Buitres vía satélite en Loiu

El día 29 se cumplirán tres años del incidente de seguridad más grave registrado en 'La Paloma' con buitres. Un avión de Vueling que se dirigía a París colisionó contra un ejemplar adulto poco después del despegue. El piloto tuvo la sangre fría para regresar a Loiu y aterrizar de urgencia, con un único motor. Afortunadamente, los 160 ocupantes tomaron tierra sanos y salvos. Unos meses antes, el 6 mayo de 2018, otra aeronave había chocado con un buitre joven. Algunas piezas del motor cayeron sobre un chalé de Zamudio, sin que hubiera heridos. El último percance de este tipo se produjo el pasado agosto. También hubo suerte porque el ave golpeó la carcasa de la turbina y no llegó a penetrar en su interior.

La puesta en marcha de un gran estudio para analizar qué está pasando sobre Loiu fue una de las reivindicaciones de los alcaldes del Txorierri. Las autoridades han tardado casi tres años en activar el plan. Casi el mismo tiempo que ha costado comprar el radar aviar, un dispositivo único en España y que entrará en breve en servicio en el aeródromo para intentar detectar la presencia de buitres. Su lectura podría ayudar a emitir alertas a los pilotos. El aeropuerto contará ahora con dos herramientas para hacer frente a un problema que preocupa sobremanera a las tripulaciones.

El estudio sobre buitres y seguridad aérea será posible gracias al convenio que firmaron hace dos semanas el Ministerio de Medio Ambiente, la sociedad que gestiona los aeropuertos (Aena) y la Agencia de Seguridad Aérea (Aesa). Aena pondrá el dinero y el Gobierno central tendrá que involucrar a la Diputación para coordinar el operativo.

Hay que tener en cuenta que para el marcaje de buitres hace falta capturar a varios ejemplares de una especie protegida. Según las fuentes consultadas, podrían ser entre 30 y 40. «Se pueden utilizar jaulas de gran tamaño o cañones que disparan redes», explica Álvaro Camiña, uno de los grandes expertos en aves rapaces de España. «Normalmente se utiliza comida para atraerles. Los animales no sufren daños».

Uno de los problemas que entraña la captura es que podría interferir con el tráfico aéreo. «Hay que decidir dónde se ponen las trampas. Si lo haces demasiado cerca del aeropuerto puedes causar un problema de seguridad ese día y puede que durante varios más por el efecto de atracción, al dejar carne; mientras que si lo haces muy lejos, corres el riesgo de que esos buitres no sean los que frecuentan el aeródromo y los datos recopilados no sirvan», apunta Camiña.

Cada transmisor vale 1.000 euros. Son pequeños. «Menos de un dedo índice y de solo 70 gramos». De hecho, no pueden superar el 1% del peso del animal. El dispositivo emite vía satélite. Es autónomo ya que se recarga mediante un micropanel solar incorporado y puede tener una vida útil de 7 años. «El transmisor va enganchado con una especie de arnés, como si fuera una mochila. Tiene una pieza que se va desgastando y que se termina por romper para liberar al animal una vez finalizado el estudio», apunta. ¿Y qué información aportan? «Son datos muy valiosos. Te ayudan a conocer su comportamiento y sus patrones de movimiento y alimentación».