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El Congreso inició en marzo los trámites para reformar la Ley de Tráfico y rebajar, a lo largo de este año, a menos de la ... mitad la tasa legal máxima de alcohol con la que una persona puede conducir. El objetivo es reducir la mortalidad en un país en el que, según recoge la exposición de motivos de la proposición de ley presentada por el PSOE, un tercio de los fallecidos en carretera mueren en siniestros vinculados a esta sustancia. Bizkaia no es ajena a esta realidad; y el consumo de bebidas espirituosas y ponerse al volante siguen yendo para muchas personas de la mano. Y los accidentes, también. De hecho, de las 949 pruebas positivas que registró la Ertzaintza el pasado año en el territorio, una de cada cuatro se habían realizado tras un accidente y otro 10,6%, después de que el conductor cometiera una infracción.
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Esos datos vienen a avalar algo que ya es más que sabido: que el alcohol influye en la conducción. Lo que no está tan claro, sostiene Eduardo Martínez, vicepresidente del Real Automóvil Club Vasco Navarro (RACVN), es «la efectividad» que podrá tener la medida que quiere implantar el Gobierno. Él defiende que lo mejor es que, «si conduces, no bebas nada», pero duda que la rebaja del máximo legal vaya a «reducir la mortalidad» cuando «ya somos uno de los países más restrictivos».
En estos momentos, a nivel general, el límite se sitúa en 0,5 gramos por litro en sangre (0,25 miligramos en aire espirado). Los chóferes profesionales y los noveles no pueden pasar de 0,3 g/l (0,15 en aire). La proposición de ley plantea hacer tabla rasa y que todos los conductores se sitúen en el mismo nivel, por debajo de 0,2 gramos por litro (0,1 en aire).
«Creo que es una medida más populista que efectiva», afirma Martínez antes de insistir en que «habría que ver cuántos conductores accidentados han dado por debajo de 0,2, que no creo que sean muchos». El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses sí que ofrece información en ese sentido, aunque solo en el caso de las víctimas mortales, ya que analiza muestras de todos los fallecidos en siniestros de tráfico.
En el caso de Bizkaia, por ejemplo, de los 39 conductores que murieron entre 2020 y 2023, 13 tenían restos de alcohol en sangre. De ellos, solo uno se situaba por debajo del límite legal y ofrecía una tasa de entre 0,11 y 0,3 g/l. A nivel de Euskadi, en el mismo período perecieron 120 personas al volante, de las que 25 habían consumido alcohol y dos tenían restos inferiores al tope máximo.
En opinión del gerente del RACVN, «nosotros estamos a favor de cualquier tipo de medida que reduzca los accidentes, pero creemos que otras serían mucho más eficaces». Cita entre ellas realizar «más controles de drogas» y «mejorar la señalética y la seguridad en las carreteras». Recuerda que, hace apenas unas semanas, «cuatro chavales se mataron» en el puerto cántabro de Lunada «por la falta de quitamiedos». «El 75% de los fallecidos se producen en carreteras secundarias porque están peor mantenidas, y es necesario poner quitamiedos que no hagan daño a motoristas y ciclistas, una señalética correcta, un arcén limpio, que no haya parches...», enumera. Y «no olvidar» tampoco otras formas de movilidad como «la bicicleta o los patinetes», que también son «vehículos» y, en caso de no conducir en buenas condiciones, pueden suponer «un riesgo para los peatones», como «en Barakaldo», donde a comienzos de marzo falleció un hombre que había sido atropellado once días antes por un patinete eléctrico.
La futura regulación, que recogerá multas de 500 euros a quienes avisen a través de las redes sociales de los puntos en los que se ubican los controles de tráfico, plantea endurecer las sanciones por conducir bajo los efectos del alcohol. En el nuevo tramo, quien dé entre 0,2 y 0,5 gramos por litro en sangre será acusado de cometer una infracción grave, con 200 euros de multa y la retirada de dos puntos del carné. Entre 0,5 y un gramo, la falta será considerada muy grave, con 1.000 euros (el doble que ahora) y cuatro puntos. Por encima de un gramo, la cuantía será también 1.000 euros, pero los puntos retirados, seis.
El año pasado, la Dirección de Tráfico del Gobierno vasco, que no ha querido valorar la reducción que se ha empezado a tramitar en el Congreso, abrió cerca de 2.400 expedientes sancionadores a nivel de Euskadi por dar positivo. En total, la Ertzaintza realizó 55.617 pruebas en la comunidad autónoma, 24.610 de ellas en Bizkaia. En muchos casos, esas tasas de alcohol se convierten en delito. La última memoria de la Fiscalía Superior del País Vasco, del año 2023, recoge que se incoaron a lo largo de ese ejercicio 2.453 procesos por diferentes casuísticas relacionadas con la seguridad vial. Casi siete de cada diez, 1.678, eran por «conducción alcohólica».
«El alcohol es culpable de muchas de las tragedias que ocurren en la carretera», insiste Rosa María Trinidad, presidenta de la asociación Stop Violencia Vial. Tiene claro que, «cuando uno se pone a conducir un vehículo, tiene que ir con sus capacidades al 100%».
Ella aplaude la medida, y la considera «necesaria». Apuesta por una tasa de «0,0», aunque matiza que no es fácil llegar a ese punto porque «hay expertos que dicen que el consumo de determinados alimentos puede provocar gases y dar un poco en un control aunque no hayas consumido». Trinidad subraya que es necesario que «cale en la sociedad» que este tipo de iniciativas regulatorias «van en beneficio de la vida». Sin embargo, puntualiza que el trabajo para reducir la mortalidad «no debe quedarse ahí». «Hay que seguir analizando bien las causas de la mortalidad en la carretera», sostiene. Y que la sociedad tenga claro que, muchas veces, «el que ha bebido sobrevive y es un inocente el que muere».
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