No cobran la RGI ni mueren en Euskadi: así es la desconocida comunidad china vasca
No son invisibles, pero sabemos muy poco de la vida que hacen entre nosotros. Ocho chinos llegados en diferentes épocas nos hacen un retrato de un grupo social que alcanza las 6.000 personas (y de las que solo 47 están en el paro)
Chen Feng suelta una sonora carcajada cuando alguien le pregunta si en su restaurante sirve carne de perro: «Aquí no. Pero sí que la he ... comido en China, porque mis abuelos tenían un restaurante coreano en el que había dos platos típicos: fideos fríos y carne de perro. Claro que eso fue hace mucho tiempo y ahora las cosas han cambiado». La sonrisa se le congela cuando se le inquiere sobre si paga impuestos: «¡Pues claro! De hecho, he recibido una ayuda del Gobierno vasco para pymes y una de las primeras cosas que me preguntaron quienes la otorgaban era si tenía Ticketbai. Se sorprendieron cuando les mostré que lo había implantado en cuanto abrí el restaurante, porque era el único».
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Chen no responde al prototipo de chino que predomina en Euskadi: es alto, es homosexual, procede de la provincia nororiental de Jilin, y ha huído del rollito de primavera y del arroz tres delicias para apostar por un concepto nuevo en Dumpling+, un pequeño establecimiento en la calle Somera de Bilbao en el que sirve las pequeñas empanadillas típicas del gigante asiático detrás de una persiana decorada con todo tipo de eslóganes independentistas. «Yo soy diferente. La mayoría de los chinos aquí procede de Qingtian y ha creado un círculo bastante cerrado. Incluso para mí», afirma.
Pan Minling sí responde a los estereotipos predominantes sobre la comunidad china. Es propietaria de Hui Hao Jia, un comercio mitad bazar y mitad supermercado con productos alimentarios de toda Asia en la plaza Zabalburu. Llegó hace dos décadas a la capital vizcaína, aún no se desenvuelve bien en español, y reconoce que vive para trabajar y darles así un futuro mejor a sus hijos. Solo le molesta un tópico: «Nuestros productos son de buena calidad. Hay diferentes estándares según el precio, y no es lo mismo el mercado africano que el europeo. Nosotros elegimos los mejores productos».
Chen y Pan son dos de las muchas caras diferentes que componen la comunidad china en Euskadi, a la que nos acercamos en profundidad de la mano de ocho de sus miembros.
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Estos son, con su nombre en chino, su desempeño y procedencia:
La inmigración china en Euskadi arrancó mucho más tarde que en el mundo anglosajón y en países del norte de Europa. Los primeros migrantes del gigante asiático llegaron procedentes de Taiwán en las décadas de 1970 y 1980. Fue entonces cuando se abrieron los primeros restaurantes chinos y los vascos asistieron a un choque cultural súbito con personas con unas tradiciones muy alejadas de las locales.
Pero fue un proceso lento. El siglo XXI arrancó con solo 739 ciudadanos chinos residentes en la comunidad autónoma. El número creció con fuerza durante la primera década. La segunda se estancó, y, tras alcanzar un récord de 6.168 en 2020, ha comenzado a bajar hasta quedar en los 5.986 chinos que residen actualmente en el País Vasco.
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La primera generación tuvo más fácil venir y establecer sus negocios aunque no hablaban el idioma, porque apenas tenían competencia. Yo soy de los 80 y he tenido que trabajar mucho más, porque el mercado ahora está saturado.
Lin Yongzhen
Hostelería
La mayoría de los chinos que se mudan a Euskadi apenas saben adónde van. «Yo realmente quería ir a Alemania, pero como no me dieron el visado acabé en España. Primero en Marbella, y luego ya en Vitoria», explica Lin, que llegó a nuestro país en 2004. Cuatro años después aterrizó Zheng Liuxia. Llegó con un título de enfermera que no logró convalidar y con el que nunca ha ejercido en Euskadi. «Lo único que sabía es que había terrorismo», cuenta azorada esta mujer, propietaria de un salón de estética y una tienda. Sin embargo, todos coinciden en señalar que el País Vasco les ha cautivado.
