Borrar
Los personajes de Barrio Sésamo, Epi y Blas.

Maná maná 

'Barrio Sésamo' se pasa a la tele de pago para garantizar la supervivencia del programa tras la caída de las ventas de DVDs

iratxe bernal

Jueves, 3 de septiembre 2015, 01:49

"Maná maná. ¡Tu-tuuu tururu! Maná maná. Tu-turu-tut". Eso basta para ubicarnos; estamos en 'Barrio Sésamo', el vecindario de Epi, Blas, Coco, Elmo, Caponata, Triki y el conde Draco, al que últimamente no le cuadraban las cuentas por más que repitiera los números. Andaba el pobre afilando el colmillo, apurando en la producción de cada temporada, pero ningún esfuerzo paliaba la caída de ingresos por la venta de sus DVDs, juguetes y demás merchandising. Y si el programa no era capaz de mantenerse por sí mismo la cosa se ponía muy fea, porque la PBS, la cadena pública que lo emite en Estados Unidos desde 1969, únicamente aportaba el 10% de los más de cuarenta millones de dólares que cuesta la producción de cada temporada.

Así que sólo había una solución. Tocaba mudanza. Había que cambiar de cadena para buscar en la tele de pago el dinero que garantice la continuidad del decano de los programas infantiles. El curso que viene Coco repetirá a los niños su famoso "cerca, lejos", pero sólo después de que sus padres se aprendan una lección nueva; "público, privado".

Tras tantear varias ofertas, Sesame Workshop, la fundación sin ánimo de lucro que produce el programa, ha firmado un acuerdo con la cadena de pago HBO. Nadie ha desvelado las cifras. Trasparencia, la justa. Sólo ha trascendido que durante los próximos cinco años la productora de series como 'Los Soprano', 'Juego de tronos', 'True Blood' o 'True Detective' explotará a los muñecos un poco más de lo que lo hacía la PBS; cada temporada tendrá 35 episodios en vez de 18 y a alguno incluso le tocará echar horas extras protagonizando una 'spin-off'. Esta secuela será accesible sólo para los clientes premium, los que paguen más de los 180 dólares anuales que cuesta la suscripción básica a la cadena.

Así, la HBO se posiciona con un producto de éxito probado entre un público, el infantil, con gran predicamento en los hogares pero por el que no se había preocupado hasta que Netflix y Amazon metieron sus garritas en la producción de contenidos audiovisuales. De hecho, en su oferta, los cándidos muñecos de Jim Henson alternarán con algunos de los mafiosos, asesinos y vampiros o todo a la vez más violentos de la tele. Tranquilidad, que no hay riesgo de contagio, pese a que 'Barrio Sésamos' ya ha hecho parodias de alguna de ellas, como 'Juego de sillas'. La única preocupación para la cadena es salvar la mala publicidad que supondría ser quien alejó a Epi y Blas de los niños de familias humildes, y para evitarlo ha aceptado que los episodios se emitan en la PBS nueves meses después de su estreno.

Esa repesca también evita un dilema moral a la propia Sesame Workshop, que con el abandono de la televisión pública traiciona su espíritu fundacional. Porque 'Barrio Sésamo' nació precisamente para reducir la brecha entre los niños de familias adineradas que habían podido pagar una educación preescolar y las que no.

Así lo planteó Lloyd Morrisett, un psicólogo que, viendo la fascinación por los anuncios de su hija de tres años, decidió copiar ese formato mini y machacón para colarle a la criatura el abecedario, los números o los colores. En su empeño contó con la productora de televisión Joan Ganz Cooney y de Jim Henson, que provenía precisamente del mundo de la publicidad y había creado al monstruo de las galletas para las campañas de Frito-Lay y a Coco, para las de IBM. Juntos presentaron cuatro años después a la National Educational Television (NET), predecesora de la PBS, un programa que carecía de todo argumento; simplemente encadenaba sketches protagonizados por personajes de felpa de distintos colores y tamaños que inculcaban valores como la igualdad o la solidaridad. Un hallazgo para una recién nacida televisión pública que tenía que reivindicar su función social.

El programa fue enseguida un éxito capaz de financiarse a sí mismo y ser independiente a través de la venta de muñecos y juegos, a los que después se unieron los vídeos y DVDs. Hasta que llegó la televisión a la carta y la PBS colgó los episodios en su web sin compensar a Sesame Workshop por el inevitable destrozo; quienes se criaron achuchando sus peluches no iban a pagar por un DVD pudiendo enchufar al niño a la tablet. Cría cuervos, Elmo.

Pese a los esfuerzos por rebajar los costes de producción de la serie, que en 2014 ya fueron de 41 millones de dólares frente a los 46 del año anterior, Sesame Workshop cerró el pasado ejercicio con unas pérdidas de once millones. Así que han tenido que superar el temor a ser meras marionetas en manos de una cadena comercial y aceptar un maná sin el que hubiese sido imposible seguir con la canción.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo Maná maná 

Maná maná