Los colegios vizcaínos de Infantil y Primaria pierden el 10% del alumnado desde 2020
La caída en las matrículas afecta a dos de cada tres centros educativos, pero es mayor en la red concertada
Dos de cada tres centros educativos vizcaínos han perdido alumnado de Infantil y Primaria entre el curso 2020/21 y comienzos de 2024/25, los últimos disponibles. La caída se sitúa casi en el 10% y afecta tanto a la red pública como a la concertada, aunque esta última acusa un bajón mayor. En estos cuatro cursos, se ha dejado casi el 11% de su alumnado, un punto más que las escuelas públicas.
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Si se excluyen de la ecuación las haurreskolak y escuelas infantiles privadas, que matriculan alumnado de 0 a 2 años, la proporción de centros que reducen sus matrículas se dispara al 90%. Cada curso llegan menos alumnos a estas etapas de los que salen. La otra cara de la moneda son, precisamente, las haurreskolak. La gratuidad del servicio ha disparado las matrículas un 33% en este tiempo.
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La radiografía, realizada a partir de datos oficiales del Departamento de Educación a los que ha tenido acceso este periódico, arroja una tendencia negativa en todo el territorio. Las comarcas que, en proporción, más estudiantes han perdido son Zona Minera (un 14,5%), Lea Artibai (13,5%), Nervión (13,5%) y Txorierri (12,6%). Ninguna gana escolares.
Resulta algo obvio, a la vista de la evolución del índice de natalidad. En 2020 nacieron en Bizkaia 7.318 niños; en 2024 fueron 6.421. Es una caída del 12%, superior al retroceso en el número de matrículas. Esto se debe a que en este tiempo el territorio ha recibido un flujo migratorio que se ha disparado en los últimos años y ha permitido a los colegios y escuelas aliviar un poco la pérdida de escolares. El desplome en la natalidad tampoco se corresponde al cien por cien con el de alumnado en las distintas áreas escolares porque existe una alta movilidad. Es decir, muchas familias escolarizan a sus hijos en municipios distintos a donde residen.
Si se pone el foco en los colegios, se pueden extraer algunas conclusiones de los movimientos que se están dando en los últimos años. Por ejemplo, el centro educativo –excluyendo haurreskolak y escuelas infantiles– que más ha crecido en Bizkaia desde 2020 es Patronato de Santa Eulalia (Santurtzi), que ha duplicado sus matrículas en Infantil y Primaria. Un crecimiento sorprendente cuya explicación se encuentra en que se fusionó con Hijas de la Cruz, otro centro histórico de la localidad, en cuyo solar se está construyendo ahora una promoción de pisos de lujo.
Más ejemplos. Gaztelueta es el segundo colegio que más alumnado gana en este tiempo y aumenta sus matrículas en un 20%. Más allá de la atracción que pueda generar en sus familias, lo cierto es que parte de ese superávit se debe al trasvase de estudiantes desde Ayalde. Las nuevas leyes educativas –la estatal y la autonómica– han obligado a estos dos centros, así como a Munabe, a dejar de segregar al alumnado por sexos –lo que se conoce como educación diferenciada– para pasar a ser mixtos si quieren mantener la financiación pública.
Cierre progresivo
Esto explica también por qué Munabe es el colegio de Bizkaia que, en proporción, ha perdido más alumnado, casi la mitad. Al fusionarse con Ayalde, todos sus estudiantes se trasladan de forma escalonada a las instalaciones de este último centro. De hecho, el año que viene Munabe ya no contará con Primaria.
Una situación similar es la que ha vivido la escuela pública Tomás Camacho, en Irala (Bilbao). El departamento decidió hace años cerrar el centro de manera progresiva, así que cada curso que pasa pierde un nivel, una situación que sus gestores han denunciado en varias ocasiones; la última, el pasado mes de enero, coincidiendo con el centenario de la escuela.
Otros centros que, en la red pública, conforman el anverso de Tomás Camacho son Elortza, en Urduliz, o la ikastola Karmelo, en Bilbao. La localidad de la Margen Derecha es una de las que más ha crecido en población en los últimos años, en parte por las distintas promociones inmobiliarias que se han ejecutado. En cuanto a Karmelo, se trata de un centro de referencia en el barrio de Bolueta y se encontraba próxima a Mina del Morro, escuela que se ha cerrado hace pocos años, por lo que todo apunta a que la ikastola ha absorbido ese alumnado.
