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Jon Agiriano
Sábado, 8 de octubre 2016, 03:01
Se ha hablado mucho esta semana de Ter Stegen tras su fallo en Balaídos, una cantada estrepitosa que dejó paralizado a su equipo justo cuando se había lanzado al abordaje. Fue un golpe durísimo para el Barça. Y es que pocos errores hay en el fútbol más dolorosos para un equipo y para sus aficionados que esos que abortan de raíz el arrebato de furia y coraje de un grupo que, tras verse hundido, ha logrado levantarse y vuelve a creer en sí mismo. Como era previsible, el portero alemán fue crucificado. Y, curiosamente, más en su país que en Barcelona. La revista 'Kicker' le llamó «arrogante». Las mofas fueron infinitas en las redes sociales y sólo unas pocas tuvieron una cierta gracia. Ya ha ocurrido otras veces y era lo esperado.
No quería hablarles yo en estas líneas, sin embargo, de los muchos detractores que tiene Ter Stegen. Podría hacerlo porque no estoy de acuerdo en algunas de las cosas que dicen, pero la verdad es que no me interesan demasiado. En general, me parecen unos ventajistas. O mejor dicho: unos descarados resultadistas. Si a Ter Stegen le hubiera salido bien su intento de elevar el balón por encima del 'Tucu' Hernández, muchos de ellos hubieran sido los primeros en aplaudir con las orejas, rendidos de admiración ante su maestría con el pie. No. De lo que quería hablarles es de los grandes defensores que tiene el portero de Monchengladbach, de esa gente que, cada vez que comete una gran pifia, salta como si tuviera un resorte y le anima a seguir jugando como lo hace.
Creo, sinceramente, que no le están ayudando nada, que son contraproducentes. El portero del Barça necesita un toque de atención y no seguir oyendo, cada vez que hace una tontería, esa simpleza que algunos repiten sin cesar, incansables. Ya saben: «Si despejara todos los balones, no cometería errores, pero el juego del Barça se resentiría». Cuando lo escucho no puedo evitar una sensación muy vieja de cansancio. ¿Quién pide a Ter Stegen que despeje todos los balones cuando eso ya no lo hace nadie? ¿Quién no es consciente de que el fútbol del Barça necesita de un portero con un gran juego de pie? Nadie. Lo que algunos le pedimos, precisamente, es que juegue bien con el pie, exactamente igual que se lo pedimos a sus defensas. Y eso pasa porque no arriesgue de una forma absurda en una lugar en donde los errores suelen ser mortales y donde ningún otro compañero de su equipo lo haría. ¿O resulta que Ter Stegen tiene un privilegio especial que no tienen Piqué, Mascherano, Sergi Roberto, Umciti, Alba o Mathieu y a él se le permite hacer el tonto?
Sospecho que Ter Stegen necesita un reseteo de su orden de prioridades. Independientemente del estilo de juego del Barça, lo primero que se le exige a un portero - y él lo es mientras no se demuestre lo contrario- es que pare y transmita seguridad. Toda la que pueda. Nada agradece más un equipo que sentirse confiado, con las espaldas bien cubiertas y un seguro a todo riesgo bajo los palos. Y al revés. Nada le desconcierta más que sentirse con el alma en vilo cada vez que un balón le llega a su portero. Y eso, en el caso de todos los guardametas pero especialmente en aquellos que deben asumir más riesgos jugando el balón, obliga a saber distinguir muy bien la valentía de la temeridad y la seguridad en uno mismo de la arrogancia. No hacerlo te lleva al ridículo. Ter Stegen lleva ya unos cuantos y me temo que sus grandes defensores no le están ayudando demasiado a que deje de cometerlos.
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