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Mirari Artime
Martes, 14 de septiembre 2021, 21:17
Por vistoso que sea, el plumero de La Pampa (de nombre científico Cortaderia Selloana) no cuenta con el favor de los ecologistas. Su condición de especie invasora, unida a la voracidad con la que desaloja a la flora autóctona está transformando el paisaje de los municipios de Lea Artibai y Busturialdea. «Además de esa desfiguración, el problema específico de esta planta es que está reduciendo ya la diversidad biológica, al colonizar hábitats abiertos y establecerse en ellos como especie dominante», señalaron desde la agrupación Eguzki.
«Se propaga con especial celeridad en los taludes de las carreteras, debido a que la semilla se disemina con mayor rapidez gracias a las corrientes de viento que provocan los vehículos al circular», añadieron. «Asimismo, como especie oportunista que es, se deposita principalmente en terrenos anteriormente removidos», indicaron.
Ante esa situación, han exigido a los ayuntamientos de la costa la ejecución de un plan de choque «a la mayor brevedad posible». También reclaman la puesta en marcha de una campaña de divulgación entre la ciudadanía, con especial hincapié en propietarios de terrenos particulares, para concienciar del peligro que representa y conozcan la manera de actuar para frenarla.
«Aunque la Diputación y el Gobierno vasco llevan varios años actuando en zonas concretas y de forma muy puntual, creemos que hay que ampliar la acción a la práctica totalidad de la zona», manifestaron.
En esa misma línea, estiman que resulta necesario aumentar el ritmo de los trabajos de erradicación «ya que resulta muy fácil de comprobar que lejos de erradicarse, se está extendiendo de forma muy alarmante», recalcaron.
Para los ecologistas, «cuanto más tiempo perdamos en erradicarla, el coste económico y medioambiental será mucho mayor», insistieron.
Eguzki también ha pedido a la ciudadanía que «aunque estos plumeros sean bonitos como adorno, no se dejen engañar», manifestaron. «Por Ley está prohibido su transporte, posesión, y comercio y los dueños de terrenos tienen la obligación de erradicarlos», explicaron.
«Cuando paseemos por el monte y nos encontremos con ejemplares de plumeros, estaría bien que cortásemos los 'penachos' y los metiéramos en una bolsa para no dispersar las semillas», aconsejaron.
Los ecologistas, por otra parte, han ofrecido su colaboración para luchar contra esta especie. «Realizamos actuaciones concretas en auzolan, pero su principal objetivo es el de la sensibilización», explicaron.
En la primera ola de expansión, hace más de una década, la especie argentina fue tratada con herbicidas que tras aplicarlos varios años minimizaron su presencia. Entonces se registraron hasta 134 hectáreas contaminadas en 1.336 localizaciones con afectación alta o muy alta en 24 municipios.
«Su presencia es absolutamente desproporcionada, siendo escandalosa en las zonas costeras», recalcaron. «Es un problema gravísimo que para solucionarlo exige actuar ya, sin perder tiempo», insistieron.
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