El peso de la cultura en Cataluña
Con un fuerte sector editorial y una apabullante presencia en la escena, destaca más en la producción que en el consumo
iratxe bernal
Sábado, 26 de septiembre 2015, 02:21
Tres mil quinientas personas sentadas y otro millar de pie. Quizá alguna más si se aprietan. En 1847 la burguesía nacida al calor de la ... revolución industrial decidió construir un teatro que reflejara toda la grandeza que la ciudad y, desde luego, ellos mismos creían merecer. El de Santa Cruz, con sus mil localidades, se les había quedado pequeño. Pueblerino. Así las cosas, y dado que el ambicioso proyecto también contemplaba la creación de una orquesta y un conservatorio, no podían llamarlo más que Gran Teatro del Liceo. Aquel mismo empeño por retratarse en la cultura que patrocinaban los llevó durante todo el XIX y principios del XX a dotar la ciudad de otras infraestructuras como el Palau de la Música o el Coliseum, publicar a los autores de la Renaixença o encargar palacetes modernistas a Gaudí. Todo por hacer de la ciudad condal, y con ella a Cataluña, un referente cultural no ya en España, sino en Europa. Hoy, los incendios, las reformas y las normas de seguridad, han dejado aquel primer aforo en 2.292 localidades, una cifra que aún hace del Liceu el mayor teatro del país y evidencia el poderío de una comunidad que, si bien ha sido apartada por Madrid como principal motor económico, sí conserva una cultura señera dentro del conjunto estatal.
¿Sigue siendo Cataluña un referente cultural en España? La respuesta obvia es sí. La cultura, como todo, es cuestión de músculo, y estamos hablando de la segunda comunidad más poblada (sólo detrás de Andalucía) y la primera por PIB, además de la cuarta tanto en renta per cápita como en el gasto medio de los hogares en bienes y servicios culturales, en ambos casos tras Madrid, País Vasco y Navarra. Es decir, la demografía pone el público y la economía, la disponibilidad para consumir. Y, como donde hay consumidores hay productores, allí se asienta el 20,17% de las empresas culturales españolas (21.906 de las 108.556 totales), entre ellas, la mayor del país: Planeta.
El sector editorial
El grupo fundado por la familia Lara en 1949 está conformado, como reza su web corporativa, por «más de cien sellos editoriales» y «un catálogo de más de 15.000 autores». Esa magnitud se refleja en una facturación de 2.187 millones durante 2014, una cifra que equivaldría al 1% del PIB total catalán y al 0,2% del español. Y aunque no es comparable, puesto que en ese dato se incluyen los resultados de negocios fuera del sector editorial y del mercado español en los que el holding tiene intereses, resulta impactante mirarlo sabiendo que el volumen de negocio total de la Federación de Gremios de Editores de España durante ese ejercicio fue de 2.195,8 millones.
Además de colocar a Barcelona como indiscutible centro de atención cultural cada octubre con una nueva entrega del premio Planeta, la firma ha ejercido de gancho para que también se instalen o nazcan en la ciudad grandes competidoras como Random House Mondadori (ahora Penguin Random House) o RBA, amén de otras de tamaño medio como Anagrama, Salamandra o Roca. Llevando el fenómeno al conjunto de la comunidad, hay que decir que son catalanes 649 de los 3.086 sellos registrados por el Ministerio de Cultura en 2012; éstos son responsables de 16.086 de los 56.435 títulos publicados y suman el 43% de la facturación total del sector, según el último informe sobre el sector publicado por el Ministerio.
También allí se concentra el 29,7% de los libros (tanto en soporte papel como en otros) inscritos en ISBN, el 17,43% de las nuevas inscripciones de obras literarias -y científicas- realizadas en los registros de propiedad intelectual territoriales y, con todos ellos, las principales agencias literarias (tanto españolas como extranjeras) que optan por Barcelona como centro de captación: Antonia Kerrigan, Pontas, Canovas y Linch, Ute Körner, Schavelzon Graham, MB y, por supuesto, la de la recientemente fallecida Carmen Balcells, que el año pasado anunció su unión con una de las líderes a nivel mundial, la de Andrew Wylie.
