Bilbao renuncia a tirar más de 200 viviendas en los barrios altos y mejorará sus accesos
Vecinos de Betolaza, Zurbaranbarri y Altamira rechazan los realojos que plantea el Ayuntamiento, pero se beneficiarán de obras en carreteras y rampas mecánicas
La renovación del barrio bilbaíno del Peñascal es una de las operaciones de regeneración urbana más importantes de Euskadi. Se derribarán 320 casas sin ... accesos adecuados y se construirán 292 pisos nuevos en una intervención que se espera que culmine dentro de diez años, con un presupuesto que ronda los 60 millones y que sufragarán de forma conjunta el Gobierno vasco y el Ayuntamiento.
Los responsables municipales han tratado de extender este modelo a otros barrios de Betolaza, Zurbaranbarri y Altamira, y se han reunido con vecinos de la periferia de la ciudad. La idea era declarar fuera de ordenación determinados bloques que cuentan con accesos complicados en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana. Se planteó el derribo de más de 200 viviendas a las que era difícil llegar y el posterior realojo de los vecinos en bloques de protección más accesibles. Los vecinos fueron quienes decidieron con qué opción estaban de acuerdo y al final, al contrario que en El Peñascal, han preferido que el Ayuntamiento realice intervenciones sin derribos o con las demoliciones imprescindibles y otro tipo de mejoras, como obras en carreteras y accesos mecánicos. «No hay partida presupuestaria, pero es un compromiso que asumimos para esta legislatura», explicó el edil de Urbanismo, Asier Abaunza.
El Ayuntamiento planteaba una intervención de grandes dimensiones en Betolaza. Los vecinos vivían desde 1995 con la angustia de saber que su forma de vida tenía fecha de caducidad. El Plan General en vigor, aprobado entonces, condenó a la piqueta las viviendas, dejándolas fuera de ordenación. Preveía sustituir las casitas y realojarles en bloques. Pero los vecinos de Betolaza se negaron en redondo. Así que el Ayuntamiento está a punto de legalizar el barrio por completo, con el apoyo de todos los grupos políticos. Las casas pasarán a estar en suelo urbano consolidado, excepto la última, la situada más arriba, que pasará a ser como cualquier otro caserío. Los vecinos llevaban años quejándose de vivir en la «provisionalidad». El avance del nuevo plan también preveía su realojo y el derribo de sus casas. Así que presentaron una enmienda al pleno para revertir el futuro de las 106 viviendas que se sitúan entre los números 57 y 127 del barrio.
El Ayuntamiento propuso cuatro alternativas: el derribo de las 106 viviendas y construir 140 en su lugar para realojos, la demolición de 74, de 14 o dejar todo tal cual está. El concejal de Urbanismo, Asier Abaunza, expuso que «se mejorará el principal vial de acceso» y también se darán ayudas para obras de accesibilidad que emprendan, ya que el barrio se compone de «terrenos privados». Siguiendo con la forma de actuación que se adoptó en Masustegui primero, y luego en Monte Caramelo, el Ayuntamiento aprobará en septiembre una modificación puntual urbanística definitiva para «legalizar» todo el barrio.
Las casas de Betolaza, hasta ahora fuera de ordenación, pasarán a estar en suelo urbano consolidado
Con expropiaciones
En Zurbaranbarri, los vecinos de Landetabidea iban a ser los protagonistas de otra importante operación. Entre Zumaia y Vía Vieja de Lezama hay varios bloques que «carecían de soluciones» de accesibilidad. El Ayuntamiento planteó varios escenarios hace un año: el más drástico era el derribo de 111 viviendas y edificar en su lugar un edificio alargado con 180 pisos para generar nuevos espacios públicos, con comercios en los bajos y dos ascensores en los extremos. «Tras el proceso de participación se adoptó el criterio de mantener dentro de ordenación prácticamente la totalidad de las viviendas», explica Abaunza. Ahora solo se dejará fuera de ordenación y derribará el bloque del número 5 de Zurbaranbidea. Sus cinco pisos serán expropiados y sus inquilinos, realojados. A cambio, el Ayuntamiento mejorará la accesibilidad en el barrio con «un proyecto de mejora de los accesos rodados a los diferentes edificios, tanto de obra como mediante un elemento mecánico» para resolver la accesibilidad desde la calle Zumaia hasta los edificios situados en la cota más alta.
La otra zona de regeneración es Altamira. La barriada de Arestizabala, también conocida como la Campa, tiene grandes necesidades, aunque los planes municipales para la zona siempre habían tropezado con las críticas vecinales por la necesidad de expropiar terrenos y derribar bloques. Construido en la ladera entre Altamira y la carretera Basurto-Castrejana, el Plan General de 1995 contemplaba la construcción de varios viales que facilitasen el acceso de los vehículos de emergencia, pero eso suponía la expropiación y derribo de viviendas y no llegó a ejecutarse porque levantó una gran polvareda.
Los residentes suelen acceder a sus viviendas subiendo escaleras -hasta la mitad de la ladera son 144, y para llegar hasta el Camino de Cobetas, 284-, aunque la mayoría pueden subir por la carretera y desde allí bajar a sus casas. En los 48 bloques de entre 3 y 6 alturas residen unos 500 vecinos que fueron comprando las fincas en los años 50. El Ayuntamiento se planteaba derribar un puñado de viviendas, una docena de pisos, aunque finalmente no lo hará. La solución será ejecutar viales transversales en la ladera que seguirán las curvas de la colina. «No se tirará ningún bloque, aunque deberemos realizar expropiaciones porque la mayor parte de los terrenos son privados, y se instalará un elemento mecánico desde la carretera Basurto Castrejana».
El Ayuntamiento sostiene que la urbanización del barrio ha estado sobre la mesa durante años, y que si no se ha ejecutado es porque los vecinos se rebelaron contra una propuesta que contemplaba varios derribos. En Altamira, donde Bilbobus llega hasta arriba, acordaron con los vecinos un proyecto de accesibilidad que combina rampas de obra con elementos mecánicos para dar accesibilidad al barrio hasta Kobetabidea.
El antecedente
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320 casas sin accesos se derribarán en El Peñascal, una de las operaciones de regeneración urbana más ambiciosas que contempla Bilbao y en la que se invertirán 60 millones.
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