«Dicen que los vascos son muy fríos, pero me parece lo contrario. La gente me trata muy bien. Y Bilbao es una ciudad que me encanta: con el mar y la montaña cerca, un tamaño muy asequible, y una gran calidad de vida»
Hu Yuan
Diseño de joyas y accesorios
Son emprendedores
Trabajo duro y una red salvavidas
Uno de los denominadores comunes de la comunidad china en Euskadi, y prácticamente en todo el mundo, es su carácter emprendedor. La gran mayoría trabaja por su cuenta, como autónomo o empresario. Según los datos proporcionados por Lanbide, solo 47 chinos están registrados como parados y únicamente 15 perciben la Renta de Garantía de Ingresos. Un número prácticamente testimonial entre los más de 50.000 perceptores en Euskadi
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«Si somos del mismo lugar y nos va bien, nos ayudamos. Por ejemplo, a los dueños de una tienda de ultramarinos que conozco unos amigos les prestaron toda la mercancía para que pudiesen arrancar el negocio. Ya se la pagarían cuando la vendiesen. Yo, sin embargo, no conocía a nadie y he optado a las ayudas del Gobierno vasco»
Chen Feng
Hostelería
«Como tengo una escuela pequeña, prefiero hacer todo yo antes que contratar a gente. Porque es muy poco estable: cada medio año, los empleados se cogen una baja por depresión o por asuntos familiares. Y luego los impuestos son muy elevados. Al final te queda muy poco dinero»
Qin Yingying
Enseñanza de idiomas
Quizá por eso, cada vez son más los chinos que aspiran a trabajar por cuenta ajena. Es el caso de Ding Chen, que está empleada en el departamento de Compras de la cooperativa Orbea.
«En Asia la cultura empresarial es mucho más jerarquizada. El jefe es casi dios. Yo he descubierto el socialismo en Orbea, porque aquí todo el mundo tiene voz y voto. El CEO ni siquiera tiene un puesto fijo en la oficina, y me emociona que la gente trabaje en lo que le apasiona para crear una riqueza que se reparte. Que se anteponga el bien común al beneficio personal»
Ding Chen
Departamento compras Orbea
Diversidad
Una comunidad cada vez más alejada de los estereotipos
La llegada de perfiles profesionales como los de Chen, Hu o Ding añade una diversidad creciente a la antes homogenea comunidad china. «Los primeros chinos salieron de un país poco desarrollado para hacer realidad sus sueños. Eran más tradicionales y quizá más cerrados, porque se mueven solo en sus círculos, pero ahora los jóvenes tienen todo tipo de inquietudes y se integran mucho mejor», analiza Hu. A ellos se suman estudiantes que ven en el español un trampolín para las relaciones comerciales con Latinoamérica, aunque la mayoría opta todavía por formarse en instituciones de Madrid y Barcelona, donde la diversidad es mayor.
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«Los niños nacidos aquí de padres chinos van a cambiar la percepción de la comunidad china, porque han estudiado aquí, están totalmente integrados, y tienen una mentalidad diferente. Lo que no quiero es que pierdan sus raíces, y por eso no hemos solicitado la nacionalidad española»
Zheng Liuxia
Comercio
Estos niños nacidos en Euskadi en el seno de familias chinas a menudo tienen una existencia peculiar. Buen ejemplo de ello es Hu Chenxi, que vino al mundo en Bilbao pero aún no es capaz de hablar español. «Me enviaron a China hasta que tuve 3 años y ahora estudio en el colegio americano», cuenta con sonrisa avergonzada mientras Qin le da clase de chino, porque el idioma en el que se comunica con más soltura es el inglés. Es uno de muchos casos.
