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Jon Agiriano
Sábado, 12 de diciembre 2015, 02:10
Que conste, antes que nada, que entiendo al presidente del Cádiz, Manuel Vizcaíno. En su lugar, es muy probable que yo también hubiese denunciado de ... inmediato la alineación indebida de Cheryshev. Y no tanto por creer que hacerlo fuese mi obligación -eso no lo tengo muy claro- sino porque me temo que no hubiese tenido valor de privar a mi ciudad de semejante filón para la chirigota y el sarcasmo. ¿Cómo arrebatar a mis paisanos tamaña satisfacción, cómo darles ese disgusto tan tremendo? Para hacer algo así haría falta un espíritu heroico y penitencial del que carezco. Porque el riesgo era enorme: ni más ni menos que quedar enfrentado a toda la afición cadista y sustituir a Florentino Pérez como gran diana de las pullas durante el próximo Carnaval.
Dicho esto, creo que Manuel Vizcaíno se ha equivocado. O, mejor dicho, creo que no ha tomado la mejor decisión para su club. Empujado por la ola de descojono que se extendió por las gradas del Ramón de Carranza en cuanto se supo que Cheryshev no podía jugar, optó por la solución fácil y popular: recurrir ante el Comité de Competición como si no tuviera otra alternativa y solicitar la eliminación del Real Madrid de la Copa por alineación indebida.
El presidente del Cádiz, sin embargo, tenía otra opción perfectamente viable: la de no recurrir. Y podría haber justificado esta decisión de dos maneras. La primera, lo reconozco, tiene muy poco predicamento. Tan poco que no he conocido a nadie que la esgrima. Me refiero a que el Cádiz hubiese perdonado al Real Madrid, sencillamente, porque su error no fue malintencionado. Había sido un simple despiste. El club blanco no había querido aprovecharse de ninguna ventaja, algo que se podría haber interpretado si el alineado de forma ilegal hubiese sido una de sus figuras y no un suplente casi descartado como Cheryshev. Perdonar al que se equivoca sin querer solía ser algo propio de los caballeros, un gesto que algunos viejunos seguimos asociando a la nobleza. Ahora es propio de imbéciles. A Manuel Vizcaíno, por tanto, no era justo pedirle un gesto tan pasado de moda sabiendo, además, que le hubiera ocasionado más problemas que a don Quijote liberar a los galeotes.
Lo que sí se le podría haber pedido al máximo dirigente del Cádiz es frialdad, inteligencia y perspectiva de futuro. Vizcaíno tenía un maravilloso as en la manga y mi impresión, sinceramente, es que lo derrochó muerto de risa en una noche de farra por los bares de La Viña. Para explicarme y que me entiendan bien debo hacer mención a la última película de Steven Spielberg, 'El puente de los espías'. Si no la han visto, vayan a verla. En un momento de la película, el abogado al que interpreta Tom Hanks convence a un veterano juez en apariencia inflexible para que no condene a muerte al espía ruso al que defiende. Estamos en lo más duro de la Guerra Fría y toda la opinión pública de Estados Unidos arde en deseos de que achicharren en la silla eléctrica al acusado. El juez, sin embargo, reflexiona y decide no caer en el populismo, convencido de que el abogado tiene razón y que el espía le va a ser más útil a su país vivo que muerto. Que es lo que finalmente sucede ya que le acaban canjeando por dos prisioneros americanos.
¿Qué quiero decir con esto? Que el Cádiz podía haber rentabilizado de maravilla su perdón al Real Madrid. Para empezar, hubiera quedado como un club señor, que tampoco es algo baladí. Te puede servir para una buena campaña de marketing a nivel nacional. Y en este caso, hasta internacional. Gracia y señorío. ¡Qué gran lema para la institución! Pero lo más importante -y útil- hubiera sido el agradecimiento eterno de Florentino Pérez y de todo el madridismo. Ningún hincha del Real Madrid -y el que menos su presidente, librado de un ridículo monumental en un momento crítico de desprestigio y paranoia- hubiese podido olvidar el bello gesto de los gaditanos. Se sentiría en deuda para siempre. A partir de ahí, ya sólo se trataría de seguir estrechando esos lazos de amistad con cesiones de futbolistas de la cantera merengue, préstamos en momentos de mucha necesidad, apoyo en los estamentos federativos y en la LFP, o con la presencia del Real Madrid en el trofeo Carranza hasta que las ranas críen pelo, por decir algo. En lugar de eso, el Cádiz pasará de ronda para ser eliminado casi con toda seguridad en la siguiente, y su afición y su prensa habrán hecho muchas risas durante unas semanas. La pregunta es si compensa.
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