En justa correspondencia, los catalanes son los que más libros adquieren (realizan el 19% de las compras, por delante del 15% de Madrid), han hecho de su regalo toda una tradición en Sant Jordi y casi son quienes más librerías tienen (601 frente a las 603 registradas en Andalucía), pese a que no son ni mucho menos los mejores lectores: sólo el 55,2% de la población catalana se entretiene con libros no relacionados con su profesión o estudios, un porcentaje que los coloca por debajo de madrileños, vascos, cántabros, canarios, riojanos, ceutís y melillenses. Tampoco son los que más bibliotecas tienen (847, es decir, 11,3 por cada 100.000 habitantes) ni los que más fondos pueden encontrar en ellas (27,2 millones de textos frente a los 27,3 de Andalucía o los casi 60 de Madrid), pero sí son los que más las pisan y los que más libros sacan en préstamo: en 2012, sus bibliotecas sumaron 43,4 visitantes (4,5 con carné) que retiraron 12,1 millones de libros en papel y 174.000 en formato digital, el 22,2% y el 30,5%, respectivamente, de las peticiones registradas en España.
La escena
Otro de los puntos fuertes de la cultura catalana está en la escena. Es la comunidad con más compañías (721 de las 3.261 registradas por el Ministerio), entre ellas algunas de las más reputadas: Dagoll Dagom, Els Joglars, Comediants, La Cubana, T de Teatre, La Fura dels Baus, Pepa Plana, Tricicle y, aunque se dedica más al sector audiovisual, El Terrat de Andreu Buenafuente, productora que está detrás, por ejemplo, de Sister Act.
Es también donde más espacios escénicos estables hay (386 de los 1.605, cinco por cada 100.000 habitantes), algunos tan emblemáticos como los ya citados Liceu y Coliseum, el Teatre Nacional de Catalunya, el Mercat de les Flors, Apolo, Tivolí, el Grec y el otra vez abierto Principal, que es como rebautizaron sus promotores al teatro de Santa Cruz para darle postín frente al entonces recién inaugurado Liceu. Pese a este dominio de la escena, Cataluña es sin embargo la cuarta región en organización de festivales (suma 77, aunque antes de la crisis era 115), entre ellos el Grec de Barcelona, que también ofrece música y danza y que ha convocado este año a 108.779 espectadores frente a los 74.583 de Mérida, los 63.200 de Olmedo y los 52.000 de Almagro. En el reverso de la moneda queda la asistencia del propio público a los espectáculos: únicamente el 21,5% de la población acudió en 2011 a alguna representación, un ratio por encima de la media nacional -19- pero que sólo la deja como la cuarta mejor audiencia.
Aunque muchas veces comparten equipamientos, e incluso suman otros tan emblemáticos como el Palacio de la Música Catalana o el Auditori -sede de la Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya- otros espectáculos quedan aún peor en los gustos de los catalanes. Por ejemplo, sólo el 7,1% de ellos acudió a algún concierto de música clásica pese a ser la sede del ya citado Grec o del Festival Castell de Peralada -que este año sumó 25.000 espectadores-, a contar con 19 orquestas sinfónicas -entre profesionales y amateurs- o a que (junto a Madrid) sea la comunidad con más agrupaciones inscritas en la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas: Joven Orquesta Nacional de Cataluña, Orquesta de Cadaqués, Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceu, Orquesta Sinfónica del Vallés y la Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya, que en su temporada estable vende más de 10.000 abonos, organiza unos 75 conciertos y es seguida por aproximadamente 145.000 espectadores. Y por debajo, está el ballet, que sólo encuentra aficionados en un 5% de la población pese a ser la comunidad con más compañías (128 de las 889 que hay en España) y la tercera en la organización de espectáculos (más de 450) y festivales (45 de los 308 totales); la ópera, a cuyos más de 270 montajes sólo acudió el 2,6% de los catalanes, o la zarzuela, que sólo despierta el interés del 0,8%.