«Si los padres tienen que trabajar, necesitan que alguien cuide de sus hijos. Tener una niñera es caro, así que los envían a China para que los abuelos cuiden de ellos. Es triste, pero a veces la vida es dura y te fuerza a separarte de tus hijos para centrarte en los negocios. Y lo bueno es que así aprenden chino»
Qin Yingying
Enseñanza de idiomas
Todos los entrevistados para este reportaje coinciden en señalar que entre sus prioridades está darles a sus hijos oportunidades que ellos no tuvieron. «Una de mis alumnas de Durango, que tiene 18 años, rechazaba lo chino y ahora lo aprende porque se avergüenza de ser china y no hablar el idioma», comenta la profesora. Pero Qin y su marido vasco tienen claro que su prioridad es que el hijo de ambos disfrute de la vida.
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«Presionamos mucho a los hijos para que estudien. La diferencia en la mentalidad la veo claramente en el grupo de WhatsApp de los padres del colegio: para los de aquí, lo más importante es la felicidad y la libertad de los hijos; pero, para los chinos, lo más importante son las notas. Yo trato de buscar un equilibrio entre ambas»
Zheng Liuxia
Comercio
Nostalgia y regreso
No, no mueren aquí
La China de hoy tiene poco que ver con la de ayer. Ya es la segunda potencia mundial, la primera si lo que se mide es su fuerza comercial y manufacturera. Por eso, cada vez más personas ven en su territorio las oportunidades que los chinos antes buscaban en Occidente, donde la situación no es especialmente boyante. «Muchos chinos ahora no encuentran trabajo en Euskadi, muchas tiendas han cerrado por culpa de la pandemia y de la guerra en Ucrania, y la situación económica no es como antes. Me preocupa también el incremento de los tipos de interés, porque tengo dos hipotecas y han subido 600 euros al mes. Si sigue así, igual no podremos pagar», comenta Zheng.
«En la reducción del número de chinos en Euskadi hay una combinación de factores: por un lado, la pandemia se sufrió más aquí. En 2020 y 2021, la mayor parte de la gente en China podía hacer vida normal mientras aquí estábamos con la quinta o la sexta ola. Además, la mayoría de quienes viven aquí tienen negocios de hostelería o bazares. Y la hostelería ha sido el sector más castigado. Europa ha tardado más en recuperar la normalidad y por eso algunos se han marchado»
Ding Chen
Departamento compras Orbea
«Los chinos somos objeto de muchos robos, porque la gente cree que tenemos dinero y que formamos una comunidad débil. Piensan que apenas conocemos el idioma y las leyes, y que nos relacionamos poco con la gente local. Por eso aprovechan la situación. Me enfada y me preocupa que me vayan a robar a mí o a mis hijos»
Zheng Liuxia
Comercio
Esta coyuntura, sumada al crecimiento de la inmigración desde otros puntos del planeta, provoca que la población china vaya perdiendo peso en el conjunto de los extranjeros residentes tanto en Euskadi como en el conjunto de España.
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Por otro lado, la combinación de una China en auge y un Occidente en cierto declive resta atractivo a quedarse en Euskadi entre los inmigrantes menos integrados. Por eso muchos chinos deciden regresar a casa cuando llegan a cierta edad. Pan, por ejemplo, reconoce que ya siente nostalgia.
«La gente de nuestra generación piensa en volver cuando envejece, porque todo allí es más fácil, pero los jóvenes están más integrados y se quedarán»
Pan Mingling
Comercio
«En Euskadi hay una buena sanidad, pero en China es más eficiente. Si pagas, te tratan inmediatamente. Por eso la gente vuelve si enferma. Y tenemos un refrán que ponemos en práctica: las hojas caen cerca de la raíz. Cuando sea demasiado vieja para coger un avión, quizá me quede en China»
Lin Yongzhen
Hostelería
Seguramente ahí reside el quid de una de las muchas leyendas urbanas que aún lastran el imaginario colectivo relacionado con la comunidad china: que sus miembros nunca mueren, que nunca verás una esquela. Sí, mueren. Pero lejos de aquí.
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