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Hay cinco zonas de Bilbao que superan con creces los niveles de ruido fijados por ley en 55 decibelios entre las once de la noche ... y las siete de la mañana. Áreas en las que se concentra un gran número de locales de ocio y de personas con ganas de juerga generando un perjuicio a los vecinos. El mapa de ruido asociado al ocio que el Ayuntamiento encargó hace un año para identificar los espacios más afectados por la contaminación sonora y establecer una serie de «medidas correctivas» señala, sin grandes sorpresas, Uribitarte, Ledesma, Pozas, Somera y Barrenkale como las calles con mayor jaleo nocturno y que más interfieren en el derecho al descanso.
El estudio publicado ayer analiza la realidad acústica de la ciudad prestando especial atención a las calles donde más complicado es conciliar el sueño. Lo que muestran los datos es que en algunos puntos de las cinco zonas mencionadas, el zumbido nocturno puede llegar a ser insoportable. En Uribitarte, hay áreas donde el sonido supera los 70 decibelios. Algo que también ocurre en Ledesma, en la calle Licenciado Poza, Barrenkale o Somera. En estas últimas dos vías los niveles de ruido que sufren los bilbaínos ascienden incluso a los 80 decibelios, una intensidad de sonido muy elevada y que llega a ser perjudicial para la salud.
El objetivo del mapa no es tanto identificar las zonas, fácil de reconocer por el Consistorio, sino analizarlas y diseñar medidas para reforzar el control del ruido en zonas de bares y en los puntos donde los chavales hacen botellón. Una de las principales acciones que plantea el estudio municipal es declarar una Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE) en toda la ciudad que incluya un Plan Zonal para «regular» el ruido derivado por el ocio en el municipio, contemplando las molestias que provocan las aglomeraciones durante la noche. Hasta ahora el Ayuntamiento contaba con un plan de especial protección dedicado exclusivamente a las molestias que genera el tráfico, pero ahora lo actualizará para incorporar también las acciones a llevar a cabo para mitigar el efecto nocivo del ocio nocturno.
El informe recoge asimismo la insonorización de los locales, aumentar las zonas verdes o realizar controles específicos para disminuir el impacto acústico. Es decir, desarrollar «campañas de registros continuos» para evaluar y vigilar los espacios que concentran más quejas ciudadanas. Por otro lado, el plan de acción baraja desarrollar campañas informativas, colaborar con los hosteleros para adaptar las prácticas comerciales a los objetivos o definir planes específicos para cada área.
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