Bilbao adjudica 36 pisos a familias que se han comprometido a rehabilitarlos
El programa municipal de vivienda colaborativa busca agilizar los procesos y compensa la inversión con rebajas en el precio del alquiler
Bilbao ha estrenado este año su programa de vivienda colaborativa y hasta el momento ha adjudicado 36 pisos municipales a otras tantas familias mediante este ... mecanismo. Consiste, esencialmente, en que los nuevos inquilinos se comprometen a llevar a cabo la reforma del inmueble por sus propios medios. Lo que se gasten en ese proceso será compensado en los próximos años con rebajas en el precio del alquiler.
¿Por qué el Ayuntamiento ha decidido echar mano de este sistema? La concejala de Vivienda, la socialista Yolanda Díez, explica que tras la marcha de unos inquilinos de los pisos municipales «tardamos meses en poner al día las casas; hay que revisar baños, cambiar cocinas...». Contando con que la Administración tiene unos ritmos poco ágiles en sus tramitaciones, el proceso se alarga bastante.
135 familias
se han mostrado interesadas en participar en el programa de vivienda colaborativa.
«Con el programa de vivienda colaborativa se acortan plazos» porque son los nuevos inquilinos quienes se hacen cargo de esa reforma por sus propios medios. La iniciativa va dirigida a personas jóvenes, de menos de 35 años, que lleven al menos 24 meses empadronados en Bilbao y que estén inscritos en Etxebide demandando piso en alquiler. La unidad convivencial debe ser de entre uno y cuatro miembros. Y sus ingresos deben superar los 21.000 euros.
Con este programa se facilita que «con una pequeña inversión» y a menudo con el trabajo de los propios inquilinos entrantes -que reduce el precio de la factura- se dota de más agilidad al sistema y se exime a la Administración de enredarse en reformas impersonales; es decir, mejor dejarlas en manos de quienes van a vivir en estos espacios, que ya saben ellos lo que quieren.
Un parque de 4.000 pisos
Según detalla la concejala, en lo que va de año se han adjudicado en la ciudad un total de 36 viviendas dentro del programa de vivienda colaborativa. En total, «se apuntaron a él 135 familias», según dice Díez. Matiza, eso sí, que quienes muestran interés en este sistema no están obligados a aceptar el primer piso que sale al mercado. Claro, han de ver si les cuadra la zona, el inmueble, etcétera. «La negativa no penaliza», aclara.
Por supuesto que se trata de una iniciativa modesta si se tiene en cuenta que Viviendas Municipales cuenta con un parque de más de 4.000 pisos en Bilbao destinados a alquileres baratos. Pero supone un nuevo modo de funcionar que podría ganar protagonismo en el futuro. De momento, el ánimo del gobierno municipal es que el programa de vivienda colaborativa movilice «cincuenta viviendas al año», revela la concejala.
Hay una pregunta: ¿Por qué a alguien le va a interesar hacerse cargo de una reforma con todas las penalidades que eso supone pudiendo esperar a que se encargue de ello el Ayuntamiento? Yolanda Díez apunta varios motivos: «Porque la persona tenga urgencia por acceder a un piso, porque es manitas y se haga cargo de parte del trabajo, porque le interese la zona en la que sale...».
Estíbaliz Martín (de 26 años), Unai Iglesias (32) y su pequeño Luca conforman una de las familias que han accedido a un piso que van a reformar por su cuenta. El inmueble está en la calle Burgos, en Deusto. «Nos ofrecieron entrar en el programa, visitamos el piso, nos pareció bien y nos hemos lanzado». La pinta de la casa no era buena, claro, porque acusaba el uso y el paso de los años. «El edificio era de los 50 o los 60 y lo único que habían hecho los inquilinos anteriores era pintar». Les compensa llevar a cabo todo este trabajo por su cuenta porque «estábamos pagando bastante en el sitio donde vivíamos antes (700 euros por un piso en Arangoiti) y además el dueño no nos dejaba adaptar un cuarto para el bebé».
«Aunque hacemos obra 'low cost' con la ayuda de amigos, el presupuesto se nos ha duplicado»
Imprevistos y ambiciones
No ha sido un trabajo fácil. «Hemos sacado 180 sacos de escombros porque hemos tirado tabiques; también hemos cambiado el sistema eléctrico, que era muy antiguo; y hemos bajado los techos». El tajo ha sido intenso pero también ha tenido una naturaleza colaborativa o, dice Unai, 'low cost', «porque nos están ayudando los amigos».
Lo que tiene en común esta reforma con cualquier otra es que siempre acaba costando más de lo inicialmente previsto. «Empezamos pensando en 5.000 euros y va a subir a más de 10.000». Una inversión que se irá compensando con una reducción de la renta del 50% el primer año y, en los siguientes, hasta siete, con un descuento máximo del 80%.
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