Los chicos, cada vez más machistas
Retroceso. «Hoy el machismo es más sutil. No le dicen a su novia: 'no salgas', pero le piden que mande una foto del reloj de pared para saber a qué hora ha llegado»
Cada noche, dejo la cámara del WhatsApp encendida para que mi novio vea que estoy durmiendo». «Cuando salgo, le mando una foto del reloj de pared de casa para que sepa que no le estoy mintiendo sobre la hora a la que he llegado».
Eso lo han contado ellas. Y él: «Cuando nos acostamos, a mi novia no le gusta que le estire del pelo ni que le escupa». Bárbara Zorrilla es psicóloga sanitaria y forense y experta en violencia de género. Estos testimonios los ha escuchado en consulta. Las chicas justificaban a sus parejas -«no es que me controle, es que me quiere proteger»- y el chaval no entendía por qué su novia se negaba a hacer eso que las mujeres sí hacen en el porno. No es la foto general de la juventud, obviamente, pero estas tres situaciones son reales. ¿Casos aislados? Las últimas encuestas dicen que no, que el discurso machista gana terreno entre los chicos de 14 a 29 años. ¿Por qué cada vez hay más chavales machistas?
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Las cuatro expertas consultadas coinciden en que el fenómeno «va asociado», en gran parte, al viraje ideológico a la derecha de este sector de población. «Hace diez años no teníamos a un Trump diciendo lo que dice, ni a un partido legítimo con un discurso contra el feminismo. Opiniones así siempre ha habido, pero antes les daba vergüenza decirlo», esboza como punto de partida Amparo Lasen, socióloga y profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Coincide Zorrilla: «Hay sectores conservadores que dicen que la violencia de género no existe -así lo cree el 20% de los varones jóvenes españoles, según un estudio del Centro Reina Sofía- y que transmiten el mensaje de: 'les creen a ellas, pero no a nosotros'... Y eso cala».
Ellas dicen
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«Hay muchos roces, los hemos sufrido en las discotecas. Es súper normal. No lo puedes denunciar»
Ellos dicen
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«La pregunta de si vas a ser madre en una entrevista de trabajo... no creo que lo pregunten para joder, sino que miran por la empresa. La compañía puede tener razones para decir: 'Pues igual es mejor contratar a alguien que no tenga pensado ser madre y, así, tenerle durante más tiempo'»
Cala porque se lo cuentan en un lenguaje que ellos entienden, el de la cultura digital. «La base popular del feminismo ha crecido, de hecho el 33% de los hombres se declara feminista, se han aprobado leyes... así que hoy lo antisistema, lo transgresor, lo políticamente incorrecto, la contracultura es ser antifeminista», explica Elisa García, profesora e investigadora de Sociología de la UCM. Y hace hincapié en que, además del mensaje, tienen el 'altavoz'. «Los chavales pasan entre cinco y ocho horas conectados, de modo que las redes sociales se han convertido en un agente socializador brutal. Tú vas a dar una charla sobre el 8 de marzo al instituto, pero ellos siguen al gurú de TikTok que difunde el discurso antifeminista en vídeos rápidos con música épica».
Más que eso: «Hay youtubers de referencia para los adolescentes que suben vídeos en los que explican cómo emborrachar a una chica para luego acostarte con ella», alerta Zorrilla. Y no hay que tener más de 13 años para ver TikTok -esa es la edad legal- «porque esos vídeos circulan por los grupos de WhatsApp, se cuelgan en los estados...».
'Me parto la cara por ti'
¿Cómo 'competir' con algo así? No con las campañas de igualdad que promueven las instituciones, desde luego. «Las campañas siguen presentando la violencia machista de manera muy explícita: 'eres una puta', 'no puedes salir'. Pero hoy el machismo es más sutil que antes. Ya no se trata de que las mujeres no puedan votar o divorciarse, cuestiones que se percibían como una injusticia. En la actualidad se ejerce de formas que ellas a veces no identifican: 'Te acompaño a casa', 'dime dónde estás', 'si te has acostado con otros te tienes que acostar también conmigo'... No le dicen a su novia: 'no salgas con tus amigas', sino: 'esa amiga tuya es una guarra y si salís a ligar, yo luego me tengo que partir la cara por ti'.
48 mujeres fueron asesinadas en 2024
a manos de su pareja o de su ex pareja. Casi todas tenían entre 31 y 50 años. En 11 de los casos, la víctima había interpuesto una denuncia previamente, según datos del Ministerio de Igualdad
Entonces ella acababa pensando: 'pobrecito'. Y no sale, generando así una situación de dependencia. Que te digan: 'cállate, que no tienes ni idea' ya debe ser una señal de alarma», ilustra Bárbara Zorrilla.
Pero esa voz de alarma tiene que ser capaz de darla el grupo de iguales. «Está bien que una campaña les diga a los chicos: 'esto es violar, no follar'. Pero debemos llegar al punto en que su colega le diga: 'ey, tío, ¿qué haces? Eso es maltrato'. ¿Qué sucede? Que es duro pensar que tu amigo es un maltratador porque contigo es un chaval fantástico. Por eso, tendemos a justificarle. ¿Qué paso con la violación de 'La Manada'? Que muchos chavales dijeron: 'es que la chica se enrolló con uno', 'es que había bebido', 'es que entró al portal'...».
