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Un grupo de mujeres de una conservera filetea anchoa para su posterior envasado. E. C.
Trabajadoras de las conserveras se movilizarán para exigir mejoras laborales

Trabajadoras de las conserveras se movilizarán para exigir mejoras laborales

Los sindicatos advierten que seguirán luchando hasta lograr un convenio que termine con la precariedad y la discriminación salarial

Mirari ArtIME

Sábado, 30 de octubre 2021, 08:05

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Las mujeres que trabajan en las conserveras de Bizkaia, alrededor de un millar en pequeñas y medianas empresas de Bermeo, Berriatua, Markina y Ondarroa, tienen claro que su sueldo no tiene como objetivo ser un complemento salarial de las familias, un añadido a los ingresos principales, que tradicionalmente han recaído en los hombres. «Nosotras lo tenemos asumido hace mucho tiempo», reconoce la joven ondarresa Edurne Plaza. «Ganamos nuestro jornal con mucha dignidad. Ahora falta, que quede plasmado sobre el papel y se aplique en la fábrica, día a día. Ya es hora», añade.

Por ese motivo, tras el fracaso de la séptima reunión de la mesa negociadora del convenio territorial, los sindicatos mayoritarios que las representan -ELA y LAB-, se han reafirmado en la idea de poner en marcha un calendario de movilizaciones, que contempla días de huelga, para conseguir unas condiciones laborales que den respuesta a las necesidades de las operarias.

«Que ponga punto y final a la precariedad y a la discriminación por las que se caracteriza», señalaron portavoces sindicales. A nivel salarial, reivindican un jornal mínimo de 1.200 euros para dignificar un sector con remuneraciones bajas cercanas a los mil euros que reproducen la idea de «ser un complemento al del marido». De hecho, un exhaustivo estudio llevado a cabo por la socióloga Eva Perujuaniz, de la Federación de Industria de CC OO, revela que en el empleo mejor pagado de los ocupados en gran parte por féminas no supera de media los 925 euros.

Otra demanda histórica es la jornada de 35 horas semanales. La propuesta sindical va encaminada hacia ese objetivo, con una reducción de jornada de 80 horas durante la vigencia del convenio. «Es posible, y así lo han demostrado otras áreas feminizadas que requieren de un alto esfuerzo físico», sostienen desde ELA.

La salud y seguridad en el trabajo son otras demandas prioritarias. Los sindicatos defienden que las empresas complementen las bajas por enfermedad común y descalifican la actuación de «unas mutuas que dan el alta antes del debido tiempo a las trabajadoras o rechazan las bajas derivadas del esfuerzo físico y repetitivo que realizan».

Los representantes de las mujeres recalcan que la propuesta de la patronal, está muy lejos de esas demandas. «Su planteamiento es meramente económico y no contempla ni el pago de atrasos ni garantiza el poder adquisitivo de la plantilla», señalaron.

Alta tasa de temporalidad

«Por si eso fuera poco, la patronal condiciona el resto de las materias a negociar la flexibilidad, como si las trabajadoras no sufriesen ya terribles consecuencias derivadas de las sucesivas reformas laborales en lo que a flexibilidad se refiere», recalcaron.

«Tenemos que poner freno a la sangrante miseria, a la brecha salarial y a la altísima tasa de temporalidad que sufren las mujeres en un sector donde resulta muy significativo que, a pesar de que ellas son mayoría, los únicos que tienen un 95% de trabajo fijo son ellos», insistieron.

En Euskadi, las conserveras dan empleo a alrededor de 2.000 trabajadoras y poco más de un centenar de hombres. Las mujeres, de múltiples perfiles en cuanto procedencia, edad, estudios o formación, se encargan principalmente de tareas relacionadas con la producción como sierra y corte, empacado, enlatado y fileteado, y cerrado y envasado.

«En cambio, ellos solo son mayoría en una ocupación de producción: emparrillado y cocina», detalla el retrato realizado por CC OO, que también ha convocado manifestaciones y jornadas de protesta en Santoña, así como en Vigo.

«Estamos ante uno de los sectores con más precariedad, peores salarios y mayor discriminación entre hombres y mujeres de toda la industria de alimentación», sostiene el informe. Las trabajadoras cobran casi un 30% menos que sus compañeros y una de cada dos empleadas, es decir, el 71%, tiene un contrato precario, aunque una de cada tres presenta una cualificación mayor que la requerida para su puesto.

«Queremos vivir con nuestro sueldo», añadieron las compañeras de Edurne. «Parece increíble que hoy en día, con lo modernos que somos para determinadas cosas, sigamos así, trabajando con las mismas condiciones a como lo hacían nuestras madres hace décadas», lamentan las empleadas del sector.

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