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Los que curran en agosto

Los que curran en agosto

Aunque por estas fechas el país está a medio gas y los hoteles a reventar, hay quien se mantiene en su puesto de trabajo. Por elección o por sorteo. Luis, David, Tania y Javier explican los pros y los contras de estar estos días al pie del cañón

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Martes, 20 de agosto 2019, 00:51

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Ocho de la mañana de un lunes. El metro entra en una estación y el estruendo lo inunda todo. Se abren las puertas y apenas baja una persona. Suben dos. Es hora punta, pero quedan asientos vacíos. ¿Cómo es posible? Es agosto, el mes de las vacaciones por excelencia en España y el que deja ciudades como Bilbao casi vacías. No hay más que darse una vuelta por sus calles. Mucha persiana bajada con letreros avisando del descanso, tiendas sin colas y carreteras con circulación fluida... En la costa, todo lo contrario. Encontrar mesa en chiringuitos es casi misión imposible y aparcar... una fantasía. Sin embargo y pese a que las estadísticas reflejan que es el mes en el que más viajamos por ocio y vacaciones, también hay quien trabaja. Luis, David, Tania y Javier son algunos de ellos. Y no todo son lamentos

  1. Luis Guinea (53 años). Jefe de cocina del Hotel Ercilla

    «Hace años me fui de vacaciones en agosto y no me gustó»

Luis Guinea posa en la cocina del hotel con parte de su equipo y el «pescado fresco que nunca falta».
Luis Guinea posa en la cocina del hotel con parte de su equipo y el «pescado fresco que nunca falta». Pedro Urresti

En las cocinas del bilbaíno Hotel Ercilla el trasiego es constante. No hay un minuto de descanso. A los huéspedes no les puede faltar nada ni a primera ni a última hora. Luis Guinea lleva siete años al frente de estos fogones y siete agostos consecutivos de trabajo: «Si te digo la verdad, no me importa trabajar». Llega a las 10.30 horas para poner en marcha todo de cara a comidas y cenas. Y lo hace con buen humor.

«En realidad, se trabaja normal, como en cualquier otra época», admite. Aunque con cuatro pares de manos menos. Ahora mismo hay ocho personas dando el callo cuando antes del verano son 12, pero con el esfuerzo de todos, el trabajo sale adelante.

Y sin faltas. «Lo más que puede pasar es que algún proveedor no te suministre una semana, pero no es lo habitual». ¿Y si ocurre? «Sustituyes. Aunque suelen ser ingredientes muy concretos. El pescado fresco, por ejemplo, no falta nunca», señala el profesional.

Organizar las vacaciones de la cocina tiene su miga. Como en todos los trabajos, los padres y madres de familia suelen preferir librar en agosto para poder conciliar. Si los hijos son pequeños, en julio todavía se pueden encontrar campamentos, cursos, familiares y guarderías para que estén cuidados durante las horas de curro.

Pero esta situación hay que hacerla cuadrar con las fiestas bilbaínas. Este año caen del 17 al 25 y durante esos días, en la cocina se intensifica el trabajo. De hecho, si las dos primeras semana de mes Bilbao es, en general, una ciudad postapocalíptica, a partir del txupin se transforma. Hasta vuelven los atascos en la A-8 y no camino de la playa.

Y son precisamente estas aglomeraciones de las que huye Guinea en su tiempo libre. «Claro que hace años he tenido vacaciones en agosto. Pero no es una época que me agrade. Una vez, en Málaga, todo eran problemas porque había mucha gente. Otra vez, tenía una reserva para Santo Domingo y se me retrasó hasta el vuelo». En cambio, estos días en Bilbao se siente a gusto: «Si me voy a tomar algo, tengo toda la barra del bar para mí», ríe.

- ¿Y en casa como se toman que trabaje en agosto?

- Bien, la verdad. Además, no tengo hijos. De hecho, ahora estoy de Rodríguez.

