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OLATZ HERnÁNDEZ
Sábado, 2 de diciembre 2017, 01:20
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«¿Quiere colaborar con algún artículo?». Los supermercados de Bizkaia se llenaron ayer de bolsas de plástico con comida que irá a parar a los 30.850 hogares en situación de vulnerabilidad que dependen del Banco de Alimentos. Hoy también se entregarán cientos de estas bolsas en la segunda jornada de la Gran Recogida que moviliza a más de 5.000 voluntarios repartidos en 280 supermercados del territorio.
Los compradores de El Corte Inglés se sorprendieron ayer al ver a unos altísimos voluntarios, los jugadores del Bilbao Basket Axel Hervelle y Pere Tomas. «En estas fechas es muy importante tener un gesto solidario. Ojalá que la gente se vuelque con esta iniciativa», deseaba este último. Los primeros cien donantes recibieron de sus manos entradas para el partido que el Bilbao Basket juega mañana.
Pere Tomas. Jugador del Bilbao Basket
«Siempre dono, unas veces más que otras, eso sí productos que tardan en caducar», explicaba Inés Staedtler, de 81 años. Ella vive con una de sus hijas y su economía le alcanza para la comida y la calefacción. «No tengo de qué quejarme», aseguraba, así que cuando puede tiene un gesto con aquellos que viven con menos comodidades.
Mientras unos se acercaban con la bolsa llena, María Victoria Frade preguntaba por el bono-alimento. «Todos compramos lo mismo y, de esta manera, pueden pedir lo que les haga falta cuando lo necesiten». En otra de las cajas, una mujer llenaba dos carros con 150 euros en comida. «Lo hago todos los años», decía restándole importancia.
El coordinador de la tienda, Iñaki Badiola, dirigía a los voluntarios con ojo experto. «Hace ya seis años que participo». También ha colaborado en las entregas de los alimentos: «Ves a gente normal, como tú, con la mirada clavada en el suelo y se te pone la piel de gallina», reconoce.
En El Corte Inglés había siete voluntarios y en el Carrefour de Zabalburu se arreglaban con tres. «¡Son las 11.30 y ya hemos llenado dos cajas!», presumía Carmen Zubiaga, que lucía uno de los petos azules. El ritmo era igual de frenético que en Abando.
Any, natural de Rumanía, estaba al mando de la recogida. Vive en el Valle de Mena y ayer se despertó a las cinco de la mañana para llegar puntual. «Tengo una hija de seis años y pienso en todas esas madres que no pueden dar de comer a sus críos».
María Gloria Llana era otra de las ciudadanas concienciadas. «He llenado mi bolsa con galletas y pasta. Hay que ayudar». Algunos se disculpaban por no poder colaborar: «Yo tampoco tengo nada», se encogía de hombros una mujer.
Bernardo Arroniz, vecino de Zabala, advertía de que «hay mucha gente que está sin trabajo» y reconocía que prefiere ayudar con comida. «Cuando das dinero no sabes dónde va». Bajo las letras, antaño relucientes, del Centro Comercial Zabalburu también había lugar para la solidaridad.
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