«El Guggenheim me ha fascinado. Cuando esté acabado ya va a ser la leche»
El actor John Cleese, miembro de los legendarios Monty Python, recibe el homenaje del Festival Ja! Bilbao
oskar belategui
Viernes, 7 de octubre 2016, 14:24
A John Cleese le gusta una definición del humor: caos emocional envuelto en tranquilidad. «Cuando ves con distancia algo que te preocupaba mucho siempre te das cuenta de que no era para tanto», reflexiona. El miembro más alto de los Monty Python ha encarnado durante años la flema británica puesta a prueba, ha sido el inglés envarado y elitista presa de un arrebato surrealista. El actor, homenajeado en el festival Ja! Bilbao, se muestra al natural menos envarado que en sus películas y espectáculos. Las buenas formas van acompañados del sarcasmo marca de la casa. «¿El Guggenheim? Me ha fascinado. Cuando esté acabado ya va a ser la leche».
A punto de cumplir 77 años, Cleese es una leyenda del mundo del espectáculo que, en solitario o con los Monty Python, ha hecho reír a varias generaciones y forma parte de la cultura popular. «Agradeceré preguntas desafiantes. Yo intentaré entretenerles», arrancó en la rueda de prensa tras posar en las fotografías haciendo el ganso e intentando estrangular al director del festival, Juan Bas. El actor charló largo y tendido sobre los límites del humor. «No me hace gracia el dolor físico o psicológico que sufre la gente, el dolor real, no el simulado. Ante eso no te puedes reír». Tampoco le apetece hacer bromas sobre el Islam: «No quiero que me maten».
«Las pequeñas idioteces cotidianas»
La vida de Brian y El sentido de la vida son películas que desafiaron tabúes y el concepto de buen gusto. Para Cleese, el humor bestia es una cuestión de equilibrio. «Cuando empezamos en la televisión, David Attenborough era el director de la BBC. Y_nos pedía que, por favor, no abusáramos del efecto sorpresa para causar un shock a la audiencia. Un taco de vez en cuando es divertido, pero todo el rato queda vulgar». Y pone el ejemplo del pobre Brian, coetáneo de Jesucristo, gritándole a su grey «¡que os jodan!». «La vulgaridad es divertida en pequeñas dosis», concluye.
Al protagonista de Un pez llamado Wanda le hacen gracia las «cosas tontas, las pequeñas idioteces cotidianas». Tras una década viviendo en California, a su regreso a Londres ha encontrado un país muy diferente. «Hace veinte o treinta años podrías reírte de la política. ¿Pero cómo te ríes hoy de un personaje tan grotesco como Donald Trump? Cuando eres joven crees que el mundo está cuerdo y que hay unos cuantos locos. Al hacerte viejo descubres que este mundo es una locura con reductos de gente cuerda».
Los miembros de los Monty Python procedían de Oxford y Cambridge. Cleese pudo estudiar en esta última universidad gracias a los esfuerzos de su familia. Su empeño junto a aquel grupo de cómicos geniales fue derribar los límites de lo políticamente correcto. «Cuando empezamos solo se podía decir bloody (maldito) en la BBC, y hoy escuchas joder todo el rato», cuenta. «Todo el humor es crítico con el comportamiento humano, nos dice que podíamos haber sido más listos o inteligentes. Lo que no tenemos es que sentirnos neuróticos por esta tiranía instaurada de lo políticamente correcto». Su chiste favorito tiene mucho que ver con esto: «¿Cómo haces que Dios se ría? Contándole tus planes».
Para Cleese, que se ha casado en cuatro ocasiones, tres de ellas con americanas, reírte de la muerte es importante. En sus espectáculos enumera qué porcentaje de los espectadores morirá de un ataque al corazón y cuántos de cáncer o de un accidente de tráfico. «Les digo que se van a morir ¡y se parten de risa!». Llegada la hora, a él le dará tristeza abandonar a su mujer y sus dos hijas, pero ese era el trato. «Tengo suerte, porque creo que después de esta vida hay otra cosa. En California hablé mucho con gente sobre las experiencias tras la muerte. Me vino muy bien, porque cuando me toque pensaré a ver qué viene ahora».
«Me voy a morir pronto»
John Cleese sigue siendo una influyente figura pública en el Reino Unido, donde sus pronunciamientos políticos provocan terremotos en los medios, como cuando hizo campaña a favor del Brexit. Sus críticas a los medios de su país son constantes por frívolos y mentirosos. «Cuando me mueran dirá que falló el corazón del tipo que hizo Fawlty Towers (una serie de los 70). Bah, lo más importante es ser recordado por la gente que te conoce y te quiere. Uno de mis ídolos es el escritor Aldous Huxley, que se marchó a Estados Unidos y allí estudió todas las religiones. Llegó a la conclusión de que lo más importante es ser buena gente en esta vida. Yo quiero que me recuerden como un buen tipo».
Con Terry Jones aquejado de demencia, Terry Gilliam buscando financiación para sus películas, Michael Palin dedicado a sus «aburridos» documentales de viaje según Cleese y Eric Idle triunfando con el musical Spamalot, será ya muy difícil que los Monty Python vuelvan a reunirse. «No creo que sea posible, hemos seguido caminos muy diferentes», zanja John Cleese, para el que el trabajo ideal es poner la voz en películas de dibujos animados. «Lo haces sentado, repites las tomas... Es lo más parecido a la radio, mi medio favorito». Los nuevos cómicos y el público actual le pillan un poco tarde, confiesa. «Me voy a morir pronto, prefiero leer cosas más interesantes. Ya solo se hacen películas para una audiencia muy concreta: varones de 16 a 22 años. Cosas como Resacón en Las Vegas, donde solo se habla de sexo, drogas y apuestas. Intenté levantar un proyecto sobre la Guerra de la Independencia en EE UU. Y los productores me aconsejaron que lo dejara, porque el público americano no tenía ni idea del tema».