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Ronnie Peterson, momentos antes de comenzar su última carrera en la F-1.
Gloria y tragedia en Monza
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Gloria y tragedia en Monza

El sueco Ronnie Peterson, que ganó en tres ocasiones en el trazado italiano, falleció en 1978 en un accidente múltiple

Igor Barcia

Sábado, 5 de septiembre 2015, 01:33

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Aquel 10 de septiembre de 1978 las cosas no habían comenzado nada bien para Ronnie Peterson. Después de haber sido quinto en la calificación, lejos de su compañero y rival en Lotus Mario Andretti, el sueco sufría un accidente en la sesión matinal por culpa de un problema con los frenos que dejaba su Lotus 79 destrozado y sus piernas heridas por el golpe a 150 kilómetros por hora. Pero Peterson no era un tipo que se arrugara fácilmente. Tras comprobar que estaba en condiciones de afrontar la salida del Gran Premio de Italia, el sueco pidió un coche alternativo, pero el monoplaza reserva estaba diseñado a la medida de Andretti. Peterson no podía adaptarse a él, así que decidió que iba a conducir el viejo Lotus 78, el monoplaza del campeonato anterior.

Tras hacer los ajustes necesarios para colocarlo en la pista de Monza, Peterson estaba listo para seguir peleando por el Mundial. Los dos Lotus ocupaban las dos primeras plazas del campeonato, con el estadounidense cómodamente instalado en el liderato y el sueco intentando afianzar su segunda plaza ante el acoso de Niki Lauda. Con lo que no contaba el sueco es con el infortunio de la salida, donde un error del jefe de carrera provocó un atasco al final de la recta que resultó dramático. Aunque no quedó claro, parece que la salida se dio sin todos los coches estacionados en la parrilla de salida, y que Peterson, conocido por ser uno de los mejores en las arrancadas, se vio sorprendido y pronto superado por algunos de sus rivales. Lo peor estaba por llegar. Al final de la recta, un joven Ricardo Patrese llegó lanzado en busca del hueco imposible y provocó una colisión que acabó con una decena de coches dañados. A Bambrilla, una rueda despedida le golpeó la cabeza provocándole una fractura de cráneo. Al otro lado, el Lotus de Peterson comenzaba a arder y James Hunt se comportaba de forma heroica sacándole del monoplaza. El sueco tenía las piernas destrozadas, pero estaba vivo.

Quizá por eso, los médicos de Monza se centraron en Bambrilla, más grave a priori, y posteriormente optaron por el traslado del sueco de Lotus al hospital. Allí de entrada le diagnosticaron hasta una veintena de fracturas en sus extremidades, pero ninguna irreversible. Su estado no era preocupante, así que pospusieron su operación para el día siguiente. Pero su estado empeoró gravemente esa noche y a la mañana había fallecido. Pequeñísimas astillas de sus huesos fracturados se habían infiltrado en su sangre, provocando embolias que dañaron órganos fundamentales hasta provocarle la muerte.

Fallecía de este modo uno de los pilotos considerados como "campeones sin corona", con diez triunfos entre 1973 y 1978, y dos subcampeonatos del mundo, el segundo de ellos a título póstumo. Un piloto forjado a través de la pasión familiar por el mundo del motor, que fue considerado como un pionero al llegar al mundo de la F-1 tras iniciarse en los karts, una práctica que posteriormente ha sido habitual entre muchos pilotos.

Su padre, Bengt Peterson, y su amigo Sven Andersson fueron los "culpables" de que Ronnie se aficionara al mundo del motor. Ellos fueron los que empezaron a fabricar vehículos para competir en diferentes pruebas de su país mientras el pequeño Ronnie y su hermano Tommy acudían a verles. De ahí pasó a competir él, con los karts que fabricaba su padre. Una carrera que ya estaba lanzada cuando en 1966 quedó campeón de Europa de karting y tercero en el Mundial, algo que le abrió las puertas de la Fórmula III. March le dio la oportunidad que estaba esperando, al participar en la F1 en 1970.

Pronto demostró su talento para pilotar al límite, aunque sus mecánicos recordaban que era tan bueno para extraer todo lo que tenía su coche como impreciso a la hora de explicar los problemas de su monoplaza. "Era capaz de sacar el máximo partido aunque estuviera mal reglado, compensando sus defectos gracias a su forma de conducir, pero no sabía explicar qué se debía corregir", relataba Colin Champan, responsable de Lotus.

Ya en su segundo año en la categoría demostró la clase de piloto que era al lograr su primer subcampeonato con un modesto Martch, por detrás de Jackie Stewart. Esa campaña de 1971 alcanzó cuatro segundas plazas y una tercera, pero el estreno de su palmarés tuvo que esperar a 1973, cuando ganó cuatro grandes premios y fue tercero en el Mundial.

"Alguien único"

Con Lotus vivió grandes momentos y fue con el equipo británico cuando labró su exitosa relación con el circuito que acabó con su vida. Porque en Monza, Peterson ganó en tres ocasiones -1973, 74 y 76-, además de una segunda plaza en 1971. La temporada de su muerte, el sueco había vuelto a primera línea, después de un fallido paso por Tyrrell, donde pilotó el espectacular y fallido P34 de seis ruedas. Y había acordado su fichaje por McLaren para 1979 cuando llegó el fatídico accidente de Monza. Mario Andretti recordaba que "se trababa de alguien único, con esa ingenuidad que le envolvía incluso tras tantos años de carreras. No había nada falso en él".

Peterson se casó con la modelo Barbro Peterson, y tuvieron una hija, Nina Louise. Tras su muerte, Barbro trató de rehacer su vida, pero la ausencia de Ronnie fue demasiado para ella y se suicidó en 1987. Ambos están enterrados juntos en el cementerio de Örebro, localidad que en 2003 realizó un homenaje al piloto e inauguró una estatua en su honor. Su hija, tras años viviendo en Inglaterra, explicó a su regreso a Suecia que "realmente fue al volver cuando descubrí quién había sido realmente mi padre, por la admiración que todavía despierta entre la gente".

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