Las carabelas portuguesas se extienden por Bizkaia: alertan de su presencia en ocho playas este sábado
Se han avistado ejemplares en la costa de Getxo, Sopela, Lekeitio, Muskiz e Ibarrangelu
Las temidas carabelas portuguesas han estado flotando a sus anchas y causando numerosas incidencias en el litoral gallego y asturiano. Hace un par de semanas ... alcanzaron la costa guipuzcoana y en los últimos días su presencia ha aumentado en aguas vizcaínas. Era cuestión de tiempo que activaran las alarmas en el territorio. El jueves, esta 'falsa medusa' —que en realidad no es un individuo, sino una comunidad— se dejó ver por Bakio, donde picó a dos bañistas que tuvieron que ser atendidos por los socorristas, aunque las heridas eran de carácter leve. También se las ha visto cerca de los arenales de Laga y La Arena. El viernes, la Diputación informó de avistamientos en Getxo, Sopela, Plentzia, Gorliz, Ibarrangelu Lekeitio. Y este sábado, se ha vuelto a sumar el de Muskiz.

Carabela portuguesa
(Physalia physalis)
Es un sifonóforo, no una medusa.
Flotador lleno de gas, transparente azulado.
Cresta o vela violácea
30 cm de largo y 10 cm de ancho
Tentáculos
Brazos de
alimentación
En cada cm2 hay
más de 1 millón de elementos urticantes.
LA PICADURA
Los tentáculos disponen de unos elementos urticantes que usan para capturar presas y como defensa.
1
En el interior de la cápsula hay un filamento enrollado y un veneno.
Disparador
Filamento
urticante
recogido
2
Cuando roza una presa, la presión y el cambio de temperatura hacen que se libere el filamento.
Los filamentos salen eyectados
3
Se clavan en la presa e inyectan el veneno.
Piel de la presa
Filamento urticante
desplegado

Carabela portuguesa
(Physalia physalis)
Es un sifonóforo, no una medusa.
Flotador lleno de gas, transparente azulado.
Cresta o vela violácea
30 cm de largo y 10 cm de ancho
Tentáculos
Brazos de
alimentación
En cada cm2 hay
más de 1 millón de elementos urticantes.
LA PICADURA
Los tentáculos disponen de unos elementos urticantes que usan para capturar presas y como defensa.
En el interior de la cápsula hay un filamento enrollado y un veneno.
1
Disparador
Filamento
urticante
recogido
2
Cuando roza una presa, la presión y el cambio de temperatura hacen que se libere el filamento.
Los filamentos salen eyectados
3
Se clavan en la presa e inyectan el veneno.
Piel de la presa
Filamento urticante
desplegado

Carabela portuguesa
(Physalia physalis)
Es un sifonóforo, no una medusa.
Cresta o vela violácea
Flotador lleno de gas, transparente azulado.
30 cm de largo y 10 cm de ancho
Hay minúsculas, de unos 3 o 4 cm de largo
Tentáculos
Brazos de
alimentación
En cada cm2 hay
más de 1 millón de elementos urticantes.
LA PICADURA
Los tentáculos disponen de unos elementos urticantes que usan para capturar presas y como defensa.
1
2
En el interior de la cápsula hay un filamento enrollado y un veneno.
Cuando roza una presa, la presión y el cambio de temperatura hacen que se libere el filamento.
Disparador
Filamento
urticante
recogido
Los filamentos salen eyectados.
3
Se clavan en la presa e inyectan el veneno.
Piel de la presa
Filamento
urticante
desplegado
Es el tercer año consecutivo en el que las carabelas portuguesas se incorporan al panorama estival de Bizkaia, para fastidio de muchos que sufren su urticante picadura o ven cómo su presencia en gran número fuerza a cerrar las playas, como ocurrió el jueves en Bakio. En los últimos veranos, julio ha sido su mes preferido para hacerse notar, aunque Luis Ferrer y Javier Franco, expertos del Centro de Investigación Marina y Alimentaria (Azti), explican que «las llegadas masivas de medusas y organismos similares pueden darse en cualquier época del año, incluyendo otoño e invierno». Sin embargo, apuntan que en los meses más calurosos, no pasan desapercibidas por la cantidad de usuarios y personal de servicio que hay en las playas.
Por el momento, la comunidad de carabelas portuguesas no ha llamado mucho la atención en los arenales del territorio y las picaduras que se han producido en Bizkaia y Gipuzkoa, no han sido graves. Ayer dos personas requirieron atención sanitaria por heridas leves relacionadas con este organismo gelatinoso en la playa donostiarra de Ondarreta. Pero su presencia podría aumentar en las próximas semanas empujadas por vientos de dirección norte y noroeste.
29 picaduras el año pasado
Pese a sus vistosos y atractivos colores, es mejor huir a la menor presencia de carabelas portuguesas, ya que tiene una de las picaduras más dolorosas y peligrosas, que puede provocar escozor, picor, y hasta fiebre y vómitos en el caso de personas alérgicas. Ferrer y Franco aseguran que, en caso de sufrir su ataque, es crucial «mantener la calma y actuar rápidamente para minimizar el daño».
Los expertos aconsejan acudir lo más pronto posible al puesto de salvamento más cercano. Y en caso de encontrarse en un lugar donde no hay socorristas, lo primero que se debe hacer es limpiar la herida con agua marina, «nunca con agua dulce, ya que ésta haría reaccionar a las células urticantes, que inyectarían más veneno». También es importante retirar de la piel y el bañador cualquier resto de tentáculo evitando hacerlo con contacto directo con la mano. El tratamiento pasaría por aplicar suero fisiológico y ponerse en el área dañada hielo metido en una bolsa. Sin embargo, «existen estudios que aconsejan sumergir la zona afectada en agua caliente, de entre 40 y 45 grados, durante 20 minutos», señalan los investigadores.
Más allá de las carabelas, conviene «no acercarse a ninguna medusa, y menos aún tocarla, ante la dificultad de distinguir las diferentes especies», subrayan los expertos de Azti. Y tampoco es acertado manosear a un ejemplar aunque esté muerto, pues sus tentáculos «pueden seguir inyectando veneno durante un tiempo».
El verano pasado, los socorristas vizcaínos contabilizaron 85 picaduras de organismos gelatinosos en las playas del territorio. 29 de ellas fueron causadas por carabelas portuguesas. Pero estos datos no son nada comparados con los que se registraron en 2023, cuando en total hubo 348 intervenciones. La 'falsa medusa' causó verdaderos estragos aquella temporada de baños, obligando a cerrar playas de forma constante y protagonizando 72 ataques.
Una 'vela' propia de las antiguas embarcaciones con la que recorren 500 kilómetros en un mes
Las carabelas portuguesas están coronadas por una 'vela' que las ayuda a seguir la dirección del viento y desplazarse hasta 500 kilómetros en un mes. Su travesía parte en aguas abiertas del Atlántico Norte y pueden llegar tanto a las playas del Cantábrico como a las Canarias. Esto se explica porque algunos ejemplares son diestros y otros zurdos, por lo que 'navegan' en función de su dirección dominante.
Se podrían considerar perfectos veleros que recuerdan a las embarcaciones de los siglos XV y XV «si no fuese porque suelen terminar varadas en la costa, donde mueren», argumentaba hace unos años en un reportaje de este periódico Luis Ferrer, investigador de Azti en el área de Ingeniería Costera y Oceanografía Operacional.
Aunque en los últimos años, su presencia ha sido una constante, lo cierto es que podrían darse temporadas en las que las carabelas no recalen en las costas vizcaínas. O todo lo contrario. Que lleguen por miles, como ocurrió en 2010, cuando se acercaron a las playas 3.500 ejemplares.
Hay otro factor para que las carabelas portuguesas y otros organismos proliferen en el litoral del territorio: la temperatura. El Cantábrico arrancó la temporada de baños con el agua a 23 grados, dos por encima de lo habitual para la época. Pese a que este hecho puede favorecer el crecimiento de las comunidades, los expertos apuntan que hay más circunstancias que influyen en el crecimiento, reproducción y desplazamiento, como «las condiciones del agua, la abundancia o escasez de alimentos y depredadores o el efecto de las riadas en la zona costera», entre otros.
El cambio climático y el calentamiento del mar podría propiciar la aparición de especies de medusas propias de zonas más cálidas pero, por el momento, por la costa cantábrica los bañistas pueden encontrar ejemplares de aurelias, veleros, pelagias, medusa azul, aguaviva o la crin de león.
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