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La temperatura del agua en el litoral vizcaíno era ayer incluso superior a la registrada en Málaga. Javier Cotera
El Cantábrico, tan caliente como el Mediterráneo

El Cantábrico, tan caliente como el Mediterráneo

La temperatura del agua es anormalmente alta este verano, pero esta vez no es culpa del cambio climático

agustín SÁNCHEZ

Jueves, 26 de julio 2018, 00:50

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Zambullirse en el Cantábrico este 2018 cuesta menos que en veranos anteriores. A lo largo de julio, ha habido jornadas en las que la diferencia con 365 días atrás era de tres grados. No es una cuestión de justicia divina, sino de ciencia. «En este caso concreto, parece que el calentamiento climático no es el culpable, aunque puede tener alguna relación», señala Raquel Somavilla, investigadora del Instituto Oceanográfico Español (IOE). Tampoco se explica únicamente con la transferencia de calor del aire al aire, porque en lo que va de mes, las temperaturas ambientales tampoco han sido tan extremas.

Los resultados que arrojan las boyas repartidas por el Cantábrico apuntan a que el fenómeno tiene que ver con la salinidad, que presenta valores inferiores a los normales. En la parte más superficial del mar se crea una capa de agua dulce, aislada del resto, que se calienta con mayor facilidad. Como este verano esa capa es más consistente, el efecto también es mayor. Y esa es el motivo, un tanto simplificado, de por qué el bañista 'sufre' menos cuando se mete en el mar Cantábrico, que si no fuera por las olas estos días podría confundirse con el Mediterráneo. No es una exageración, ayer en Málaga la temperatura máxima del mar fue de 22 grados, mientras que la boya Bilbao registraba a la misma hora 23.

Tras las abundantes precipitaciones del invierno y la primavera, la lógica podría hacer pensar que esas grandes masas de agua dulce que han llegado al Golfo de Vizcaya proceden de las lluvias y el deshielo, pero no. Somavilla sostiene que el origen está en los ríos franceses, mucho más caudalosos que los del norte de España. Cuanto más descarguen, más baja la salinidad, que como ahora también ha estado por debajo de la media en enero y febrero. Eso provocó que el agua también absorbiera más rápidamente el frío. Pero fueron muchos menos los que lo notaron, los pocos valientes que se dan un chapuzón fuera de calendario.

El fenómeno que describe la investigadora ha sido muy importante, pero no lo suficiente -por poco- para que este mes de julio se batiera la temperatura récord del mar, que data de mediados de agosto de 2016. Entonces se llegó a los 23,7º, una décima más que los que se rondaron el pasado 15 de julio. «Los niveles mínimos de salinidad se suelen registrar más avanzado el verano, por lo que de continuar esta tendencia es probable que este año se supere ese récord», subraya Somavilla.

A falta de que acabe este 2018, que de momento es el segundo con datos más elevados, la primera y tercera posición de la tabla la ocupan los años 2016 y 2014. Nunca desde que se tienen registros se habían producido temperaturas tan altas.

AL DETALLE

  • 23, 7 es la temperatura récord de la boya de Santander y data de agosto de 2016. La pasada semana llegó a 23,6º.

Consecuencias

Probablemente el bañista no tenga queja, pero que el mar cambie de temperatura puede tener consecuencias sobre las especies que lo habitan. Así lo señala Guillem Chust, técnico de Azti, centro tecnológico experto en investigación marina. «Desde 1980, las capas más superficiales del Cantábrico se están calentando unos 0,2 grados por década».

Y los datos recogidos frente al litoral vizcaíno así lo corroboran, en junio de 2017 la temperatura media del agua fue de 19,09 grados, 1,21 más que hace diez años. Los efectos de estos cambios en la fauna marina ya se están notando. Informes elaborados por Azti concluyen que la puesta de huevos del verdel se desplaza unos 16 kilómetros al norte cada diez años, una tendencia que ha quedado registrada desde 1992. Algo parecido ocurre con el chicharro, la anchoa y el rodaballo, cuyas poblaciones han emigrado a las costas de Reino Unido y Noruega. Y no son los únicos. El espadín, el abadejo, el lenguado común, el eglefino y el carbonero, se suman a una tendencia a la que no es ajena la flora, como demuestra la paulatina disminución de algas pardas.

«El aporte de los ríos franceses, más caudalosos, ha reducido la salinidad del mar»

Raquel Somavilla - Inst. Español de Oceanografía

«Especies como la anchoa o el chicharro emigran cada vez más al norte por la subida de la temperatura»

Guillem Chust - Investigador marino de Azti

Un estudio reciente concluye que de los 21 principales pescados comerciales de Europa, 16 han modificado ya su distribución. «La variabilidad en la temperatura del agua es uno de los principales factores», argumenta el experto, quien advierte asimismo de que este cambio puede obrar el efecto contrario en otras especies hasta ahora ajenas a estas latitudes y acostumbrados a nadar en espacios más cálidos, entre ellas especies tropicales como marlines o peces ballesta.

La bandera roja ondea en las playas vizcaínas de La Arena, Barinatxe y Laga

La bandera roja ondea este jueves en las playas vizcaínas de La Arena, Barinatxe, y Laga, por lo que el baño está prohibido, mientras que en los arenales de Arriatera-Atxabriribil, Bakio, Laidatxu, Toña y San Antonio luce la amarilla, por lo que se recomienda entrar en el agua con precaución.

Según han informado el Servicio Foral de Salvamento y Socorrismo de la Diputación de Bizkaia y Cruz Roja, en el resto de playas el baño es libre.

La pleamar se producirá a las 16.50 horas y la bajamar será a las 23.00 horas. La temperatura media del agua se sitúa en torno a los 20 grados y la temperatura ambiente es de 23.

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