El apoyo del público vuelve a elevar las cifras de consumo al llegar a la música popular, a cuyos más de 14.600 conciertos acude el 21,3% de la población y la comunidad se vuelve a colocar a la cabeza al contar las salas de conciertos. Eso sin hablar del uso esporádico de instalaciones deportivas como el Palau Sant Jordi, el Palau dels Esports de Barcelona, el Estadio Olímpico de Montjuic o el Camp Nou. Cataluña acoge además festivales de referencia como el Primavera Sound, el Sónar y el Mercat de música viva de Vic, más la oferta de pop, jazz o soul que incluyen el Grec y Peralada.
Queda la actividad cultural más popular, el cine, a la que sólo los madrileños (con el 59,4% de la población frente al 57,5% catalán) son más aficionados. Son, por cierto, los que más películas españolas ven y los que disponem de más salas, 789. Cuentan, además, con 76 de las 267 productoras audiovisuales que hay en España y con 13 de los 44 festivales de cine que se organizan.
Museos
Por último, Cataluña es la tercera comunidad más visitada por los españoles que quieren realizar alguna actividad cultural, y la favorita indiscutible de los extranjeros que llegan al país buscando algo más que sol y playa. Buena parte del mérito de que más de una tercera parte de los foráneos que buscan algo ilustrado que hacer en España acaben en la comunidad catalana está en sus 2.361 bienes inmuebles inscritos como de interés cultural (el 14% de los 16.795 totales). Entre ellos, por ejemplo, está el grueso de las obras de Gaudí. La Sagrada Familia, con 3,2 millones de visitantes, es el monumento más visitado de la comunidad y en el conjunto de España sólo es superado por la Alhambra, mientras que La Pedrera y la Casa Batlló suman otro millón y medio. Pero tampoco hay que olvidarse del Monasterio del Poblet (Tarragona), el ya citado Palacio de la Música, el Hospital de Sant Pau (Barcelona), las iglesias románicas del Valle de Bohí (Lérida) o el conjunto arqueológico de Tarraco, enclaves que junto a 57 yacimientos de arte rupestre están reconocidos como patrimonio de la Humanidad. En las lista de la Unesco sólo la superan Andalucía y Castilla y León.
Otro gancho fundamental para esos visitantes son los museos. Según por el Institut de Cultura de Barcelona, de media, tres de cada cuatro personas que pasan por los museos de la ciudad condal provienen del extranjero. En lo relativo al conjunto de la comunidad, ninguno de los 115 (el 7,5% de los reconocidos como tales por el Ministerio de Cultura) que tiene censados hace sombra al Reina Sofía o al Prado (que rondan los 2,5 millones de visitantes al año), pero el Teatro-Museo Dalí (1.580.517 visitantes) sí supera al Thyssen o al Guggenheim. Aquí hay que recordar una curiosidad; el madrileño Reina Sofía logró su récord histórico de visitas (3,3 millones en 2013) gracias precisamente a las 730.000 personas que vieron la exposición que la pinacoteca organizó ese año sobre el pintor de Figueras.
El segundo museo más popular sería el Fútbol Club Barcelona (1,5 millones de visitas frente a las 900.000 del Bernabé, por resolver la inevitable curiosidad futbolera), seguido del dedicado a Picasso (algo más de 900.000), la Fundación Joan Miró (prácticamente en la misma cifra), el Museo de Historia de la Ciudad de Barcelona (776.000), el Museu Nacional dArt de Catalunya (636.000) y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA, 627.000), el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB, con 314.000) y la Fundación Antoni Tàpies, ya por debajo de los 100.000.
En este apartado vamos a sumar otro tanto a los catalanes, esta vez en tareas de mecenazgo: aunque cuatro de ellos están fuera de la propia comunidad autónoma, los ocho centros de exposiciones regentados por la Fundación La Caixa superaron en 2014 los 4,6 millones de visitas.
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