Esther Soriano, junto a su hija Inma Abascal, tuvieron que coger un taxi para llegar al hospital de Cruces. L. G.

«He tenido que coger un taxi para poder llegar al hospital»

En transporte privado, en coches de familiares... Numerosas personas han tenido que buscarse la vida este lunes para poder llegar a tiempo a consultas y sesiones en los centros sanitarios debido a la huelga indefinida de las ambulancias

Lunes, 19 de febrero 2024, 14:43

La huelga indefinida en las ambulancias afecta desde este lunes a miles de vascos, que están viendo trastocado su día a día por los paros ... del transporte de emergencias, que seguirán activos hasta que se logre desatacar el conflicto. Salvo las UVI móviles y el helicóptero, que pertenecen a Osakidetza, el resto del servicio, ya sea urgente o programado, actuará con servicios mínimos.

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Esta es la quinta huelga, desde octubre, de este sector, que cuenta ya de por sí con unos recursos escasos en comparación con los de otras comunidades autónomas, tanto a nivel de vehículos como también de facultativos. Esta decisión de parar de nuevo, sin fecha, para elevar aún más el tono de las peticiones de mejoras de los empleados, afecta desde este lunes a miles de vascos. En esta primera jornada ha habido numerosas personas, como la baracaldesa Esther Soriano, o la getxotarra Rosa María Martín, que se las han tenido que ingeniar para poder llegar a tiempo a los centros sanitarios.

  1. «He tenido que coger un taxi porque no me aseguraban que vinieran a recogerme»

Esther Soriano, junto a su hija Inma Abascal. L. G.

Esther Soriano, vecina del barrio baracaldés de San Vicente, sufrió un ictus hace unas tres semanas. «Se me formó un coágulo y me caía todo el rato para el lado izquierdo, donde me salió», cuenta la mujer a este periódico. Al principio veía doble, y ahora le ha dejado sobre todo secuelas en el equilibrio. Anda con la ayuda de una muleta, y tres veces a la semana acude a una sesión de rehabilitación al hospital de Cruces. Este lunes le tocaba, y en vista del inicio de la huelga indefinida de ambulancias, una de sus hijas llamó a primera hora para saber si alguien pasaría a recogerla por su domicilio. «Nos dijeron que no nos lo podían asegurar, así que hemos tenido que coger un taxi», ha afirmado junto a su hija, Inma Abascal, en la entrada de consultas externas.

El viaje les ha salido por unos 12 euros. «Cuando estábamos de camino nos llamó el chico de la ambulancia, hubiéramos llegado con él a tiempo, pero no nos podíamos arriesgar». Esa incertidumbre les espera el miércoles y también el viernes, los días que Esther está citada para llevar a cabo su rehabilitación. «Si tengo que venir siempre en taxi igual me lo pienso, porque me puede salir por un pico, y si hago que algún familiar me traiga en coche aquí no hay quien aparque, y el parking no es nada barato», ha lamentado. Para volver este lunes a su casa, después de una hora de espera y varias llamadas, pudo lograr que un conductor de una ambulancia, que en principio no tenía asignado su traslado, la devolviera a su domicilio junto a su hija.

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  1. «No nos va a quedar más remedio que esperar y esperar»

Rosa María Martín esperando en Cruces este lunes la llegada de una ambulancia. L. G.

Después de casi una hora de espera Rosa María Martín fue recogida este lunes por la mañana por una ambulancia en su casa, en Getxo, para acudir al hospital de Cruces a una sesión de rehabilitación respiratoria. «Estuve a punto de tener que llamar a un taxi», ha contado a EL CORREO, mientras aguardaba, un tanto resignada, la llegada de otro vehículo sanitario para irse a su domicilio a descansar. «Ya me han dicho que no saben si vendrán. Aquí me quedaré un rato, y si no aparece tendré que buscarme la vida».

Lleva unos dos meses acudiendo a esta consulta y aunque en una ocasión ha asegurado que estuvo esperando dos horas por una ambulancia, lo normal es que acuda a recogerla, o a llevarla al hospital, «con solo unos minutos de retraso». «Esto es un trastorno que va a durar varios días, y no nos va a quedar más remedio que esperar y esperar. En mi caso podría traerme una hija en coche pero ya tendría que buscar a alguien que cuide de su hijo, que está enfermo, y no es una situación fácil», ha explicado. Junto con Rosa acude a la misma sesión de rehabilitación Yolanda Montalván, vecina de Sodupe a la que le ha llevado su marido a Cruces. «El día que no pueda traerme él y siga la huelga, a ver cómo lo hago desde allí».

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