Balmaseda brinda al viento en la Fiesta de la vendimia
La celebración de Bizkaiko Txakolina reúne en la villa encartada a ocho bodegas en una jornada enogastronómica con catas, maridaje y música
Dice el soneto dedicado por León Felipe a la villa encartada, en la que vivió dos años, que Balmaseda es un lugar «donde eternamente cae ... el agua a manta». Este domingo llovió, aunque no tanto como da a entender el poema. A cambio, sopló un viento fuerte que afectó en más de un momento a la cartelería y los puestos de las ocho bodegas vizcaínas que presentaban sus mejores caldos en la Fiesta de la Vendimia de Bizkaiko Txakolina. Aunque resultó a ratos incómodo, y hasta causó algún sobresalto con una sombrilla voladora, las hojas doradas de los árboles arrastradas por el viento le dieron un aire otoñal muy bonito al jardín del Palacio Horcasitas, que se transformó por un día en el epicentro de la enología vasca.
Organizada por Enkartur en colaboración con el Ayuntamiento balmasedano y la Denominación de Origen Bizkaiko Txakolina, la celebración. abierta al público, se planteaba como «una experiencia enogastronómica única que fusiona tradición y sabores locales, con la nueva cosecha a punto de llegar». Esto es, buen beber y buen comer, todo armonizado con maridaje y música.
Tras el aurresku de rigor, la fiesta comenzó con un prensado de uva, labor tradicional transformada para la ocasión «en un ritual, un reflejo de nuestra tradición», como dijo en el brindis de apertura Iñaki Suárez, director técnico del consejo regulador de la denominación de origen (DO) Bizkaiko Txakolina.
Bodegas ejemplares
Hablar de txakoli «no es sólo hacerlo de una palabra, es hablar de una cultura, de una historia, de una tradición, de algo que de alguna manera nos representa a todas y a todos», reivindicó, para destacar a continuación la calidad de las bodegas encartadas, gran parte de las presentes en la fiesta de este domingo, «bodegas ejemplares, productores y productoras ejemplares, que hoy están acompañadas por otros productores del territorio». Las bodegas participantes en la fiesta fueron Magalarte (Lezama), Bodega Talleri Berria (Morga), Txa Txabarri (Zalla), Bodegas Virgen de Lorea (Zalla), Bodegas de Galdames (Galdames), Bodega Gure Ahaleginak (Leioa), Txakoli Txurruta (Sopuerta) y Txakoli de Bringas (Carranza).
La celebración fue de menos a más. Balmaseda está en plenas fiestas de San Severino y la noche del sábado había sido potente, por lo que la presencia del público local fue creciendo poco a poco a medida que avanzaba la fiesta. Era interesante hablar con bodegueros, asistentes más o menos casuales y catadores de nivel, porque todos coincidían en los mismos temas, más allá del veredicto común sobre las bondades del txakoli vizcaíno: su «impresionante evolución desde los años 80» –frase oída varias veces– que lo ha puesto a la altura de los mejores vinos a nivel internacional, la preocupación por el cambio climático y –los más técnicos– el mildiu, un patógeno cuyo ataque puede derivar en defoliación prematura y en vinos ácidos o de mala conservación. Coincidieron en comentar los tres aspectos el bodeguero José Domingo Txabarri, de la bodega Txakoli Txa Txabarri, de Zalla, y el catador Javi Calzada, de la web laguiadeltxakoli.com. El primero, además, insistió en destacar «el apoyo del consumidor, que ha sido constante durante todos estos años. Es el que ha sabido apreciar nuestra evolución y la calidad del txakoli de Bizkaia».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión