Ruleta rusa en Mestalla

Hay partidos que se esperan con alegría, descontando las fechas que faltan para su celebración como los presos descuentan, borrándolos en el calendario, los días que faltan para su libertad. Hay otros, en cambio, que se perciben desde la distancia con angustia. Son una condena y sus protagonistas estarían encantados de postergarlos todo lo que fuera posible, como una visita al quirófano. Pensemos, por ejemplo, en el Valencia-Espanyol de esta noche. A estas alturas de la temporada -otra cosa son las últimas jornadas- se me hace difícil recordar un partido tan dramático, con semejantes niveles de tensión y ansiedad entre los dos equipos y, sobre todo, entre los dos banquillos. Pienso en él y veo un enorme espectro con guadaña moviéndose en las alturas de Mestalla. (O incluso al gigantesco murciélago negro que está pintado en una de las gradas del estadio valencianista cobrando vida y lanzándose hacia uno de los dos banquillos en busca de sangre).

Gary Neville y Constantin Galca jugarán hoy a la ruleta rusa. Están condenados a pasarse la pistola hasta que uno de ellos se pegue el tiro en la sien y sea destituido quizás antes incluso de presentarse en la sala de prensa. Una llamada desde Singapur certificaría el fin de Neville como entrenador del Valencia. Y una llamada desde China certificaría lo mismo de Galca al frente del Espanyol.

No sé lo que pasará en los prolegómenos de este partido que lleva varios días envuelto en una nube de sudor frío. Ahora bien, yo que soy un sentimental y tengo la imaginación colonizada por escenas de películas no descartaría que el inglés y el rumano se den un fuerte abrazo y comiencen en ese mismo instante, como Rick y el capitán Renault en el aeropuerto de Casablanca, una buena amistad. Ya se sabe que compartir una historia y un destino cruel puede crear lazos indestructibles entre las personas. Y es muy duro lo que van a vivir hoy Galca y Neville. Porque no sólo se trata de que tengan que batirse en un duelo a muerte y que, al acabar el partido, sólo uno de ellos vaya a seguir en pie. Lo más duro es que el que sobreviva seguirá siendo un 'walking dead' con muchas posibilidades de irse al hoyo la próxima semana o la siguiente, de manera que sólo habrá conseguido prolongar su agonía.

Hablando de agonías, sería injusto no referirse a las que en las últimas semanas han provocado estos dos técnicos y sus jugadores a los aficionados del Valencia y del Espanyol. Los datos cantan y la música no puede ser más fúnebre. Neville cogió su equipo a 5 puntos de la Champions y lo tiene ahora a 20. Tras 4 derrotas y 5 empates en 9 partidos de Liga, el descenso asoma ahora a 4 puntos. Lo suyo al frente del equipo ché, en fin, se parece bastante a una catástrofe. Y lo de Galca no le va a la zaga. El técnico de Bucarest se presentó en Cornellá-El Prat el pasado 14 de diciembre. El Espanyol se encontraba entonces en una situación mala, pero tampoco podía decirse que estuviera caminando sobre el precipicio. Llevaba 17 puntos en 15 jornadas y ocupaba el puesto 12. Ahora es decimoséptimo, a un peldaño del descenso, tras sumar 5 puntos en 8 encuentros. Lo peor de los pupilos de Galca, en cualquier caso, no son estas cifras sino su tendencia, que les conduce directamente al abismo. En sus dos últimas citas, los periquitos han encajado un 6-0 en el Bernabéu y un 0-5 en casa ante la Real Sociedad.

Dicen que a Neville le ha sostenido in extremis su amigo y propietario del Valencia, Peter Lim. Él y el representante Jorge Mendes, el otro factotum del equipo ché, desean que continúe al menos hasta final de temporada. Ahora bien, saben que una derrota esta noche les obligaría a sacrificarlo de inmediato. Más que nada porque, de lo contrario, Mestalla podría quedar reducido a cenizas. En el caso de Galca, se asegura que el millonario chino Chen Yansheng, máximo accionista del club, le ha querido dar una última oportunidad porque los jugadores han salido en defensa del rumano.

En fin, veremos lo que sucede. Yo, desde luego, no me lo pierdo. Me parece, de largo, el partido más interesante de la jornada. En todos los demás se jugará con munición de fogueo. En Mestalla, no. En Mestalla el muerto será de verdad.