  1. David Vega (47 años). Director técnico de Exposiciones y Conservación del Museo Guggenheim

    «Yo no apago el móvil en vacaciones»

David Vega recibe estos días muchas llamada de todo el mundo para dejar listas las exposiciones que se inauguran en octubre.
David Vega recibe estos días muchas llamada de todo el mundo para dejar listas las exposiciones que se inauguran en octubre. Pedro Urresti

Una oficina donde no se dejan escapar llamadas estos días es la de David Vega en el Museo Guggenheim. Y llegan de todo el mundo: Londres, Zurich, Abu Dabi... «Para el museo es temporada alta», explica el director técnico de Exposiciones y Conservación. Casi diríamos que muy alta. Todos los museos renuevan su oferta tras los meses estivales y eso implica un importante trabajo previo que no se resuelve en siete días precisamente. «Llevo en el museo desde que abrió y se puede decir que he trabajo todos los agostos», señala.

Es lo normal, pero es que este año, el Guggenheim se reinventa en octubre: inaugura «cinco exposiciones nuevas en cuatro semanas». La primera se inaugura el día 2 y es un recorrido por la obra del fotógrafo alemán Thomas Struth. Luego llegarán la retrospectiva del artista Jesús Rafael Soto, las obras maestras de la Kunsthalle de Bremen y la videoinstalación de la cineasta Jesse Jones

Eso requiere que los trabajadores estén a tope estos días. De hecho, Vega atiende a este periódico a primera hora entre llamadas y reuniones. Y coge casi al primer tono. «Es un verano muy intenso aunque los precesos de definición de los proyectos ya estuvieran completados», subraya. Lo que toca completar estos días es «lo que llamamos la fase de producción», que implica trabajar en el asesoramiento, el transporte de las obras, su embalaje, la «construcción de la museografía...»

Esto último vendría a ser cómo se disponen las obras: «En la de Soto hay una pieza que hay que ubicar en el estanque y eso implica resolver una serie de cuestiones técnicas ahora». También para octubre, la segunda planta, donde se ubicará el trabajo de Struth, tendrá nueva iluminación, por lo que ahora «se están testando cientos de equipos nuevos», describe Vega.

- Si está trabajando ahora, ¿cuándo se coge vacaciones?

- En julio tuve unos días y me fui a Sicilia. El resto, a lo largo del año. En ese sentido, el museo tiene un plan de conciliación muy bueno y hay bastante libertad.

-¿Cuando fue la última vez que se cogió cuatro semana seguidas?

- ¿Seguidas? Nunca. Yo creo que eso es incompatible con la realidad.

Otro asunto a tener en cuenta es si durante los días de descanso se puede desconectar. Este es el primer verano que la ley ampara el derecho de los trabajadores a no ser contactados en este periodo. Aún así, tres de cada diez asegura que no lo consigue. «Yo el móvil no lo apago», confiesa Vega. Sin embargo, reconoce que tampoco tiene tantas llamadas: «En el museo se respeta el descanso de los compañeros. A mí solo se avisan en caso de emergencia. Y lo prefiero así para no encontrarme con el lío al volver».

  1. Tania Rodríguez (22 años). Gerocultora en la Residencia Kirikiño

    «Para disfrutar de agosto, aprovecho a tope mi tiempo libre»

A Tania Rodríguez le ha tocado trabajar en Kirikiño los últimos tres agostos. «Con el buen tiempo, aprovechamos para hacer excursiones con los residentes».
A Tania Rodríguez le ha tocado trabajar en Kirikiño los últimos tres agostos. «Con el buen tiempo, aprovechamos para hacer excursiones con los residentes». Pankra Nieto

En la Residencia Kirikiño de Bilbao la actividad no se para en agosto. «Las necesidades de los mayores no desaparecen en vacaciones», explica Tania Rodríguez. Ella es gerocultora y trabaja como eventual en el centro. Este es el tercer verano que le toca. Si pudiera elegir, le gustaría estar estos días por ahí, como a media España. Pero es sensata y sabe que es el momento de aprovechar las oportunidades laborales que le salen. «Tal y como están las cosas económicamente...», esboza.

