«Todos me decían si estaba loco por mi ocurrencia de esculpir Gaztelugatxe»
El bermeano Juan Ramón Duque ha invertido dos años en recrear por primera vez el islote de San Juan en una maqueta a escala
Su devoción por San Juan de Gaztelugatxe no va más allá de celebrar con la cuadrilla la festividad del 24 de junio, con la visita ... de rigor a la ermita encaramada en lo alto del peñón, perteneciente a Bermeo. Su maestría como carpintero y ebanista, sin embargo, le ha llevado a marcarse el reto de medir con sus propias manos las proporciones reales del emblemático enclave, con la idea de recrearla después en una maqueta a escala 1:250.
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Dicho y hecho. Un día cualquiera de 2019, el bermeotarra Juan Ramón Duque se armó de cinta métrica, reglas, cuerdas y un nivel y sin titubeos comenzó a tomarle anchos, largos y profundidades hasta a cada uno de los 241 escalones que separan de tierra firme el pequeño templo dedicado al Bautista.
«Al jubilarme pasé de diseñar muebles a probar con otro tipo de trabajos más artísticos. Primero hice una talla del escudo del Athletic en roble y luego un tablero de ajedrez con sus piezas, a petición de mis nietos», cuenta Duque, conocido también en la villa marinera por su afición a la música (toca el saxofón). Ese tipo de trabajos, sin embargo, «se me quedaban cortos», así que un día pensó en voz alta y comentó en casa: «Voy a sacar las dimensiones reales de Gaztelugatxe para hacer una maqueta», evoca. «Empezando por mi mujer, todos me decían si me había vuelto loco», se ríe al recordarlo.
La ocurrencia llevaba implícito recorrer la extenuante escalinata de San Juan «más de 50 veces en apenas cuatro meses», calcula Duque. Pidió los permisos pertinentes para acceder al que se ha convertido en uno de los parajes naturales más visitados de Euskadi y comenzó a trabajar prácticamente todos los días desde las ocho hasta las diez y media de la mañana.
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«San Juan, aguántame»
«No podía alargarme más porque a partir de esa hora llegaban los turistas y me pisaban sin ningún cuidado el material y las cuerdas», señala. «No respetaban nada», apunta con pena al comprobar que existe «un desconocimiento total» por parte de muchos de ellos sobre el significado que encierra Gaztelugatxe. «Alguno que se interesó por lo que estaba haciendo me llegó a decir incluso que qué bien nos había venido el tema del rodaje de la serie 'Juego de Tronos' para pagar la construcción de las escaleras».
Duque comenzó su plan de trabajo «por la ermita». Allí calculó distancias y tomó medidas, incluidas sus ventanas, el rosetón del coro, la explanada exterior y el refugio situado enfrente. «Pero antes tocaba la campana y le decía al 'tocayo': 'San Juan, aguántame para que pueda terminar todo el plan».
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La superficie que ocupa en su totalidad el islote del Biotopo Protegido «ronda las tres hectáreas». La sorpresa llegó cuando al medir las escaleras, «comprobé que teniendo en cuenta que subimos por nuestra derecha, al ascender contamos 241 peldaños, pero al bajar hay uno más».
–¿Y eso?
– Porque en el descenso, a la altura del descansillo de la quinta estación del Vía Crucis, hay una pequeña cuña que se pondría para salvar la separación entre escaleras más anchas, para que la bajada resulte más cómoda».
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Una vez tomadas las medidas a Gaztelugatxe y cotejarlas «con Google Earth y el mapa topográfico», Duque se dispuso a tallar sus relieves,un trabajo minucioso que le mantuvo ocupado más de un año. «Elegí madera de haya que me habían regalado en el puerto para utilizarla en la huerta y que, por tanto, ya estaba seca y lista para esculpir», explica.
La obra, rematada con nogalina para unificar el tono de la madera, pesa «unos cien kilos». «Me gustaría exponerla en el Museo del Pescador de Bermeo, pero yo encantado de mostrarla donde me lo soliciten».
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