Un condenado por el crimen de Otxarkoaga ayudó a fugarse a otro menor de Zumarraga
Trató de impedir que un trabajador socorriese a una educadora que era objeto de una agresión para sustraerle las llaves de las puertas del centro
Uno de los dos menores condenados como autores materiales del asesinato hace un año de dos ancianos en Otxarkoaga colaboró el pasado domingo en la ... fuga de otro joven del centro de internamiento cerrado de Ibaiondo, situado en la localidad guipuzcoana de Zumarraga, donde cumplen condena los menores que han cometido graves delitos como homicidios o agresiones sexuales. Según explicaron a EL CORREO fuentes relacionadas con la instalación, el joven de 15 años trató de impedir que uno de los trabajadores del centro acudiese a socorrer a la educadora que estaba siendo agredida por dos chicos. La estaban golpeando para robarle las llaves de diversas puertas y emprender la huida.
Finalmente, sólo uno de los dos menores consiguió fugarse del establecimiento. El otro chico fue reducido por los vigilantes antes de eludir los últimos controles de seguridad del recinto. El joven bilbaíno de 17 años que sigue en paradero desconocido es el mismo que ya se escapó el pasado 2 de marzo y que fue detenido semanas después tras robar en Las Arenas a una mujer de 78 años, que se rompió la cadera en el asalto. En aquella ocasión, se marchó acompañado de otros dos chicos, de 18 y 19 años, que se encontraban ingresados por delitos de robo, hurto y agresión, «principalmente a agentes de la autoridad».
El joven bilbaíno fugado ha conseguido escaparse del centro dos veces en apenas mes y medio
Uno a uno, los tres jóvenes que se escaparon de Zumarraga fueron arrestados. Pero el adolescente de Bilbao apenas ha tardado dos semanas en fugarse otra vez. Se trata de un joven que procede de una familia desestructurada y que arrastra un importante número de antecedentes por robos y agresiones. En esta ocasión trató de fugarse con otro interno y con la «ayuda» de uno de los condenados por el asesinato de un matrimonio de ancianos -Rafael y Lucía, de 87 años-, en su domicilio de la calle Zizeruena, a donde entraron a robarles trepando por una tubería. Por estos homicidios fue sentenciado, junto al otro autor material, a seis años de internamiento en un centro cerrado. Otro chico fue condenado a un año como colaborador necesario en el robo.
Homicidio y agresiones
En el centro de Ibaiondo están internados unos 40 jóvenes, casi el límite de la capacidad del único centro de Euskadi diseñado para que cumplan condena en régimen cerrado los menores que han cometido los delitos más graves o que han reincidido en numerosas ocasiones. Varios de ellos están acusados o condenados por homicidio. Pero también hay bastantes que han cometido agresiones sexuales. Por ejemplo, los cuatro jóvenes acusados de la violación a una adolescente en un trastero de Barakaldo.
El centro guipuzcoano, al borde de su capacidad, es el único de régimen cerrado en Euskadi
Además de los autores del asesinato a golpes y cuchilladas del matrimonio de octogenarios del barrio de Otxarkoaga, en Zumarraga también han cumplido condena Ander Etxeberria, el autor confeso de la muerte de Amaia Azkue en 2011; uno de los implicados en el caso de Rogelia Chivite, una anciana de 93 años que fue asesinada a golpes en 2012 en su domicilio de San Sebastián con el objetivo de robarla. Y uno de los supuestos responsables del robo con violencia cometido en Bilbao que acabó con la vida de Ibon Urrengoetxea 'Urren'. El otro autor no fue condenado al ser inimputable por tener sólo 13 años.
Esta nueva fuga se produjo apenas unos días después de la visita que realizaron al centro altos responsables del Departamento de Justicia. Allí manifestaron que su «máxima prioridad» consiste en «garantizar la seguridad» del personal. Las quejas del personal en este sentido no son nuevas. Hace un año ya denunciaron la falta de medidas de protección y las dificultades que debían superar en su labor diaria, con hasta 35 agresiones en el plazo de apenas 20 meses. Fuentes del equipo de vigilantes subrayan, además, que los casos en los que se ven obligados a emplear la fuerza se han duplicado debido a la llegada de personas «cada vez más violentas» e insisten en que muchos de sus compañeros han renunciado al puesto de trabajo por estas condiciones.
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