No obstante, no va al trabajo con la cara larga ni mucho menos. «Si hace bueno, los residentes están de mejor humor. Les cambia la cara», admite. Y eso hace que el ambiente de trabajo sea mejor. También permite hacer con ellos actividades diferentes. «Puedes ir de excursión, salir con ellos a pasear por la calle...». Lo que es vivir el verano, pero a un ritmo más pausado.

Lo que tampoco esconde es que las tareas no se reducen, incluso aumentan porque «lógicamente hay gente de vacaciones y gente nueva». Estos últimos, como le pasó a ella hace tres años, necesitan unos días para aprender cómo se trabaja en Kirikiño y hay que apoyarles durante el proceso. Es un esfuerzo extra para que todo funcione sin que baje la calidad del servicio y una inversión porque cuando ya controlan las tareas, se nota el alivio.

- ¿Y qué es lo peor entonces?

- El calor. Los residentes están más cansados y los trabajadores también.

Fuera del trabajo, Rodríguez exprime «a tope» su tiempo libre «para disfrutar de agosto». Cuenta con la inestimable compañía de 'Kira', su perra. «Voy con ella a donde sea: al monte, a la playa... ¡Hay que salir de casa!», enfatiza. También queda con los amigos... «con los que quedan», precisa. En su cuadrilla, muchos están fuera este mes o parte de él.

-¿Se le hace duro verlos marchar?

- Sí, claro. Pero bueno, luego me voy yo de vacaciones. Y fuera de la temporada de verano, todo está más barato.

  1. Javier García (38 años). Bombero del Parque de Artaza

    «Lo peor de trabajar en estas fechas es el calor que paso con el traje»

Javier García trabaja en el parque de Artaza y estos días lo que más le cuesta es ponerse el traje completo. «Da muuucho calor».
Javier García trabaja en el parque de Artaza y estos días lo que más le cuesta es ponerse el traje completo. «Da muuucho calor». Pankra Nieto

A Javier García lo encontramos en el turno de guardia, pero le tenemos que dejar marchar porque han recibido un aviso: un incendio en Erandio. Al cabo de las horas, volvemos a encontrarle, ya cambiado y con hambre. La salida ha durado tres horas. Son las 4 y todavía no ha podido comer. Sin embargo, está contento. Para él, trabajar en agosto no es tan malo como lo pintan. «Los días son grandes y hace bueno. Cuando salgo del turno todavía puedo hacer muchas cosas», explica.

Este getxotarra estudió Empresariales y llegó a trabajar de ello. Sin embargo, era algo tan rutinario que le aburría. Por ello, decidió buscarse otra ocupación. «Seguramente de pequeño decía que quería ser bombero, como todos los niños, pero no fue mi primera opción», admite. Ahora, en cambio, está encantado. Lleva cinco años con la manguera a cuestas y hace poco se sacó la plaza.

En agosto hay menos gente en la calle, pero el trabajo en el Parque de Artaza no es menor por ello y los recursos nunca bajan de «ocho bomberos y un cabo». «El número de intervenciones es variable, pero no por estar en vacaciones: a veces bajan y a veces suben», detalla. Lo que sí cambia es lo que se siente con todo el equipo puesto: «Lo único malo de trabajar en agosto aquí es que pasas muuuuucho calor», ríe.

Además, García puede compatibilizar muy bien sus turnos con los de su mujer: «Ella trabaja en Osakidetza y ahí tampoco se para este mes». Así que aprovechan mucho el tiempo que coinciden librando para sacar a los perros y quedar con los amigos de la cuadrilla.

- ¿No se van de vacaciones tampoco?

- Es el mes de las fiestas por aquí, siempre queda alguno.

En unos días, eso sí, García hará las maletas para irse de vacaciones: «Este año las he partido entre junio y septiembre».

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