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El trágico incendio registrado el 31 de enero en Basauri pone el foco en el desafío para la seguridad que implica el deterioro de las ... construcciones fuera de planeamiento y la eventual responsabilidad de las administraciones locales, a quienes compete el cumplimiento de las normativas urbanísticas y en su caso, realizar actuaciones preventivas de forma subsidiaria. En dicho siniestro, registrado en el número 5 de la calle Kareaga Goikoa, falleció Carlos Salcedo, un venezolano de 41 años que se lanzó desde el tercer piso para tratar de huir de las llamas, además de dejar 35 desalojados. No es un caso excepcional. Cientos de vizcaínos residen en viviendas que están fuera de ordenación, en su momento así declaradas por los ayuntamientos, porque invadían zonas inundables o porque allí se preveían parques, viviendas o infraestructuras como carreteras.
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Esta «condena» implica que estos bloques solo admiten pequeñas obras de conservación, higiene y ornamentos y no reformas estructurales, lo que favorece su deterioro progresivo y que acabe atrayendo a inquilinos vulnerables o con pocos recursos -o incluso okupas-, cuya escasa capacidad ecómica condiciona también su mantenimiento. Los bloques que llevan incluso décadas en esta situación, pendientes de derribos que no llegan, se pueden convertir en un polvorín. En todos los sentidos. Porque fueron construidos con materiales sin los estándares de seguridad actuales o porque su deterioro aumenta su vulnerabilidad frente a desplomes, cortocircuitos o fugas. Y porque estos siniestros, además de riesgos para la vida, impactan también en el erario público, el encargado de correr con realojos e indemnizaciones.
El 27 de mayo de 2017 un incendio en el 7 de la calle Barinaga, un bloque de 1905 pendiente de derribo en Zorroza, terminó con la vida de cinco personas: un joven matrimonio, sus dos hijos pequeños y el abuelo. El representante legal de los familiares se querelló contra el Ayuntamiento para exigir una indemnización y otras responsabilidades -quiso iniciar un proceso por homicidio imprudente- porque a su juicio, existió «un relación causal» entre su inacción y la tragedia. El Juzgado de Instrucción número 7 de Bilbao archivó el caso porque la Ertzaintza no pudo determinar el origen del fuego, clave para la investigación. El reciente incendio en Basauri, cuyas causas aún se investigan, también se produjo en una hilera de bloques construidos en la década de 1930, de estructura de madera y que se hallaban fuera de ordenación desde hace 40 años. Un informe del arquitecto municipal de 2015 ya alertaba de su mal estado. El Ayuntamiento, que colocó andamios de forma subsidiaria, preveía desde hace años el realojo de todos los habitantes de la manzana, pero el proceso se fue dilatando. El pleno respaldó la operación en mayo de 2024. La Asociación de Vecinos de El Kalero llevaba años pidiendo realojos anticipados. Algunos residentes creen que hay «responsabilidad moral» por parte de los gestores locales en el siniestro porque «lo veníamos advirtiendo».
Lo cierto es que en muchos municipios se han invertido grandes esfuerzos en planes de regeneración, aunque decenas de bloques de este tipo perviven en situación de provisionalidad. En Leioa la piqueta terminó con 169 pisos hace años. En el barrio de El Peñascal de Bilbao se tirarán 223 viviendas de la ladera -además, ya se derribaron 103 en una fase anterior en Iturrigorri y Gardeazabal- y se realojará a los vecinos en 218 pisos. En Basauri se han derribado doce bloques en Azbarren y se prevén más demoliciones y realojos en San Fausto, además de en la barriada del incendio.