Dos claves
El grupo de iguales
«Hay que llegar a que el propio chaval le diga a su colega: 'ey, ¿qué haces? Eso es maltrato'»
Discriminación positiva
«Muchos jóvenes creen que el sistema de cuotas les está quitando 'su hueco'»
A los jóvenes no les llegan las campañas... ni les gustan algunas leyes. Según el último estudio del Observatorio Vasco de la Juventud, el 19% de los chicos de entre 15 y 29 años no está «nada de acuerdo» con la discriminación positiva a favor de las mujeres, las llamadas cuotas. «La idea que tienen muchos chicos es: 'me están quitando mi hueco, mis derechos'. Pero es que ese hueco no es de nadie. El problema es que los chavales están educados en un individualismo salvaje. Igual que yo tengo un privilegio por ser blanca respecto a las minorías étnicas, los hombres lo tienen por una cuestión de género. Por eso, si no hacemos políticas de discriminación positiva, las mujeres no van a estar ahí nunca. Pero es muy difícil convencerles de que den un paso atrás en su privilegio, hacerles ver que el otro (la otra) no es un competidor, sino una persona que forma parte de su mismo tejido social», explica Elisa García.
Ellas dicen
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«Cuando una mujer está enfadada dicen que grita. Pero si un hombre está enfadado, lo que sucede es que se impone»
Ellos dicen
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«El tema del feminismo me parece, de primeras, un concepto que, por la palabra, no está bien. Aunque sé lo que significa, creo que se le está dando demasiado bombo»
Sálvese quien pueda
Completa la argumentación Amparo Lasen: «La cuota no es un privilegio hacia las mujeres, sino un intento de que la desventaja de ellas lo sea menos. El problema es que el discurso oficial, el normativo, es 'somos iguales', aunque no lo seamos. Entonces, es normal que si les dices a los chicos que somos iguales vean la cuota como algo que no es justo o como un privilegio para la mujer». Porque aunque seamos iguales a ojos de la ley, «en la realidad les educamos en la competitividad y el 'sálvese quien pueda'». «Un alumno mío se quejaba de que había cuotas por discapacidad. Él no era consciente de sus privilegios. Como tampoco lo son los hombres de esa empresa que les transmite el mensaje 'cogemos a los mejores' y resulta que de cien empleados, noventa son varones».
Otro hito a conquistar, coinciden las expertas, es que la sociedad asuma que el feminismo «no es un favor a las mujeres», sino que redunda en beneficio de ellas... y de ellos. «Si un grupo de chicos va a una discoteca y a uno no le apetece ligar, se va a sentir presionado por el resto: 'anda, tíratela', 'eres un maricón'... ¡Si todavía hay quien piensa que el hombre que coge la baja paternal es un calzonazos!», llama la atención sobre este asunto Bárbara Zorrilla. Y eso sucede porque «ellos siguen obligados a desempeñar el papel de tío duro y a exhibir su virilidad, deben tener éxito, ganar dinero, ser autoritarios... Yo tengo chicos en consulta que no se atreven a contar a sus amigos que van al psicólogo porque reconocer que estás hecho una mierda se asocia a la vulnerabilidad y la vulnerabilidad se asocia a lo femenino».
Recuerda la experta que de niñas les decían que si un niño les levantaba la falda «era porque le gustabas». No estamos ahí. Pero tampoco muy lejos. «¿Qué les dicen a las adolescentes cuando empiezan a salir y a ligar?: 'cuidado'. Pero aún hay padres que les dicen a sus hijos varones: 'tú aprovecha todo lo que puedas'», advierte Lasen. ¿Y qué hacen ellos? «Responder a ese mandato».
74,2% de las chicas jóvenes en Euskadi
considera que la violencia machista es un «problema social muy grave» y así lo considera el 50,4% de los chicos de su misma edad, según datos recogidos en el informe del Ararteko.
Un mandato que, si no lo escuchan en casa, lo van a mamar en las redes, en la publicidad, en la calle. «No hay más que acercarse a una marquesina y fijarse en los anuncios. Una chica en bikini, por ejemplo. ¿Alguien piensa en lo incómoda que tiene que estar en esa postura, en que es una persona con sentimientos? No, porque solo vemos un trozo de carne. Deshumanizamos el cuerpo de la mujer, mostramos el pecho, el culo... Y los hombres socializan así. No solo hay intereses machistas detrás, también capitalistas porque ese cuerpo deshumanizado te anima a ir al gimnasio, a comprarte una crema...», advierte Estíbaliz Linares, profesora de la Universidad de Deusto e investigadora. «Es cierto que las redes muestran también otros modelos y hoy, por ejemplo, una mujer afro sube a TikTok un vídeo sobre cómo se cuida el pelo y tiene éxito, algo impensable hace unos años. Pero el discurso mayoritario es el de la mercantilización del cuerpo femenino. Lo vemos en los anuncios, en los videojuegos sexistas y violentos...». Y en el porno -los chavales se inician a los 12 años-. «El porno erotiza la violencia. Los chavales se excitan así y quieren repetir en sus relaciones lo que ven», advierte Zorrilla, muy crítica con la educación sexual. «Se limita a enseñarles cómo ponerse un preservativo para no contagiarse o no dejar embarazada a una chica».
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