Calma antes de la tempestad
El mal tiempo pone de los nervios a todo el mundo menos a un Rahm que confía en su juego sólido
j. m. cortizas
Jueves, 6 de abril 2017, 01:30
Sirenas de alarma. Ataque aéreo. El agua hace acto de presencia antes de lo previsto, cuando los jugadores se reparten por el recorrido en su última toma de contacto seria antes de que comience la fiesta. O el drama, que de todo habrá. Jon Rahm está en el hoyo 4 con Txema Olazabal y Rafa Cabrera-Bello.
«Está bien, muy bien, puede que hasta más tranquilo que nosotros y eso que yo no soy de ponerme nervioso». Edu Celles, su profesor, junto los padres del jugador, se muestra convencido de que todo el trabajo realizado ha sido el correcto. Sólo falta que la cabeza de Jon funcione como es habitual y que el tiempo no le juegue una mala pasada. No lo parece.
La alarma sonora despeja el campo en su totalidad. Los rayos son el temor. También los huracanes, claro, pero parece que tiran hacia Atlanta dejando tranquila esta porción de Georgia. La casa club es el refugio y desde ella se esperan noticias. El canto de los pájaros, una hora después, parece que avanza el retorno a la normalidad. Está programado el ameno e informal torneo de pares 3 en los que participan la familia al completo de los jugadores. Rahm está citado con Nick Faldo para resolver en los greens su divertida dialéctica a través de twitter. Al final, el campo volvió a abrirse y Olazabal fue uno de los veintiséis valientes que se acercaron a cumplir con la tradición. Sobre todo en el 16, donde los jugadores deleitan al público enviando la bola al green tras hacerla rebotar dos o tres veces en el agua, como una piedra plana saltando sobre la lámina. Otra vez será.
El hondarribitarra es el único español que se deja ver junto al gran roble. Ameno, cercano pese a la prisa. Advierte. «Sergio está muy fuerte». Parece dejarlo ahí, pero se gira y agrava su voz. «Y mucho cuidado con Jon», acompaña elevando la mirada antes de que una atractiva mujer de mediana edad atraiga su atención con acento de Florida y un «que gusto da escuchar hablar español». Larga cambiada del guipuzcoano con una extra de amabilidad para seguir su camino. Es lo que tiene llevar media vida jugando el Masters.
Sí, es una locura, una osadía soñar despiertos con la capacidad de Jon Rahm para estar entre los elegidos en su primer Masters. Pero no es pecado porque llega en un estado de forma y confianza repetidos y reconocidos hasta la saciedad por rivales y especialistas. El castellonense Sergio García, sobre el que planea un aura de deuda histórica con el torneo, es el undécimo del mundo. Rahm, tras firmar su Top10 en Houston, ha escalado y le sigue en el duodécimo. Este no es un mundo aparte. Celos, egos, la trastienda del negocio debe ser una fuente inagotable de guiones.
Esto parece el mundo al revés. Cuando ayer todo apuntaba a ser una jornada de calma antes de la tormenta, ha rolado como el viento para ser la tormenta antes de la calma. Así lo piensan, al menos, en el campamento Rahm. Todo mal tiempo que pueda entorpecer, endurecer y complicar el campo parece jugar a favor del de Barrika. Podría engullir Augusta a quienes se quedan cortos. No es el caso del pupilo de Edu Celles. «La pegada la tiene y llegará a poner la bola lejos. Otra cosa es que los botes, de haber agua, puedan alterar tu idea original y lo mismo salta la bola que se queda clavada. Pero para que eso le afecte a Jon a otros muchos les ha podido arruinar el día». Y luego está la delicadeza con elputter. «Los greens van a estar perfectos». Los cuidadores se afanan en extender el remanente con unas perchas y el sistema de aireación subterráneo se encarga del resto.
La hora de salida de Jon
19.41, la hora H para el de Barrika
-
Calles cambiadas en su tonalidad por el paso transversal del público, greens con cientos de pisadas previas de competidores y caddies, ansiedad por controlar sensaciones cada vez que se escucha una reacción del público a lo lejos... No es lo ideal partir tan tarde como lo hará Jon Rahm y se resarcirá mañana cuando adelante más de tres horas su salida (10.34) (16, 34 en España). Pero manda la jornada de hoy, la primera. Jon Rahm en el tee del 1 a las 13.41 (19.41 en España).
-
A su lado otro jugador que concentrará focos. A Rory McIlroy sólo le falta el Masters para cerrar el círculo y decir que ha ganado los cuatro grandes. Alzó el trofeo en el Abierto de Estados Unidos en 2011, el primer PGA en 2012, repitiendo en 2014 junto con el Abierto Británico. Y en 2011 tuvo Augusta a sus pies antes de claudicar ante un campo perverso, que no avisa y como decían en el entorno de Txema Olazabal «es el mejor antídoto contra la falta de humildad».
-
Completa el trío Hideto Taniahara, cuarto en el Mundial Match Play en el que se cobró como víctima en la previa a Jordan Spieth, sexto del mundo y receptor de una tonelada de pésames el año pasado, cuando Augusta le birló la gloria de ganarlo dos veces seguidas.
Quizá lo menos celebrado en el entorno del de Barrika fue el horario de salida para hoy, que no su principal compañero de viaje, Rory McIlroy. Formará parte del antepenúltimo grupo, citado en el tee del 1 a las 13.41 horas (19,41 en España), lo que supone que convivirá con demasiada información sobre cómo le ha ido a sus predecesores. «De eso no te puedes evadir aquí. Mira», apunta Celles a uno de los enormes paneles que recogen los resultados hoyo a hoyo de los golfistas más destacados. «Aunque no quieran, los miran. Y van sonando por delante gritos, ovaciones en otros hoyos. Por lo demás, encantados con Rory (McIlroy). Es un tío agradable, experto, que no ralentiza el juego y concita toda la atención», un caldo de cultivo idóneo para Rahm.
La tormenta descarga agua con ganas al filo de las tres de la tarde, mientras en el Augusta National sólo quedamos, al margen del personal del club, jugadores y familiares, los informadores que nos parapetamos con todas las comodidades en el epatante edificio de prensa que se estrena este año. Eso sí, lo de la prohibición de sacar el móvil te deja desnudo y verifica hasta qué punto el artilugio ataca la normalidad de nuestras vidas.
Pero volviendo al parte meteorológico, aunque dice que hoy no lloverá, hay que tener tanta fe como cuando se abrieron las aguas del Mar Rojo y los seguidores de Moisés le echaron toda la confianza del mundo para cruzarlo, para creer que hoy esta joya de Georgia será un campo practicable en la jornada inaugural de un Masters que hoy llorará la primera edición sin Arnold Palmer, al que añorarán especialmente Jack Nicklaus y Gary Player cuando a los 07.40 horas darán por abierto, con sus golpes ceremoniales, el primer Major de la temporada.