Oliver Stone, durante la rueda de prensa de la película 'Snowden'.

Oliver Stone santifica a Snowden

El director presenta en el Zinemaldia su biografía del exagente de inteligencia que filtró miles de documentos secretos de EE UU

Oskar Belategui

Jueves, 22 de septiembre 2016, 14:31

Combatir en Vietnam con 21 años le cambió la vida a Oliver Stone. La Estrella de Bronce al Valor no alteró el desengaño que aquel joven idealista experimentó respecto a su país. Tras licenciarse estudió cine en la Universidad de Nueva York y trabajó como taxista, mensajero y marino antes de decidir que se convertiría en el Pepito Grillo de una sociedad cuyos conflictos ha abordado desde la ficción y el documental. Presentada en la sección oficial fuera de concurso, 'Snowden' es la última entrega de una filmografía que ha ido perdiendo el favor de la crítica según su autor se ha ido decantando por el efectismo y la demagogia. El dibujo de un héroe sin fisuras rodado con el brío habitual del director, al que nadie puede negar que sabe entretener y contar bien una historia.

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Stone narra el proceso de desengaño y toma de conciencia de un patriota que cree en el sistema, tal como les sucedía a los personajes de Tom Cruise en 'Nacido el 4 de julio' y Charlie Sheen en 'Wall Street'. ¿Qué le llevó a Edward Snowden a cometer lo que ha sido calificado como el mayor atentando contra la seguridad en la historia de Estados Unidos? El filme arranca en la habitación de un hotel en Hong Kong, donde Snowden (Joseph Gordon-Levitt) entrega información confidencial a dos periodistas de The Guardian y el Washington Post y a una realizadora de documentales. Son miles de documentos que demuestran el sistema de vigilancia mundial de la agencia nacional de seguridad (NSA), que no entiende de leyes ni de privacidad.

El Snowden de Stone es un cerebrín hijo de una familia vinculada a la Administración pública, que trata de servir a su país con las armas, pero se rompe las piernas en el entrenamiento y tiene que abandonar el Ejército. Pasa a ser asesor de la CIA y la NSA, un contratista que diseña complejos programas de espionaje que no siempre tienen que ver con objetivos militares. La guerra moderna, explica maravillosamente el filme, se libra desde las pantallas de ordenadores en bases secretas, ya sea 'hackeando' servidores en Japón para sembrar el caos en el país o a través de un dron que deja caer su letal carga a miles de kilómetros de distancia. Un combate 'limpio' y sin daños colaterales. La munición más preciada en nuestros días, concluye Stone, es la información.

Las habilidades sociales de Snowden no están a la altura de sus conocimientos informáticos. Es un tipo tímido que encuentra a su pareja (Shailene Woodley) en una página de contactos de internet y que no sirve para espíar a la manera clásica del término. Su novia le va abriendo los ojos a la realidad de un país que, pese a la llegada de Obama al poder, no modifica su agresiva política exterior. La NSA no necesita órdenes judiciales para espiar en nuestros móviles o nuestra página de Facebook. El protagonista descubre la tentacular red global de espionaje que ha acabado con la privacidad en la Red. Y decide, en un supremo acto de patriotismo, hacerlo público proporcionando a los periodistas material para que el mundo tome conciencia. Desde entonces, el delator se convierte en un villano perseguido que en la actualidad ha encontrado asilo en Moscú, donde Stone le visitó en nueve ocasiones.

«No he hecho 'Snowden' para influir en el resultado de las elecciones americanas, la película se planificó hace un par de años», explicó Stone, que no tiene muchas esperanzas que las cosas cambien independientemente de si ganan Hillary Clinton o Donald Trump. «Ninguno de los candidatos ha hablado de vigilancia global ni mucho menos de Snowden. Tampoco Obama ha tenido misericordia, porque él si tiene la potestad de perdonarle». El realizador confía en que, al menos, la polarización entre Trump y Clinton traiga algo buenoa. «Espero que América espabile en estos tiempos de adversidad, porque si no caminamos hacia la autodestrucción».

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El director de 'Asesinos natos' niega que haya querido convertir en héroe al exagente de la CIA. «Cuento la historia tal y como la interpreté después de investigar y hablar con mucha gente. Desde su creación en 1952, de la NSA solo han hablado de manera abierta tres personas. El espectador tiene que decidir si Snowden es un héroe o no. Para Stone, la privacidad es un derecho y un privilegio» claramente amenazado, «porque hoy todo es invadible». Precisa que su película, que llegará a los cines españoles el 14 de octubre, es una ficción dramática y no un documental. Los métodos de espionaje que se muestran se inspiran en los reales pero no son los mismos porque Snowden no quiso revelarlos. El guion del filme se encriptó para evitar que fuera hackeado, los móviles del equipo se chequeaban continuamente y el grueso del rodaje tuvo lugar en Múnich aunque después la acción salta a Hawái, Washington, Hong Kong y Moscú.

«Gracias a la denuncia de Snowden ha habido reformas menores», admite Stone. «Muchas empresas informáticas ya ofrecen a sus clientes la posibilidad de encriptar la información. Obama prometió en su primera legislatura que iba a eliminar ese control global, porque no era la manera americana de hacer las cosas. Parecía un presidente íntegro, pero ocho años después ha creado un sistema de vigilancia mayor que el de la Stasi». Para el realizador, sacrificar las libertades civiles en nombre de combatir el terrorismo es el primer paso hacia un régimen totalitario. «Lo he escuchado muchas veces, lo mismo hicieron los nazis en 1933. Es el fin de la libertad y el comienzo del totalitarismo. Hay que ser conscientes de los fascistas y tiranos que asumen el control de los Gobiernos. Yo no quiero ese tipo de protección».

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