En Erandio se tirarán una treintena de pisos en la calle Urdaneta y la plazoleta Martiartu que se permutarán por viviendas nuevas en un bloque frente a la ría. Para el derribo de varias infraviviendas que jalonan la calle Tartanga todavía no hay fecha. Allí habrá un parque y equipamientos deportivos. En el 31, compuesto por una lonja y dos alturas, reside la familia de Antonio Muza, de 47 años. Es un vecino que creció en los asentamientos del monte Arriaga y que después se trasladó aquí. Fue su regalo de boda y justo ese año lo dejaron fuera de ordenación, dice. «Tendrá casi 140 años y está previsto desde hace tiempo que lo tiren», relata. «A ver si nos echan ya», pide su mujer, Juana. En Sestao se han derribado o rehabilitado numerosos edificios, pero los planes para construir una rotonda dentro de un plan del Gobierno vasco -y que ya no se va a ejecutar- dejaron fuera de ordenación en 1998 el número 7 de la calle Rivas, levantado hace más de un siglo para los trabajadores de la Sociedad Cooperativa Aurrera. Sofía Basterretxea vive en uno de estos pisos junto a sus hijos pequeños. Su padre, Rafael, es propietario de la entreplanta y su tío Miguel Nicolás Cano posee otra propiedad en el bloque. La humedad hace mella y no les dejan realizar reparaciones en la fachada. Hace unos años derribaron la casa de al lado y la dañaron. «Solicitamos entonces echar espuma aislante, y nos dijeron que no».
El tejado está en malas condiciones y «cuanto más tiempo pasa, más se degrada el edificio», y por lo tanto, se devalúan las propiedades. Además, un arreglo que hace 10 años costaba 3.000 euros ahora es diez veces más. Eso sí, una vez cayeron unas piedras y les giraron la factura de los Bomberos. «Cada vez que hace viento estamos muertos de miedo. Y muy hartos de hacer instancias sin respuesta. Todas las semanas se nos intentan meter ocupas. Encima tenemos que hacer de policías». Basterretxea advierte que «cualquier día va a pasar una desgracia. ¿Como nos pueden tener tanto tiempo así?», se lamenta. Los vecinos se plantean tomar medidas legales. El Ayuntamiento dice que en el nuevo PGOU se contemplará una solución.
En Portugalete, muy cerca de un flamante polideportivo público y del centro comercial Ballonti, los vecinos de la barriada El Roble, cuatro bloques unidos y levantados hace 70 años y fuera de ordenación, esperan el realojo desde hace décadas.
El Ayuntamiento jarrillero desbloqueó recientemente el proyecto para su realojo. «A ver si es verdad que nos trasladan por fin. Somos 42 vecinos, porque muchos ya no están. Yo vine hace 50 años porque mis hijos aquí podían corretear libres. Pero en este tiempo no hemos podido instalar ascensores, ni arreglar fachadas, ni poner el gas», relatan Beni Pazos y su amiga Conchi Rico. También en Barakaldo existen barriadas propias de otros tiempos. En 2013 la fábrica Profusa cesó su actividad a orillas del Kadagua. El barrio Zubileta comenzó a degradarse. Muchos bloques están fuera de ordenación y sufren grietas o tienen el tejado destrozado.
Los propietarios se marcharon y sus pisos fueron alquilados o ocupados. Fernando Pinto, de 54 años, churrero, ahora inactivo laboralmente tras unas lesiones, reside en el 28, de cerca de un siglo de antigüedad, y donde hace más de 40 años su familia compró propiedades. «Cuando era pequeño este barrio tenía vida», dice. «Ahora ya está muy dejado. Nos han quitado hasta los columpios. Para comprar algo hay que ir hasta Cruces» relata Mercedes Pérez, madre de familia residente en el 24 y propietaria desde hace 30 años. La Asociación de Vecinos Urgozo logró que el pleno aprobara en diciembre un plan que incluya derribos, rehabilitación de pisos vacíos, recuperación de edificios industriales...
Algunos planes recientes o en marcha de regeneración en bizkaia
viviendas derribará el Ayuntamiento de Bilbao en El Peñascal a partir de 2026. En una primera fase se tiraron 103. También se demolieron edificios en Zorroza.
En Azbarren se derribaron desde 2014 doce bloques (entre los números 8-18 y 9-19). Uno sigue en pie, fuera de ordenación. En San Fausto se demolerán los bloques 5-11. También se prevén derribos en Kareaga Goikoa.
Se demolerán una treintena de viviendas de la calle Urdaneta y la plazoleta Martiartu. Sus propietarios optan a un piso en un nuevo bloque junto a la ría. Las infraviviendas de la calle Tartanga se tirarán para hacer un parque.
La barriada El Roble será demolida, pero antes se deberá ejecutar un nuevo bloque en las denominadas campas de Repelega con 79 viviendas públicas para realojarles. En la zona también se harán 545 pisos libres.
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