«Se cuida más a los parados y a los pensionistas que a los niños»

-¿Siguen siendo los niños el colectivo más pobre de España?

Cualquier índice que se coja sobre pobreza es peor en la infancia que en la población total, lo cual lleva a la conclusión de que las unidades familiares con hijos tienen una incidencia de la pobreza mayor. La tasa de pobreza y exclusión por el efecto de la pandemia –todavía sin contar con el efecto inflación– revela que la tasa de población en riesgo, pobreza y exclusión subió un 0,7% para la general y 1,5% para la infancia. Por tanto, vuelve a acentuarse.

-¿Tan alarmante es?

La privación material y social severa es el indicador que más refleja la dureza de la situación porque se conforma en base a 13 indicadores que incluyen necesidades básicas. Se trata de familias que tienen que decidir entre calefactar la casa, una alimentación sana, cuadernos para el colegio o reponer un electrodoméstico básico porque no pueden hacerlo todo. Esta situación ronda el 10,8% de la infancia en España.

-¿Cómo lo está haciendo España?

España aún protege poco y mal a su infancia, aunque es verdad que se han dado pasos en estos últimos años, pero es que partimos de una base de una muy baja protección social. Hay que invertir en la infancia. No es así en otros ámbitos como el del desempleado o el pensionista, a los que se les cuida más. No decimos que no deba ser así, pero queremos que haya la misma protección para los niños que para el adulto.

-¿Qué retos afronta la infancia tras la pandemia?

Vivimos en una fuerte desigualdad infantil. España es un país fuertemente desigual. El impacto que va a tener una inflación tan alta, especialmente alimentaria, va a ser muy marcado porque ya hay a quien le ha tocado decidir si puede comprar pollo. Las consecuencias son las que podemos imaginarnos: la salud mental, la protección y la educación. Los meses duros de la pandemia provocaron una fragilización en el sistema educativo y el siguiente curso fue un curso difícil. Y esto cuando tu vida es corta, es mucha parte de tu vida

-¿Ha empeorado la salud mental de los niños?

Antes había problemas de salud mental, pero se exacerbó durante la pandemia por el confinamiento y es cierto que no se hablaba tanto del tema. Hay que pasar a la acción. El déficit en el sector asistencial hace que el acceso a la salud mental sea el más desigual de todos. Si un niño tiene un problema severo y solo si sus padres pueden pagarlo, tendrá una asistencia adecuada. .

-¿Puede ponerse en riesgo la vida de un menor sin los cuidados adecuados?

Sí, por supuesto. Hay riesgos para su propia seguridad, muchos no cuentan con suficiente protección económica o social. No está en riesgo su vida, pero sí sus oportunidades futuras. Por otro lado, se ha incrementado el número de suicidios en adolescentes.

-¿Cómo podríamos mejorar la situación de los niños vulnerables?

Existen estudios de casos prácticos que muestran que, por ejemplo, la prestación universal a la crianza tiene un impacto muy significativo sobre la reducción de la pobreza infantil. Si esto se combina con programas focalizados, estaremos en una mayor reducción de la vulnerabilidad. En los casos severos, hay niños que tienen que pasar a la tutela del Estado y eso es un fracaso para todos, ningún niño debería de estar tutelado, sino con sus familias o con otras de acogida. Debemos reforzar el sistema de protección, el acogimiento familiar, pero, sobre todo, en la detección temprana.

-¿Tenemos suficiente información sobre familias de acogida?

No, creo que podría haber mucha más y en especial sobre las condiciones o de los apoyos que tienen.

-¿Hay esperanza en que mejore a largo plazo?

Es cierto que hemos dado pasos muy significativos en estas últimas décadas. En todas las líneas de las que estamos hablando aparecen nuevos desafíos y eso hace que exista esperanza. Yo, cuando salgo más estimulado y más esperanzado, es cuando me reúno con niños y adolescentes de cualquier consejo de participación.