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El retraso de la emancipación provoca, según el Gobierno vasco, «desajustes» en los «proyectos de vida y autonomía» de los jóvenes y pospone «la edad ... de construcción de familias» y la primera maternidad. En un contexto de crisis demográfica, con una natalidad en mínimos históricos, que los jóvenes permanezcan en casa de sus padres hasta rebasada la treintena no hace sino agravar el déficit de niños. El reto que se marca Lehendakaritza pasa por reducir a los 28 años, con el horizonte puesto en 2030, la edad en la que los vascos vuelan del nido. Pero el esfuerzo deberá ser ímprobo, a juzgar por el crecimiento, año tras año, de la brecha existente entre los recursos económicos de los que disponen los menores de 30 y el precio de la vivienda.
El último informe 'El coste de la emancipación residencial en Euskadi', del Observatorio Vasco de la Juventud, pone de relieve «la imposibilidad real» de irse de casa solo para «la mayoría» de las personas que tienen menos de tres décadas. Analiza el documento, con datos de 2022, las posibilidades que tienen los jóvenes de acceder a un piso en propiedad o en régimen de alquiler. Y ese año era más difícil que el anterior.
La publicación se centra en el mercado libre y en los recursos propios de este colectivo; no tiene en cuenta, por ejemplo, la vivienda protegida ni ayudas como Gaztelagun, que crean «condiciones más favorables para facilitar» la independencia de los jóvenes. Y tampoco el programa Emanzipa, que otorgará, a partir del 20 de febrero, 300 euros mensuales para los vascos de entre 25 y 29 años que compren o alquilen una vivienda, prestación a la que podrán acogerse durante 24 meses.
Pero sí pone sobre la mesa una realidad que viven miles de personas. Como punto de partida, está otro dato: apenas el 32,8% de los vascos de las edades a las que se dirige la nueva ayuda están independizados. El primer paso natural cuando alguien abandona la casa de la infancia suele ser el alquiler de un piso compartido. El análisis, sin embargo, aborda este salto a la vida adulta desde la perspectiva de que los jóvenes se muden solos. Y aclara que, en Bizkaia, teniendo en cuenta que el salario de los menores de 30 asciende a entre 1.016 y 1.372 euros al mes, deberían destinar el 59,3% de sus ingresos a pagar las cuotas. Es casi un punto más que el año anterior y el doble del 30% recomendado por los expertos en materia financiera.
Si cumplieran con ese porcentaje, si dedicaran tres de cada diez euros a las cuotas, solo podrían aspirar a pisos de 370 euros, más o menos una mensualidad en un piso compartido. De querer vivir solos, deberían pagar 731 euros, 361 más que lo que pueden asumir, la distancia más amplia del histórico (empieza en 2016, cuando esa brecha era de 290 euros). Otra opción, para poder arrendar en solitario en el mercado actual pasaría por incrementar las nóminas, pero el aumento tendría que ser del 97,5%. Imposible.
En 2022, precisa el informe, «la subida de los salarios ha sido porcentualmente menor al incremento de los precios de compraventa y de alquiler de las viviendas en el mercado libre, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo». Destaca también, en el mercado de arrendamientos, «la escasa oferta disponible debido, en parte, al boom de los pisos turísticos, que fue aumentando el precio» de las rentas, que el año anterior, por ejemplo, eran de 707 euros.
En el caso de la opción de ser propietario, precisa el documento, en 2022 subieron «los tipos de interés aplicables a los créditos hipotecarios», lo que encareció las compras. En esta hipótesis, la de adquirir una casa en solitario, las dificultades son muy superiores. El precio de la vivienda libre alcanzó los 2.524 euros el metro cuadrado en Bizkaia, por lo que un piso costaría de media 222.492 euros. Son las cantidades más altas desde 2016. De ahí que los menores de 30 años tendrían que destinar el 62,7% de su salario a hacer frente a los pagos. Si cumplieran con los criterios de sostenibilidad de no superar el 30% de los ingresos, solo podrían acceder a viviendas de 106.474 euros, 116.018 menos que el precio de mercado, la diferencia más amplia de las registradas.
Pero la situación es todavía peor en Gipuzkoa, donde la diferencia entre el precio de venta de la vivienda libre y el máximo tolerable de compra para la juventud menor de 30 años alcanza los 156.880 euros. En Álava se queda en 92.954. En ambos casos, como en el de Bizkaia, son los valores más altos desde 2016.
En su contexto
222.492 euros cuesta de media una vivienda libre en Bizkaia. Son 116.018 euros más que el máximo que podría pagar un joven sin que la hipoteca superara el 30% de su nómina.
A falta de 361 euros para el alquiler medio. Un vizcaíno de entre 18 y 30 años puede alquilar, si no suben los sueldos, una vivienda por 370 euros. La renta de mercado, sin embargo, es de 731 euros, 361 por encima de sus posibilidades económicas.
42,2 metros cuadrados es la superficie máxima que puede comprar un joven con los salarios actuales. Los pisos vizcaínos tienen en torno a 91,3.
Tipos de interés y pisos turísticos. El encarecimiento de las hipotecas y del precio de los alquileres por la proliferación de pisos vacacionales dificultan la emancipación.
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