En Bilbao lo urgente es lo importante
Análisis ·
Arranca el curso en la vida municipal con el desafío de aliviar los estragos inmediatos que deja la pandemia y, al tiempo, dar vida a los grandes proyectos a los que se fía el futuroEstamos ahora en Bilbao en un momento en el que lo urgente es lo importante, y lo importante es lo urgente. Lo primero y más ... inmediato es paliar los efectos de la crisis. Y es una misión también vital porque las persianas que se bajen va a ser difícil que vuelvan a levantarse. Está en juego la supervivencia de parte del tejido comercial y hostelero, sin el que no hay ni vida en las calles ni actividad económica ni identidad bilbaína. Pero es que, además, lo más importante de cara al futuro también es urgente: impulsar los grandes proyectos de ciudad. Las urbes de tamaño medio están compitiendo por atraer inversiones, por reinventarse, y llegar tarde a la carrera sería fatal.
Así arranca el nuevo curso en el ámbito municipal, con desafíos en todas direcciones. La incertidumbre, claro, se da por descontada: habrá que ver cómo se comporta el virus tras el relax estival, si surgen nuevas variantes... Al margen de imponderables, el Ayuntamiento va a tener que continuar con sus políticas de ayuda tanto a las empresas como a las familias, vapuleadas por el desastre económico que acompaña al sanitario. De hecho, el gobierno municipal ya ha anunciado que de cara a 2022 mantiene la congelación de las tasas y la exención de ciertas cargas como las que gravan la terrazas de bares y restaurantes. Habrá que ver si hay reedición del Plan Bilbao Aurrera, diseñado para desplegar sus efectos, esencialmente, en el primer semestre del año. Se había planteado ese horizonte temporal cuando la previsión era que, finalizado el estado de alarma, en mayo, las cosas estarían encarriladas. Pero se ha visto que no. El Consistorio deberá decidir si vuelve a impulsar medidas como, por ejemplo, las ayudas directas para los negocios más castigados por las restricciones pandémicas. Lo que sí está previsto son nuevas campañas de estímulo al consumo este otoño mediante bonos tanto para el comercio, como para la hostelería, la cultura y el turismo.
Al mismo tiempo que se recetan lenitivos para el estropicio más inmediato hay que seguir dando pedales en los grandes proyectos. Con una población cada vez más envejecida Bilbao requiere traer jóvenes por dos vías: la consolidación como ciudad universitaria atrayendo centros docentes, y la implantación de empresas que den trabajo a quienes se gradúen. En realidad, todas las ciudades medianas están en lo mismo. Y ahora es un momento esencial porque tras el frenazo del último año y medio hay muchas inversiones aplazadas que buscan acomodo. Así de urgente es resultar atractivos desde ya.
En ese cometido juega un papel relevante Zorrozaurre, donde hay que seguir con la urbanización de las puntas norte y sur pero, sobre todo, encontrar empresas y universidades con ganas de implantarse en la isla. Esto es una asignatura pendiente. En el resto de la villa hay proyectos estratégicos largamente esperados que comenzaron a asomar la cabeza en plena pandemia, como el desarrollo de Artxanda -que tiene aún aspectos por definir- o la recuperación de la ría para el ocio, la actividad económica o incluso el transporte de personas. Luego está lo del soterramiento de Abando vinculado con el TAV, un drama de décadas con el que ya llevan arrancando muchos cursos y que resulta desesperante.
Por el lado político no hay a la vista muchos sobresaltos. La aplastante mayoría de la coalición PNV-PSE (suman 19 de los 29 concejales del Ayuntamiento) da una tranquilidad casi desconocida al gobierno municipal, que pasado el ecuador del mandato apenas nota la presión de la oposición. También es cierto que con la crisis del covid no ha sido el mejor escenario para alimentar disputas políticas, sino para arrimar el hombro. En esto Bilbao sí ha sido ejemplo. Queda por ver si ahora, con el arranque del curso, regresa también el debate político.
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