Trasvase de estudiantes
La estadística no tiene en cuenta las matrículas para el próximo año académico, que aún no está disponible. Por eso no refleja algunos trasvases de alumnado que han tenido lugar en los últimos meses. En Bilbao, el cierre de Scientia School tras retirarle el Gobierno vasco el concierto educativo por «irregularidades» en la gestión provocó que sus familias se repartieran entre otros centros de la zona. Y la fallida fusión entre Jesús María y Jesuitinas, la primera que iba a tener lugar en Bizkaia entre centros concertados, ha provocado también una fuga de matrículas de JM, que baja la persiana en agosto, hacia colegios como Ayalde o, Esclavas de Fátima, entre otros.
En la red pública también se preparan fusiones. El departamento ha elaborado los decretos para juntar el próximo curso Maestro Zubeldia y Virgen de la Guía (Portugalete), Txurdinaga y Pío Baroja (Bilbao) y Ongarai y Anaitasuna Ikastola (Ermua). En una comparecencia parlamentaria, responsables de la consejería explicaron que están en contacto con «muchas» direcciones de centros para avanzar en fusiones.
Porque, más allá de que la mayoría de centros educativos pierden alumnado, para algunos este decrecimiento los coloca en una situación límite. Según los cálculos realizados por este periódico con los datos oficiales, en torno a una treintena de colegios y escuelas están en riesgo de cierre en el corto plazo. Se trata de centros que han perdido un tercio de su masa crítica y que, además, han pasado a tener sólo una línea, es decir, un aula por curso.
Centros ricos, centros pobres
Son, sobre todo, centros católicos y públicos y muchos acogen alumnado vulnerable. «Somos una sociedad muy dualizada, donde las clases más acomodadas intentan evitar que sus hijos estudien con alumnado menos pudiente», apunta Ricardo Arana, analista educativo. Es la famosa segregación, que en Euskadi es más acusada que en el resto de España, salvo Cataluña. «Algunos de esos centros en riesgo de cierre no interesan a la mayoría de la población porque son de pobres», añade.
María Segurola, investigadora de la Fundació Bofill de Cataluña y experta en políticas contra la segregación en el ámbito municipal, advierte del riesgo que, ante la caída de la natalidad, supone mantener abiertas las mismas plazas escolares. «Si existe una sobreoferta, las medidas para tratar de atajar la segregación no sirven para nada», subraya.
Según algunas proyecciones, el bajón demográfico pondrá en peligro 2.000 puestos de trabajo docentes. Lucas Gortazar, director del área educativa de EsadeEcPol, ha estudiado esta cuestión. A su juicio, habría que aprovechar el «excedente», tanto de recursos económicos como humanos, para reforzar la codocencia –que haya más de un profesor en el aula al mismo tiempo, algo que ya se pone en práctica en algunos colegios– o refuerzos en competencias básicas como Matemáticas y Lectura. El departamento ha puesto en marcha planes en este sentido.
Las matrículas en el aula de 2 años dan un respiro y crecen un 0,8%
Las matriculaciones en el aula de 2 años, que es el nivel de entrada más habitual al sistema educativo vasco, darán un respiro a los centros educativos el próximo curso. Según datos oficiales a los que ha tenido acceso este periódico, un total de 11.916 menores han sido inscritos para el año escolar que arranca en septiembre, lo que constituye un ligero incremento del 0,8% respecto a los datos de hace un año.
El 95% de los 11.822 alumnos matriculados en este nivel el pasado curso fueron admitidos en su primera opción, una cifra similar a ejercicios anteriores. El resto fueron derivados a centros que no eran su prioridad. En muchos casos esto se debió a las medidas puestas en marcha por el Departamento de Educación para combatir la segregación escolar, como la obligación de reservar una serie de plazas para alumnado vulnerable.
La matriculación en los últimos años no ha seguido una tendencia uniforme. Hace dos cursos, el número de inscripciones creció un 1,5%. Fue el primero sin restricciones por la pandemia, lo que influyó en la cifra. Un año después volvió a caer de forma notable, casi un 3%, y ahora vuelve a recuperarse.
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