Tabakalera enciende la cultura donostiarra
El nuevo centro de creación contemporánea acoge cada semana a unos 20.000 visitantes; a ese ritmo, rebasaría el millón anual
iñaki esteban
Domingo, 15 de mayo 2016, 03:24
En el mismo lugar donde hace unas décadas se empaquetaban 250 millones de cajetillas de celtas y ducados al año, se ubica hoy un centro ... que paga a los artistas para que realicen su obra, que tiene varias salas de exposiciones, una mediateca con un plató para grabar vídeos y un equipo para editarlos, además de un taller para restaurar viejas máquinas de videojuegos como las que había en los bares, una pizzería, una sala de microteatro y tiendas para comprar pequeñas cerámicas, grabados y camisetas.
Desde su inauguración el 11 de septiembre, Tabakalera se ha convertido en el foco cultural más poderoso de San Sebastián, dentro de un barrio, Egia, con un creciente atractivo. Su directora, Ane Rodríguez, asegura que no siente la presión de los números y las audiencias porque el proyecto va de otra cosa, sobre todo de facilitar la creación. Pero lo cierto es que las cifras le favorecen y emiten señales de que la fábrica de tabacos, ahora reconvertida, echa humo.
Entre 17.000 y 23.000 personas pasan cada semana por este centro espacioso, de pasillos anchos, con recodos en los que se proyecta videoarte y que transmite una gran sensación de desahogo. De seguir así, y teniendo como referencia la media entre las dos cifras, superaría el millón de visitas al año, lo que le situaría al mismo nivel que el Guggenheim, si no más allá. Eso sí, la entrada es gratuita.
Este próximo martes se pondrá además en marcha el Espacio de Creadores, los estudios y recursos que los artistas -en torno a quince- irán ocupando según se vayan asignando. Con ello, el proyecto cultural de Tabakalera estará en marcha al 100%. El dinero para los creadores cubre el coste del viaje, unos mil euros al mes para gastos y de 2.000 a 2.500 para la producción de la obra. También habrá cursos para la formación de comisarios. Cuando también esté abierto el hotel previsto en el centro, quienes no vivan en San Sebastián o alrededores se alojarán en la residencia destinada a los artistas.
Ane Rodríguez resalta la faceta de contribuir a la creación y profesionalización de los creadores, rasgo que les distingue de otras iniciativas en Euskadi, como los museos. «No nos dedicamos sólo al último tramo de la creación, el de la exposición, sino que seguimos todo el proceso. Dentro del País Vasco está BilbaoArte, un modelo muy válido, aunque tiene bastantes diferencias con éste. En nuestro caso, los artistas pueden ajustar el tiempo que necesiten, tres semanas, tres meses, seis, etc. Así hay más rotación. Y también acogemos residentes internacionales».
Pero Tabakalera rebasa el concepto de la fábrica de creación. Quiere convertirse en un lugar de encuentro, en un espacio público de disfrute y debate, sin olvidar su papel de refuerzo en el carácter turístico de San Sebastián. «Muchas personas vienen a ver el edificio, recorren sus espacios y suben a la terraza para ver la panorámica hasta el mar. Cuando visitas otra ciudad, quieres acercarte a su centro de arte, y esto es también lo que ofrecemos», destaca Rodríguez, que está en Tabakalera desde hace cuatro años, cuando sólo era un proyecto.
El visitante tiene un amplio menú de actividades para elegir, por lo general gratis, salvo las películas, cuyas entradas cuestan 3,5 euros en una sala de 229 butacas. En la mediateca Ubik, llamada como la novela del autor de ciencia ficción Philip K. Dick en la que planteaba la existencia de mundos dentro de otros mundos, se puede leer, autoeditar fanzines o grabar una canción con las guitarras, batería y equipo disponible. Sus estanterías tienen de momento 22.000 volúmenes y esperan llegar a los 40.000. En Hirikilabs, un taller con el instrumental de siempre y con el más avanzado en cuanto a tecnología, abierto a los proyectos de los ciudadanos, se han realizado bicicletas con el cuadro de madera y la mayor parte del mobiliario del centro, además de hardware.
No hay que tener sin embargo un objetivo definido para acercarse a Tabakalera. «La gente viene a pasar la mañana o la tarde, y en ese tiempo ve una muestra, una película, se toma algo, asiste a una conferencia o a lo que haya en ese momento. Si no te interesa una cosa, siempre hay otras alternativas», explica la directora.
Entrando al edificio por la plaza Néstor Basterretxea, al lado de las estaciones de autobuses y de Renfe, se accede a la Bodega, una pequeña sala dedicada desde su inauguración a rememorar a las trabajadoras de cuando Tabakalera era Tabacalera, un proyecto audiovisual dirigido por los artistas Marion Cruza y Pablo Marte. Después de la jornada, las empleadas salen por la puerta principal del edificio en una película cuyo plano fijo recuerda al del primer filme de la historia, Salida de los obreros de la fábrica, de los hermanos Lumière. Además, se recogen los testimonios de algunas de ellas sobre la vida en las antiguas instalaciones.
Espacio para exposiciones
Un poco más adelante se encuentra el área del café y la pizzería, y enfrente las tiendas y galerías, además de El Sekadero, un espacio de microteatro en el que también habrá recitales de poesía, música y performance a un precio asequible. Al fondo, la Sala Kutxa, que acoge la muestra Historias compartidas, con obras de arte vasco, desde Darío de Regoyos y Aurelio Arteta hasta los creadores que empezaron a exponer en los años ochenta, como Dora Salazar y José Ramón Amondarain.
Una donostiarra en Matadero, ARCO y el MUSAC
-
Ane Rodríguez (San Sebastián, 1978), directora de Tabakalera, trabajó en Matadero Madrid, centro de producción cultural, y durante cuatro años formó parte del equipo de Lourdes Fernández en ARCO, donde se encargó de la gestión de galerías extranjeras y de la coordinación de programas de comisariados. Luego recaló en el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC). Desde su puesto de coordinadora general y adjunta a la dirección, ejerció las principales funciones del centro, desde el control de los presupuestos a la gestión de las adquisiciones.
-
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Navarra, se formó en arte contemporáneo y gestión cultural con varios maters y diplomas en Londres y Barcelona.
En la primera planta se halla otro gran espacio dedicado a exposiciones; en este caso, dedicada al tema del sida en la Europa del Sur y Latinoamérica, con documentos impresos y audiovisuales, bajo el título de Anarchivo sida. A continuación, una muestra de Maryam Jafri con fotografías publicadas por los periódicos sobre El día después -título de la muestra- de la declaración de independencia de países africanos y asiáticos. Algunos de ellos eran producían el tabaco del que se nutría la Tabacalera donostiarra. Con ello se quiere reflexionar sobre los antiguos usos y sobre la memoria e implicaciones sociales y políticas de la historia del espacio, relacionadas con el colonialismo. También vinculado con el tabaco, desde abril y hasta el próximo mes se están celebrando una serie de conferencias bajo el título Estimulantes: Circulación y euforia.
Después de más de una década en la que se han ido sucediendo los estudios sobre la definición del proyecto y funciones del equipamiento, cambios en la dirección y broncas y desencuentros políticos, Tabakalera ha encontrado su punto de equilibrio. «Cuando abrimos, cada uno tenía una idea distinta de lo que iba a encontrarse. Los inicios son duros porque cada decisión que tomas influye en la percepción que podamos tener sobre el centro. Pero creo que ya estamos estableciendo un concepto claro de lo que somos y de lo que queremos ser», concluye la directora.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión