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LUIS CALABOR

Cuatro horas de negociación en Otxarkoaga para detener al atracador de la corbata

CALABOR: 40 AÑOS DE SUCESOS EN EL CORREO ·

La 'banda de Regalado', que se dedicaba a asaltar bancos y furgones blindados, tuvo al barrio en vilo al verse rodeada por la Ertzaintza en 1992

Lunes, 24 de mayo 2021, 02:06

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Hay una obra de teatro que se llama 'Los ladrones somos gente honrada'. Y yo he estado a punto de titular esto 'Los atracadores también pueden ser gente elegante'. A cualquiera que vea las fotos del día que detuvieron a Ignacio Regalado, el 8 de mayo de 1992, ni se le pasará por la cabeza que ese hombre encorbatado y ya de cierta edad pudiera ser el líder de una de las bandas más peligrosas de Bizkaia: parece más bien el director de alguna de las sucursales que asaltaron, escoltado por un par de policías después del suceso. Aquella fue una jornada de locos que terminó así, con esa imagen tan curiosa del cabecilla entregándose todo chulo, como un señor. Y elegante a lo mejor sí era, pero de honrado, en cambio, no tenía nada: los de la 'banda de Regalado' eran unos piezas de la hostia, gente muy mala.

Regalado se había escapado de la cárcel de El Dueso, donde estaba cumpliendo una condena de 16 años por homicidio y cuatro robos con intimidación. Su banda se dedicaba, sobre todo, a atracar bancos y furgones blindados, que eran delitos muy típicos de aquellos años, y al tío no se le ponía nada por delante: en 1991, se había presentado en casa de una mujer que acababa de quedarse viuda, se había identificado como policía y había pedido el DNI y el carné de conducir del muerto, para usarlos después como documentación falsa. En marzo del 92, una patrulla camuflada de la Ertzaintza lo iba siguiendo y, en un semáforo de La Peña, Regalado se bajó del coche y les disparó una ráfaga de subfusil, igual que en una película.

A partir de aquello, la Ertzaintza puso especial empeño en trincarlos. Este es uno de esos casos en los que se enfrentan dos personalidades peculiares y la cosa se anima: por un lado estaba el delincuente este, un tipo de cuidado, y por el otro teníamos al 'nagusi' de la comisaría de Galdakao, que también era muy 'echao p'alante'. ¡Vaya par! Parece que les pincharon algún teléfono y descubrieron que estaban atrincherados en el bloque 74 de Otxarkoaga, así que, a media tarde de aquel día, el 'nagusi' rodeó la casa con su gente. Acudió también el grupo de intervención de la Ertzaintza y, claro, allí me presenté yo a todo correr. Llamé a un timbre del edificio de enfrente y una familia muy maja me dejó colocarme en su ventana, de manera que tenía a los malos justo delante, aunque tuve que pedir refuerzos al periódico porque era imposible controlarlo todo. En aquel puesto de observación me tiré cuatro horas, porque la cosa se alargó mucho. ¡La familia quería darme de cenar!

Fueron cuatro horas de mucha tensión, porque no estaba claro cómo iba a terminar aquello. Todo el barrio estaba alucinado, muerto de miedo y encerrado en casa, y eso que en la Otxarkoaga de aquella época estaban más o menos acostumbrados a todo, no era lo que es hoy. El diálogo entre ertzainas y atracadores se volvía cada vez más surrealista. «Que bajéis». «Que no bajamos, que vamos a volar el edificio». «Que os dejéis de chorradas y tiréis las armas por la ventana». «Que no, que tenemos cuarenta kilos de explosivos, que va a saltar todo por los aires». Al final se dieron cuenta de que no les quedaba escapatoria y empezaron a arrojar las armas por la ventana: pistolas, metralletas..., un arsenal bastante majo. Entonces fue cuando Regalado dijo: «¡Bajo si no me esposas!». Y llegaron a un acuerdo, por eso se le ve caminar hacia el vehículo todo digno, como si estuviesen rescatándole en lugar de detenerle.

Luego, cuando estaba en el calabozo, los ertzainas se pasaban a charlar con él, porque les contaba historias de su maldad. Es lógico: un tío que ha vivido de esa manera tiene muchas cosas que contar, así que se convirtió en una atracción. El juicio fue en 1995 y el fiscal pidió 47 años, pero solo le cayeron 19.

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