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Javier Ortiz de Lazcano
Miércoles, 24 de febrero 2016, 01:25
«Ya es hora de que hable, de que la gente sepa qué es lo que paso». Para Jon García (bilbaíno de Basurto, 24 años) ha llegado el momento de explicar los entresijos de su momento más duro en el fútbol profesional, la salida el pasado verano del Lugo. «Me echaron por no saludar al presidente», explica el hoy central del Racing, en donde ha encontrado el refugio ideal para defender su profesionalidad y prestigio.
Formado en el Danok Bat bilbaíno y en la cantera de Lezama, salió del Bilbao Athletic en verano de 2014 pese que Cuco Ziganda le ofreció seguir. «Le di las gracias, pero le dije no porque quería jugar en Segunda A. Lugo es un sitio increíble. Me he sentido muy querido y como en casa». Su primera campaña en Galicia estuvo marcada por las lesiones. Se rompió cada vez que se hizo con el sitio. Primero padeció un esguince de tobillo que le tuvo mes y medio fuera y luego se rompió el cruzado.
A finales de agosto, el presidente y propietario del Lugo, Tino Saqués, hizo «una llamada a abogados de la AFE para consultar qué pasa si deja sin ficha a un lesionado de larga duración», algo de lo que se entera más tarde y pese a que a mediados de mes había recibido el alta médica.
El defensa estaba con la mosca detrás de la oreja. Se acercaba el día el cierre del mercado del 31 de agosto, «y ni me habían metido la ficha ni aparecía en la web del club». Junto a su agente, Oihane Sarabia, acude en varias ocasiones al club para pedir explicaciones. «Hablábamos con el gerente (Chema Vázquez), que me dijo que el presidente le había dicho que si me hacía dos carnés de socio me metía la ficha».
Sin necesidad de hacer dos abonados, la tuvo y continúa con su recuperación. El 8 de diciembre el Lugo juega un amistoso en Viveiro. Fueron sus últimos minutos de rojiblanco. García relata así lo que sucedió. «Al acabar el partido, me crucé con el presidente, me saludó con una colleja cariñosa y le dije hasta luego porque había una comida del equipo y yo era de los últimos en salir y había gente esperando». Un episodio tan insustancial acabó convertido en casus belli para el dirigente.
Al día siguiente, el miércoles 9, Luis Milla, el técnico, le dice antes de la sesión que valora darle sus primeros minutos de Liga el sábado ante la Ponferradina. La gran noticia se torna en una pésima al acabar el entrenamiento. Le entregan la carta de despido. «Se montó (el presidente) una película de que le hice un desplante. Y dice que a los trabajadores de su empresa no les permite desplante alguno. Me echa por eso. No me creo que por no saludar al presidente te echen. Mi capitán (Manu) me dijo eso y más adelante me he enterado que ha sido por eso», explica.
Para colmo, la explicaciones que ofrece Milla agravan la situación. La baja de Jon García «es una decisión de club. Hay un código ético y de valores, en el que el club está siendo muy recto. No es un tema técnico. Hay una línea de valores y sobre eso se aplica la decisión. Le deseo lo mejor en su próximo equipo», dijo el turolense la víspera del partido ante la Ponferradina. El defensa reaccionó con un comunicado en el que defendió su honor. «Jamás he tenido un comportamiento por el que haya recibido del club la más mínima queja. De hecho, el Lugo reconoce, en la carta que me entrega, la improcedencia del despido», proclamó. A este periódico le añade un detalle que se había guardado hasta ahora. «Esa rueda de prensa me decepcionó mucho. Llamé al entrenador para hablar con él y me acabó pidiendo perdón».
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