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De izquierda a derecha, diversas imágenes de la primera jornada de limitaciones a la libertad de circulación. Se identificó a algunos vecinos que estaban en la calle, se clausuraron parques y se cerró algún bar que se resistía a echar la persina. d. olabarri / l. calabor/ manu cecilio
Comprar pan a kilómetros de distancia y pasear ocho veces al perro para pisar la calle

Comprar pan a kilómetros de distancia y pasear ocho veces al perro para pisar la calle

Salvo algunas multas, los policías se limitaron a informar ayer de las sanciones a quienes se saltaron el confinamiento

Lunes, 16 de marzo 2020, 02:53

Las fuerzas de seguridad evitaron responder este domingo con mano dura a los ciudadanos vascos que se saltaron la prohibición de salir de casa para salir a pasear, hacer deporte o simplemente sentarse en un banco a tomar el sol. Todos los desplazamientos están prohibidos –salvo por motivos laborales, las visitas al supermercado y farmacias o circunstancias excepcionales– desde que este domingo entró en vigor el estado de alarma por el impacto del Covid-19. Y los agentes, en este primer día de confinamiento, se limitaron a informar de las prohibiciones e impedir determinadas actividades, aunque cayó alguna multa.

Las calles de Bilbao amanecieron prácticamente vacías y los teléfonos de emergencias registraron un notable descenso de actividad. En líneas generales, los vizcaínos «respondieron» a la llamada de las autoridades para que todo el mundo se quede en casa, según resaltan responsables policiales. Pero también se dieron excepciones, algunas muy llamativas, a este ejercicio de responsabilidad colectiva. Por ejemplo, las que protagonizaron los ciclistas que pensaban que salir a rodar estaba permitido si iban sin compañía y los montañeros que buscaban pistas alternativas con el fin de evitar los controles policiales para subir al Pagasarri.

La Policía también apercibió a un vecino que salió a pasear ocho veces al perro en unas pocas horas y a un joven, residente en el Casco Viejo, que alegó que estaba en la calle porque le gustaba el pan que dispensan en la calle Sabino Arana, a varios kilómetros de distancia.

También se dieron casos como el del hostelero de la calle San Francisco que pensaba que el estado de alarma no iba con él y abrió las puertas del local como cualquier otro domingo y el del individuo que fue detenido en Santurtzi después de enfrentarse con los ertzainas que le echaron de madrugada de un bar que debían cerrar.

«Informar» e «impedir»

La consigna que recibieron este domingo los agentes era clara. A la espera de que se vayan definiendo mejor los protocolos que dicte el Ministerio de Interior –este mismo domingo se conoció una primera instrucción que atañe a todas las fuerzas de seguridad–, en esta primera jornada debían limitarse a «informar» e «impedir» que los ciudadanos se salten las prohibiciones del decreto aprobado el sábado por el Gobierno central. La idea –tanto de la Ertzaintza como de las policías locales– era recurrir a un tono más didáctico y evitar en la medida de lo posible las sanciones, que pueden oscilar entre los 100 y los 600.000 euros en aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana.

Por ejemplo, en numerosas localidades vizcaínas se pudo observar durante toda la jornada a coches de la Ertzaintza y de las guardias urbanas lanzando avisos a través de los altavoces, en los que se informaba a los vecinos del estado de alerta sanitaria y que estaba prohibido pasear. También se mandó a casa a vecinos y se cerraron algunos bidegorris, parques infantiles y paseos por toda la geografía vizcaína.

Pero no siempre fue posible ahorrarse las multas, aunque la Ertzaintza no puso ninguna. Las policías locales –una de ellas la de Bilbao– sancionaron a un par de hosteleros por «desobediencia» después de que se negasen a cerrar sus locales. En Sestao, varios agentes informaron a un anciano de 90 años de que debía volver a su vivienda. El hombre, que estaba sentado en un banco de la plaza Conde Balmaseda, se negó a obedecer e incluso «se enfrentó» a los patrulleros hablándoles de manera «despectiva» con comentarios «ofensivos». Al final, acabó multado.

Grupos en San Francisco

Las fuentes policiales consultadas insisten en que en la relativa tranquilidad que se respiró influyó bastante el hecho de que fuese domingo. De hecho, este lunes, primer día laborable desde que se decretó la limitación de la libertad de circulación en todo el país, se vivirá una nueva prueba para esta inédita medida, la de mayor impacto del Real Decreto aprobada por el Consejo de Ministros.

Los agentes consultados advierten, en este sentido, de que habrá otros problemas difíciles de resolver, al margen de discernir quién va realmente al trabajo. Se refieren, por ejemplo, a las personas que viven en la calle o duermen en albergues y en pisos patera, en los que conviven a veces decenas de inquilinos en viviendas de apenas 50 metros cuadrados.

Ayer, varios vecinos llamaron a los servicios de emergencia para denunciar que en la plaza de Corazón de María, en San Francisco, había numerosos grupos de gente que no estaban respetando las prohibiciones. Otros estaban durmiendo en los bancos. La Policía local disolvió estos grupos en varias ocasiones, ya que pasado un tiempo volvían a juntarse en el mismo punto. «¿Cómo impides que estas personas salgan a la calle? Muchos de ellos ni siquiera tienen una habitación propia para dormir», se pregunta un patrullero.

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