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En el vuelo UA633 han viajado varios tipos de pasajeros, pero los 147 clientes se podrían agrupar básicamente en tres colectivos. Por una parte, han ... estado las personas que regresaban a casa (Bizkaia, Santander o, incluso, Biarritz) después de unos días de descanso en Estados Unidos por diversos motivos (vacaciones, visita a familiares...).
Después, se ha podido ver a una cantidad importante de personas que guardan una relación estrecha con sus raíces en Euskadi. Hijos o nietos de emigrantes vascos que van a la cuna de sus antepasados por unos días. Y, por último, han volado turistas que quieren conocer Bilbao, Euskadi y también el sur de Francia o Cantabria.
Una de las cosas que ha sorprendido es que la mayoría de ellos no venía del entorno de Nueva York, sino que llegaban en conexión procedentes de destinos tan alejados como Florida, California o Texas. Casi todos han coincidido en que es mejor hacer escala dentro del propio Estados Unidos que parar en Europa, como salto previo a Bilbao. «Se hace más llevadero».
Alex N. Etxebarria vive en Washington. A sus 25 años tiene una pequeña compañía de ingeniería. Habla un castellano más que correcto, aunque con un fuerte acento estadounidense, el país de su padre. Su ama es vizcaína. «Tengo a mis abuelos en Indautxu y he pasado muchos veranos maravillosos en Sukarrieta». De Euskadi le encantan las croquetas y el jamón. «También el paisaje y la gente, que no todo es comer», cuenta. «En cuanto supe que iban a poner este vuelo, quise ser el primero en subirme al avión y aquí estoy».
El grupo de viajeros más numeroso del vuelo inaugural entre Nueva York y Bilbao ha sido una familia de nueve miembros procedente de Houston (Texas). Los Solorzano llevaban tres años planeando unas vacaciones en San Sebastián. «Estuvimos en varias ciudades españolas y Donostia nos encantó. Prometimos volver por la comida, el clima... Y aquí estamos». El viaje es también un regalo para una de las chicas que se acaba de graduar en su instituto. Además, los Solorzano se plantean venir a Bilbao un día y, seguramente, también se acerquen a Cantabria, al pueblo que da nombre a su apellido. «Quién sabe si encontraremos allí nuestras raíces».
Kristen y Nicholas son hermanos y viven en California y Florida, respectivamente. Ambos estudiaron en Ohio pero a partir de ahí, sus caminos se separaron. Y el vuelo inaugural entre Nueva York y Bilbao les ha vuelto a unir con un propósito común: «Visitar a nuestra familia en Berastegi, un pequeño pueblo de Gipuzkoa». Dicen que poder volar de forma directa desde Estados Unidos a Euskadi les da «mucha tranquilidad», porque es «más cómodo» hacer escala en el propio país y no en otro punto de Europa. Creen que esta nueva ruta puede triunfar. «Les conozco bien y a los estadounidenses les van a fascinar las sidrerías».
Jordan habla un castellano perfecto. Tiene familia en Santurtzi y han venido a visitarla para que conozcan a su hija, la pequeña Sofía. Con solo cuatro meses, el bebé ha sido el pasajero más joven del avión. Y se ha portado muy bien. No ha llorado nada durante las casi siete horas que ha durado el trayecto. «Lo que más nos llama la atención de Euskadi es su clima. Estamos hartos del calor de Florida, me encantan los días que amanecen con 15 grados».
Fred Wetzel y su mujer, Emma, proceden de Philadelphia y pasarán cuatro noches en Bilbao. «Esperamos ir al Guggenheim y también a San Sebastián». Después embarcarán en Getxo en un crucero que les llevará por toda la costa atlántica francesa. El final del viaje será en París. «Estamos ilusionados». ¿Cómo conocieron Bilbao? Lo suyo tiene truco porque «hemos trabajado en una agencia de viajes».
Fernando Alguera tiene 25 años y viene de El Salvador. Cuenta con visado para entrar en Estados Unidos así que ha aprovechado para volar a Bilbao haciendo solo una escala. «Otras veces que he venido a España he necesitado de dos escalas», cuenta. A Euskadi le trae un reencuentro con su hermana, que trabaja como ingeniera en la papelera de Durango. Viene con una agenda repleta de actividades: visita a San Juan de Gaztelugatxe, el Flysch de Zumaia, comida en Bakio, asador en Artxanda y museo Guggenheim, entre otras cosas. «No he estado nunca en Bizkaia pero promete».
«Vengo de Houston y voy a Santander, donde vivo», cuenta este jubilado que se desplaza bastante a menudo a la citada ciudad estadounidense «por amor». «Tengo allí mi novia», dice. «Parece que va a ser un viaje más cómodo que otros que he hecho», asegura. Este cántabro suele desplazarse unas nueve o diez veces al año entre ambos continentes. «Voy probando conexiones a ver cuál resulta más cómoda». Una de sus quejas del vuelo inaugural es que se trata de un avión «pequeño» y que «tiene pocos baños» (tres para los 160 pasajeros que no son de clase ejecutiva).
Cogieron el primer vuelo a Bilbao desde Nueva York «de casualidad». «Buscamos en una página especializada que combina posibilidades y nos ofreció este enlace. Y aquí estamos, muy contentos y sorprendidos con esta fiesta que aquí se ha montado», cuenta esta pareja que reside en Bilbao. Han estado siete días en la Gran Manzana. «Era el viaje de nuestras vidas. Llevábamos muchos años queriéndolo hacer. Lo pensamos para cuando cumpliéramos 50. Pero al final ha sido a los 52». El único pero que le ve Jose es que es un avión «un poco pequeño».
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