda, detrás de las puertas y hasta encima de la cama. El equipo de emergencias médicas solicitó la presencia de la Ertzaintza, cuya comisaría central se sitúa a pocos metros de la vivienda.
El propietario del arsenal fue de inmediato trasladado a la Unidad de Psiquiatría del hospital de Basurto, donde estaba previsto que especialistas valoraran su estado para decidir sobre su posible ingreso en un centro para pacientes con enfermedades mentales, al representar un peligro para sí mismo y para los demás. El hombre se encontraba tranquilo, aunque algo aturdido. Según ha podido saber este periódico, esta persona ya estuvo internada en un psiquiátrico vizcaíno hace algo más de un año.
En un primer recuento provisional se contabilizaron más de un centenar de piezas, entre armas de fuego y armas blancas, algunas que él mismo había fabricado, como sables con un cuchillo en la punta. Había más de una veintena de pistolas y revólveres, la mayoría inutilizadas para disparar, con un silenciador y cargadores de balas. También armas largas, como carabinas y escopetas de fuego real con miras telescópicas y cargadores. Además, por toda la vivienda se recogieron cuchillos, machetes, katanas, sables y palos. La obsesión de este hombre le había llevado también a dotarse de chalecos antibalas en buen estado. Además, los ertzainas decomisaron 60 gramos de cocaína en la casa.
La Policía autonómica tuvo que desplazar hasta el lugar un furgón para poder llevarse todo el arsenal. Las armas intervenidas tienen que ser ahora analizadas y catalogadas. Las preguntas que se imponen de inmediato son para qué quería este hombre semejante cantidad de herramientas letales y cómo es posible que nadie, ni familiares ni médicos, si es que seguía algún tipo de tratamiento, se hubiera dado cuenta de su potencial peligrosidad.
La mayoría de los vecinos ignoraban hasta este lunes que convivían en la misma escalera con un auténtico arsenal y los pocos que sospechaban algo prefirieron guardar silencio. Eso sí, admitían su inmenso alivio por el hecho de que esta persona haya sido trasladada a un centro médico y que le hayan retirado todas las armas.
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