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Carlos Benito y Marta Madruga
Domingo, 2 de octubre 2022
A los niños de hoy les suele chocar mucho que, hace treinta y tantos o cuarenta años, todos los compañeros de clase fuésemos tan parecidos étnica y culturalmente: observan aquellas fotos de fin de curso, con cuatro hileras de críos que lucíamos más o menos la misma tonalidad de piel, y les parece estar contemplando una imagen de otro país extrañamente monótono.
Pues bien, el colegio Amor Misericordioso, del barrio bilbaíno de Irala, viene a ser el extremo opuesto a aquella homogeneidad que algunos se empeñan en mantener: en vez de hablar simplemente de una escuela con una diversidad asombrosa de orígenes y culturas en su alumnado, hay que dar un paso más y aclarar que ese rasgo se ha convertido en la principal seña de identidad de este centro concertado de modelo B.
En el Coami, como suelen llamarlo (es la contracción que aparece en los polos y suéters de su uniforme), conviven 39 nacionalidades y 17 confesiones religiosas distintas. Veamos sus orígenes en un mapa.
juan luis uskola
Responsable de Refuerzo Lingüístico
¿Como es educarse en un colegio así? Pues les hemos preguntado a ellos. Hemos hablado de sus cosas, de su llegada a Bilbao, de la vida en el colegio, del racismo, si lo sienten, y del futuro que ellos creen que les espera. Y hay sorpresas. Si todo sale según lo previsto, entre los chavales está un futuro presidente de Burkina Faso.
Todos hemos sido 'el nuevo' alguna vez. Pero a ellos le ha tocado serlo en situaciones más difíciles: sin dominar el idioma, sin una red de amigos y sin controlar el rol social que se espera de ellos. ¿Cómo se afronta esto en un colegio en el que se producen 56 incorporaciones no esperadas en un mismo curso?
«Esto es un reflejo de la realidad: si bajas a Zabalburu o te vas a Londres, te vas a encontrar algo parecido. Encajar todas las diversidades es un reto diario, pero un reto bonito», resume la hermana Cristina, secretaria y exdirectora del Coami.
david (perú)
Estudiante
Nadie puede decir que sea tarea fácil conducir un colegio de estas características. De hecho, todo el mundo reconoce que resulta bastante difícil, pero también apasionante. «Este colegio no educa solo al alumnado, sino también a quienes trabajamos aquí. Te haces un profesor o una profesora diferente. Hay que involucrarse mucho, con una intensidad que puede dejarte exhausto. Y también educamos a las familias, ayudándolas en todo lo que podemos, porque muchas no dominan el funcionamiento del sistema: ahora estamos con el ajetreo de las becas y a veces tenemos que andar persiguiéndolos», confiesa David Martínez, director desde hace dos años.
En una clase de diversificación curricular (grupos reducidos de ESO para estudiantes con apuros académicos a pesar de su capacidad) están nueve alumnos: dos de Colombia, una de Bolivia, uno de Honduras, uno de Paraguay y tres nacidas en Bilbao: una hija de cubanos, otra de bolivianos y la tercera... de bilbaínos. «Este patio sí que es diferente. ¡Hay personas de todo el mundo!», dice Mishan, de origen nepalí.
«Me encanta este cole, nos apoyan mucho. Aunque seas muy pasota, consiguen que te centres: conmigo lo han conseguido, he cambiado de mentalidad», dice Nagore, hija de cubanos.
javi garrido
Profesor
En las clases del Coami se tratan temas tan poco habituales, y tan importantes para estos chavales, como el reencuentro: muchos de ellos han llegado a Bilbao ya adolescentes para reunirse con una madre o unos padres a los que no habían visto desde su primera infancia. Tienen que aprender a vivir en un lugar nuevo, con normas nuevas, con idiomas nuevos. «Hay colegios en los que no saben qué hacer con este tipo de alumnado. No vale la respuesta fácil de 'este alumno no puede'. No vale animarlos a marcharse al curso siguiente», plantea el director.
Trabajar con ellos y con sus familias suele ser fuente de quebraderos de cabeza (desde la disciplina y el absentismo hasta la propia pelea académica), pero todos los profesores coinciden en subrayar las gratificaciones: «Es un orgullo que alumnos que han llegado en Primaria o al principio de Secundaria, sin entender castellano ni euskera, lleguen a la Universidad –comenta Juan Luis Uskola–, pero también lo es ver cómo un alumno, pese a todas las dificultades, consigue sacarse el graduado».
«Si tienes estudios puedes aspirar a algo importante», dice el nigeriano Samuel en su conversación con David, originario de Perú. Y no hay ambiciones pequeñas: quieren ser abogados, jueces, microbiólogos y hasta presidentes de su país «para acabar con la pobreza y la corrupción».
Sí, a ellos también les gustaría ser futbolistas de mayores. «Pero eso es muy difícil, hay que tener un plan B», advierte David.
maite cadiñanos
Andereño de 2º de Primaria
El colegio está sembrado de historias de superación, de alumnos que llegaron sin saber nada de castellano y, por supuesto, ni una palabra de euskera, un idioma que por regla general se les atraganta. Pero lo intentan, y ven con desagrado y cierta resignación a aquellos que evidencian comportamientos racistas ante ellos. «Aún ahora el 0,2% de la población piensa que la Tierra es plana», dice Samuel, como para reforzar la idea de que es imposible convencer a todo el mundo de algo. «Si alguien piensa que tú por ser de otro país eres de menos, y él por ser de aquí es de más... pues pasa, ya está», recomienda Sofía, una alumna marroquí.
Y ellos, ¿se ven diferentes? ¿Sienten racismo en su día a día? Abordamos la cuestión espinosa, ante la cual los chavales tienen diferentes sentimientos. No comprenden que nadie pueda sentirse superior por su origen o el color de su piel. «¿En el siglo XXI? ¿En serio? Es estúpido».
A estas alturas ya sabemos que a Samuel, originario de Nigeria, lo que le gustan son los números. Así que no extraña que para hablar sobre el racismo y la igualdad recurra a una película sobre científicos. Recuerda la historia de una matemática negra en la América segregacionista que tenía que abandonar su trabajo en la NASA para ir al baño, que no podía compartir con sus compañeras blancas. El aseo segregado al que debía ir por su color de piel estaba mucho más lejos y perdía mucho tiempo en ir y volver... hasta que Kevin Costner puso remedio al asunto.
Los protagonistas de este reportaje
Mishan
14 años
Nepal
Sofía
15 años
Marruecos-Argelia
Hamidou
15 años
Burkina Faso
David
15 años
Perú
María
16 años
Bolivia
Samuel
16 años
Nigeria
Josune
16 años
Bolivia
David Martínez
Director del centro
Begoña Adán
Profesora
Juan Luis Uskola
Profesor refuerzo linguístico
Textos Carlos Benito
Video Marta Madruga, Pablo del Caño y Badr Eddine Benbrahim
Diseño web Anartz Madariaga
Coordinación Aitor Alonso
Publicidad
Óscar Bellot | Madrid y Guillermo Villar
José A. González y Leticia Aróstegui (gráficos)
David González
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