Quién es quién en la Basílica de Begoña
Un puñado de personas en nómina y voluntarios se ocupan cada día del buen funcionamiento del templo
El rincón de la Basílica que más le gusta a Enrique Franco, conocedor, como sacristán que es, de todos los entresijos del templo situado en ... la colina de Artagan, no es uno solo, «depende del momento», dice ante la acogedora presencia de la Amatxu de Begoña. EL CORREO encuentra a este hombre inquieto y vivaz postrado en su silla en un improvisado espacio de oficina habilitado en la inusualmente enorme sacristía. Su teléfono suena sin parar y hay personas que aguardan para hablar con él tras la misa de las nueve de la mañana.
«Aquí se presenta mucha gente a la que yo llamo los invisibles, que son los que realmente necesitan ayuda pero nadie ve. Gente que ha salido de la guerra de Siria a los que van a desahuciar, personas que van a pasar hasta seis años de cárcel por acumulación de hurtos en supermercados, víctimas de violaciones de casos que no trascienden... No figuran en ningún sitio porque viven en habitaciones y sus caseros no los quieren empadronar. Aquí no hacemos milagros, pero sí tratamos de devolverles la dignidad. Esta debería ser la labor de cualquiera que se sienta cristiano o que tenga un mínimo de ética. Aunque la Basílica sea más nombrada por las celebraciones multitudinarias de la Virgen y por las veces que vienen los jugadores del Athletic a mostrar su devoción, aquí pasan estas cosas», subraya.
«Todos hacemos de todo»
Antiguo empleado en una empresa de artes gráficas, Enrique Franco ayuda también en las labores de cuidado y limpieza de la iglesia y se encarga además de preparar todo lo necesario para las eucaristías (encender luces, preparar formas, rellenar las pilas...). Es también quien abre y cierra las puertas. Padre de tres hijos, pronto se titulará como diácono permanente (podrá oficiar funerales, por ejemplo). Él es, junto con el párroco titular, Eusebio Pérez, profesor en la Universidad de Deusto, una de las cabezas visibles de la parroquia.
Con ellos están cada día un puñado de personas; algunas en nómina, laicos voluntarios, religiosas y curas jubilados. «Lo que ocurre en realidad es que todos hacemos un poco de todo. Hasta de electricistas si hace falta. Hoy, por ejemplo, me ha pedido una catequista que le sustituya», observa el primero. «Acabamos de tener inundaciones y tenemos un jaleo de cuidado, por una obra que hay fuera en la calle. Aquí hay una actividad continua, tanto celebrativa como pastoral, afortunadamente hay mucho bullicio», advierte Eusebio.
Hay quien tiene funciones más definidas, como Miriam Cepeda, grado superior de órgano, que toca desde hace casi dos décadas con mimo las teclas de marfil y saca los registros del fastuoso órgano que acompaña la vida del santuario desde 1884. Y Yolanda, a quien vemos atendiendo por las mañana en «la tiendita» de la entrada y haciendo la limpieza. «Viene mucha gente a comprar biblias, rosarios, imágenes de santos, anillos de la Virgen...». «Lo que han sufrido los bancos de madera del templo con el gel hidroalcohólico, la pintura de la madera se ha dañado», indica
«Aquí por fortuna hay bullicio todos los días, señala el párroco titular, Eusebio Pérez
José María Ortuzar, empleado de banca jubilado, es el contable. Lleva al banco y a la caja de compensación los donativos y las colectas, se ocupa de gestionar y contabilizar los ingresos y gastos y presenta las cuentas anualmente a la Diócesis. También se encarga de las declaraciones con Hacienda. «Los sacerdotes no estudian contabilidad en el seminario», comenta.
Inmaculada Gallastegi, Marian Elorrieta y María Jesús Uriarte son las lectoras de la primera lectura, el salmo y la segunda lectura en la misa matutina de los martes, que es en euskera vizcaíno. No es fácil encontrar fieles que dominen el euskera y estén dispuestos a leer ante otros. Además de leer con fluidez y vocalizar correctamente, deben conocer los tiempos litúrgicos. «Leer en misa es un honor, no un derecho», dicen casi al unísono. Y a Javier Ugalde le corresponde pasar las diapositivas para que los fieles lean desde su sitio la letra de las canciones. «Me coloco en la segunda fila y paso las filminas con un mando», señala. Ugalde, que ha sido psiquiatra y ahora tiene 66 años, empezó a estudiar euskera hace ocho. «Decidí venir todos los días a misa de euskera para practicar. Un día me propusieron colaborar y aquí estoy», dice.
Quién es quién
1. Eusebio Pérez: Párroco titular. También es profesor en la Universidad de Deusto.
2. José Mari Ortuzar: Es el contable. Recoge los donativos y las colectas, lleva las cuentas y las presenta a la Diócesis.
3. Miriam Cepeda: Organista.
4.Yolanda. Limpia el templo y atiende en la tienda en horario de mañana y tarde.
5. Enrique Franco: Sacristán. Padre de tres hijos, se forma para ser diácono permanente. Podrá oficiar funerales.
6. Javier Ugalde: Es el encargado de pasar las diapositivas, la 'chuleta' para que los fieles sepan la letra de las canciones.
7. Marian Elorrieta, 8. María Jesús Uriarte y 9. Inma Gallastegi : Lectoras de la misa de euskera vizcaíno que se celebra los martes, que se retransmite por la radio.
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