Titulares en el banquillo
El fútbol está podrido. En tres años se han sucedido los escándalos por pura codicia. Los más recientes salpican a balones de oro como Leo Messi o Cristiano Ronaldo
fernando miñana
Domingo, 11 de junio 2017, 01:41
El fútbol está podrido. O esa es la sensación que da un deporte donde, desde hace tres años, se suceden los escándalos relacionados con el dinero. La codicia de estrellas del balompié. Primeros espadas de la Liga que ganan auténticas fortunas pero que quieren más, dirigentes que desvían fondos para su beneficio y hasta equipos de segunda que falsean resultados y se dejan humillar para sacarse un pico con las apuestas deportivas.
Leo Messi, el gran referente mundial, ha sido condenado a 21 meses de cárcel por tres delitos fiscales. Él y su padre defraudaron a Hacienda 4,1 millones de euros durante los ejercicios 2007, 2008 y 2009. El genio del balón se escudó con una defensa pueril: «De la plata se encarga mi papá». Y su club, en vez de afear su conducta, salió en su defensa alentando una campaña tras la etiqueta Todos somos Leo Messi. La Audiencia Provincial de Barcelona defendió que el delantero actuó con «ignorancia deliberada». Y como Messi, otros.
David Moscoso, profesor de Sociología del Deporte en la Universidad Pablo de Olavide, encuentra en el fútbol un reflejo de lo que ocurre en la sociedad española. Y, más que eso, una relación directa. «Si existe corrupción en el fútbol español es porque existe corrupción en la sociedad española». Y añade un matiz para la reflexión, que estos escándalos apenas deterioran la imagen de los ídolos. «Muchas son las noticias que se oyen sobre delitos asociados a la corrupción en el fútbol, pero pocas las voces discordantes que se manifiestan en público acerca de esos delitos. Es más, detrás de cada caso de corrupción parece existir una marea humana, pública e, incluso, institucional que ampara o justifica esos delitos. Y, muy al contrario, pocos son los representantes políticos, periodistas o empresarios que sancionan esos comportamientos».
El método más recurrente para defraudar al fisco es mediante los derechos de imagen y las sociedades opacas con sede en paraísos fiscales. Y éstas a su vez ceden los derechos a otra que se encuentra en los denominados países de conveniencia (Holanda, Bélgica, Irlanda...). «Así, una empresa que contrata a un jugador no está pagando finalmente en un paraíso fiscal, sino en un país europeo, y se ahorra muchos problemas para justificar ese pago», advierte el técnico de Hacienda José María Mollinedo.
El papel de los asesores
Otro cantar es la irregularidad de Cristiano Ronaldo, que al llegar a España se acogió a la Ley Beckham, que le permitía tributar al 24% en lugar de al 48%, como el resto. Pero la Agencia Tributaria entiende que hay motivo para presentar una denuncia a la fiscalía porque su intencionalidad queda clara, según Mollinedo, «cuando se opacan esos ingresos por derechos de imagen».
Y ahí está, por ejemplo, el caso de Iker Casillas. El entonces portero del Real Madrid pagó dos millones de euros a Hacienda en 2014 -como Xabi Alonso o David Villa- después de las primeras inspecciones fiscales a los futbolistas mejor remunerados de la Liga, pero no se tramitó su expediente como delito, al considerarse que no hubo intencionalidad. De hecho, muchos asesores protestaron ante esas inspecciones porque entendieron que fueron víctimas de un «cambio de las reglas de juego» sin previo aviso. «Casillas había utilizado una empresa española que incorporaba la titularidad de esas acciones en su declaración de patrimonio, no creó una estructura opaca».
El técnico de Hacienda reclama que se persiga con más ahínco a los asesores fiscales de los futbolistas. «Estamos viendo con todas estas denuncias de grandes jugadores que falta un elemento, la cooperación de los asesores. Se les debería investigar e interrogar, no solo llamarles como testigos. Echamos en falta a esas personas que han creado las estructuras opacas. Si fueran investigadas y, cuando toca, sancionadas, se resentiría su reputación, dejarían de dar esos consejos y la lucha contra el fraude sería mucho más eficaz».
Las informaciones ligadas a Football Leaks, una investigación conjunta de El Mundo y otras cabeceras europeas, han permitido, como ha ocurrido con Cristiano Ronaldo, conocer informaciones comprometedoras, como correos electrónicos entre sus asesores fiscales y sus abogados hablando de manipulación de facturas falsas, que ha aprovechado el Ministerio de Hacienda.
Una de las decisiones estratégicas de la Agencia Tributaria ha sido investigar la actividad fiscal de los jugadores durante un periodo de tres años. «Eso tiene una explicación, que si defraudan corren el riesgo de entrar en prisión, así que es fácil llegar a un acuerdo; la Agencia se resarce cobrando y se acortan los plazos de litigio».
Mario Kempes fue, en su tiempo, tan estrella como los de ahora. Con su icónica melena al viento, arrastró a Argentina a la conquista de su primera Copa del Mundo, en 1978. Y en la Liga se convirtió en una de las mayores leyendas de la historia del Valencia. Al argentino, ahora en Estados Unidos, no le entra en la cabeza que un jugador que gana «cien millones de euros al año, por poner una cifra redondita, esté tratando de robar cinco millones; es una tontería». El Matador cree que los astros del siglo XXI ganan tanto, mucho más que los de los 70 y los 80, que pueden pagar a Hacienda y seguir viviendo como millonarios. «El problema, a veces, es de la gente en quien confían, que les engaña. Porque sí me creo que solo sepan lo que ganan porque lo tienen que firmar».
Pero la corrupción en el fútbol no se ciñe exclusivamente a figurines que intentan escaquear unos euros al erario público. El abanico alcanza a clubes menores intentando hacer caja con las apuestas deportivas manipulando los resultados, como se demostró después del 12-0 del Barça B al Eldense, un club que se ha demostrado que cometió más irregularidades. Es un problema profundo, como recordó José María Tebas, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, quien afirmó hace dos meses que todos los fines de semana «hay partidos amañados en Segunda B y Tercera».
Y la FIFA, donde estalló un escándalo mayúsculo que acabó con varios dirigentes detenidos y su presidente, Joseph Blatter, huyendo por la puerta de atrás. «El problema de la FIFA -sentencia Kempes- fue llevar dinero a Estados Unidos, un país que, con su política anticorrupción, destapó la olla. Aquel fue el fallo más grande de aquellos delincuentes».
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