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Ioritz Sánchez, presidente de Cruz Roja de Gernika. Iratxe Astui

Ioritz Sánchez

Presidente de Cruz Roja en Gernika
«Realizamos hasta 400 llamadas para que nadie se sienta solo en Busturialdea»

Ioritz Sánchez, presidente más joven de Cruz Roja en la comarca, defiende el poder de la juventud y el trabajo en equipo para construir una comarca «comprometida»

Iratxe Astui

Gernika-Lumo

Viernes, 25 de julio 2025, 12:50

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Con tan solo 26 años, Ioritz Sánchez dirige Cruz Roja en Busturialdea desde 2023, lo que le convierte en el presidente más joven en la historia de la organización en la comarca. Este bilbaíno asentado en Gernika, licenciado en Derecho y actualmente estudiante de Criminología, combina su vocación por el voluntariado con su pasión por la literatura. Asegura que los jóvenes tienen mucho que aportar en el voluntariado.

–Tradicionalmente se asocia el voluntariado a personas adultas o jubiladas. ¿Qué cree que aporta su generación?

–Frescura, nuevas ideas y una mirada más digital y global. La juventud, con su perspectiva actual, complementa la experiencia de generaciones anteriores. No venimos a reemplazar, sino a enriquecer. Conectamos el voluntariado con nuevos espacios y realidades, acercándolo a personas que antes quizás no lo contemplaban.

–¿Cómo describiría la situación social actual en Busturialdea?

–Atendemos a una media de unas 700 personas a través de distintas actividades: banco de alimentos, apoyo escolar, acompañamiento a personas mayores, talleres, centro de empleo... Durante la pandemia, vivimos un pico de necesidad, y desed hace una década hemos experimentado una evolución, ya que antes el enfoque principal era el de socorros y emergencias, pero hoy la labor es mayoritariamente social y comunitaria.

–La soledad es uno de los grandes problemas sobre todo entre las personas mayores. ¿Cómo llegan a esas realidades dispersas del entorno rural?

–Es complicado, porque el territorio es muy disperso. Contamos con la ayuda de Servicios Sociales y con la colaboración de vecinos que alertan de estas situaciones. Aunque el núcleo más activo es Gernika, en total acompañamos a una decena de mayores, la mayoría mujeres de más de 70 años.

–¿De qué manera mantenéis el contacto con esos vecinos para evitar que se sientan solas?

-Les visitamos para llevarles comida o acompañarles a la consulta médica y también mantenemos contacto con ellas por teléfono. El año pasado realizamos unas 400 llamadas de compañía para recordarles que estamos ahí, simplemente para hablar o invitarles a talleres. Ese contacto, aunque parezca pequeño, lo valoran profundamente. Escuchar, estar presentes y acompañar puede cambiar la vida de alguien.

–¿Hay casos que le hayan impactado especialmente?

–Muchos. Desde personas que conoces poco y descubres que sufren en silencio, hasta historias como la de una mujer muy mayor con problemas de movilidad que necesitaba alimentos. Pero si tengo que destacar una, fue durante la dana, en Valencia. Ayudamos a un hombre que necesitaba medicación urgente. Cuando le abracé tras hacerle llegar la ayuda, rompió a llorar. Son momentos que te marcan para siempre. Nunca imaginamos que alguien al lado de tu casa esté viviendo una situación dura.

Voluntarios y colaboradores

–¿Cómo se organizan para dar respuesta a todas estas necesidades?

–Contamos con un equipo estable de 30 voluntarios, más colaboradores. Cada programa tiene su propio equipo y nos reunimos de manera regular para asegurar una intervención eficaz.

—¿Qué hace falta para que más jóvenes se animen a ser voluntarios?

-Hay que mostrarles que desde el primer día pueden ser protagonistas del cambio. Necesitamos espacios donde se escuchen sus ideas y se valore su tiempo. Además, debemos hablar su lenguaje, estar presentes en sus canales y transmitir el valor real que tiene su implicación.

–Además de su trabajo en Cruz Roja, acaba de publicar su segunda novela 'Bitácora de un fallecido'. ¿Cómo convive con estas dos facetas?

–Aunque parecen mundos distintos, para mí se complementan. La literatura me permite explorar emociones y realidades desde la ficción, y el voluntariado me conecta con la vida real. Ambas me enriquecen y me permiten comunicar mejor los valores de solidaridad y esperanza.

—¿Qué le inspira más: una historia de ficción o una real?

–Una historia real de superación. La ficción tiene un gran poder, pero las historias reales enseñan empatía, resiliencia y nos motivan a seguir adelante.

—¿Qué mensaje quiere enviar a la ciudadanía de Busturialdea, en especial a los jóvenes?

–Les diría que ayudar no es solo una opción, sino una de las decisiones más valientes que pueden tomar. Nuestra comarca está en un momento clave y si trabajamos unidos y con visión compartida, la comarca puede convertirse en un referente de solidaridad y desarrollo.

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