Del cóctel al cáliz: el expresidente de los bármanes de Bizkaia deja la hostelería por el sacerdocio

Tras vender el pasado diciembre el Gin Fizz, una de las mejores coctelerías de la villa, se trasladó a Palencia, donde ha volcado su faceta sacerdotal en una casa «para vocaciones adultas», propiedad de Pía Unión de San Pablo Apóstol, una organización religiosa fundada por su primo, Pablo de Rojas, que se considera legítimamente católica, pero rechazada por el Vaticano. De hecho, 'monseñor' Rojas, que hasta su marcha de Bilbao se paseaba por la ciudad con ropajes de obispo preconciliar, fue excomulgado por el prelado Mario Iceta. De Rojas y Fran participaron varias veces en desfiles de moda de época por la Gran Vía.

Ceacero, un jienense de Linares, trabajó en un buen número de locales bilbaínos antes de despuntar en el Bernardo, un templo de los combinados. En cuanto pudo, empezó a trabajar por su cuenta, mientras barría en todos los concursos profesionales a los que se presentaba. Lo mismo ganaba certámenes de vermús preparados que dejaba huella con sus gin-tonics. «Es un auténtico espectáculo verle trabajar», elogió un periodista británico del 'The Daily Telegraph'. Un artista de la barra que coronó su prestigio con el nombramiento de presidente de la Asociación Barmen de Bizkaia y la constitución de la primera escuela de coctelería de Euskadi.

Ceacero mostró carácter cuando la entidad vizcaína fue expulsada de la organización española, aunque un juez revocó posteriormente esta decisión. «Se nos echó por el capricho personal de un directivo donostiarra que engañó a sus socios para vengarse», aplaudió. Redondeó su popularidad elaborando cócteles en la fiesta que siguió a la entrega de los premios MTV, celebrada a finales de 2017 en el BEC.

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En el sector llamaban la atención sus «maneras curiles», según confiesan algunos compañeros que prefieren permanecer en el anonimato. Un reconocido hostelero confiesa que no paró hasta hacerse con una talla religiosa tras la «enorme impresión que le produjo» al descubrirla en un conocido restaurante. «Es muy religioso, con un gran perfil espiritual», apunta Manu Iturregi, propietario del Residence, que le sustituyó en junio del año pasado al frente de la presidencia de los barmen. «Igual ha recibido la llamada de Dios», sugiere.

Algo hasta cierto punto lógico en este licenciado en Filosofía, que estudió en Alemania, y que de pequeño ejerció de monaguillo en la parroquia del barrio Las Américas, donde transcurrió su niñez. Dejó notar su origen en el mundo de la coctelería al servir cócteles hechos con vinos de Jerez. «Tengo distintas variedades de olorosos y amontillados», recordaba Ceacero, que ha declinado realizar cualquier comentario sobre su nueva vida. «Forma parte de mi ámbito privado y, además, no es una cosa nueva. Simplemente, he dejado la hostelería para centrarme en lo mío», esgrime este sacerdote, que confiesa guardar «muchos más secretos» de los que algunos piensan y que procura pensar mucho las cosas, aunque en una entrevista a este periódico reconocía que hablaba «más rápido» de lo que pensaba. Lo que no ha variado un ápice es su fascinación por los uniformes. Ahora ha cambiado los tirantes, chalecos y dentales de los clásicos 'bartenders' por las sotanas.