El aumento de la afición náutica desborda al sector y deja a Bizkaia sin stock de barcos

Ignacio Lejarza, responsable de Barco de Papel Náutica, empresa de Getxo dedicada al comercio de embarcaciones, calcula que «la demanda ha subido un 60 o un 70% y la venta un 40%» desde 2020. El fenómeno no solo sucede aquí, es «generalizado», y está lastrado por la «paralización» durante «casi dos años» de los astilleros, que estaban «en mínimos» por la pandemia y «ahora no dan abasto».

Los plazos de entrega, en algunos casos, superan «los dos años». «Hay gente que compra en los salones náuticos, que son después del verano, y piensan que lo van a tener para Semana Santa, pero no. Y tampoco para el verano, ni para el siguiente», aclara. Así que se dirigen al mercado de segunda mano, donde «no hay barcos que tengan poco tiempo y estén más o menos bien».

El sector «cayó a lo bestia» tras la crisis de 2008, por lo que apenas se encuentran embarcaciones seminuevas. Solo desde 2018, cuando el mercado comenzó a recuperarse, se han matriculado 1.057 barcos de recreo en Bizkaia, más que en los ocho años anteriores (953). De ahí que la flota esté «envejecida» y el comprador se enfrente a que «el barco nuevo no tiene plazo de entrega y el de segunda mano, hay muy poco que no sea viejo».

En ambos casos, además, afirma Lejarza, «han subido los precios». Los astilleros antes «tenían que hacer ofertas» para deshacerse de todo el stock. Y en la segunda mano, «iban bajando hasta que se lo compraban». Ahora no hace falta, porque tanto unos como otros encuentran propietario «rápido»: «El que quiere un barco, lo paga».

Esas dificultades para adquirir un navío han movilizado a los clientes hacia las empresas de chárter, clubes de vela... Solo en los dos primeros años de pandemia, estos negocios matricularon en Bizkaia 139 embarcaciones. Y están, aseguran, «a tope». «Tenemos cuatro barcos y en verano no llegábamos a todo. Intercambiábamos salidas con la competencia. Haz tú esta, tú esta otra...», afirma Roberto Santos, quien ha estado durante décadas al frente de la Escuela Náutica Arriluze.

En La Mar en Calma, negocio abierto hace más de una década en Santurtzi, corroboran que «el alquiler ha subido tranquilamente un 40%». Y también los interesados en apuntarse al club de vela, con tres barcos y donde «hay lista de espera». «Son cosas que hace tres o cuatro años eran impensables», señala Mikeldi, trabajador de la firma. El aumento es generalizado en prácticamente todos los frentes del sector. Antes de este estallido de afición, «unas 400 o 450 personas participaban en cada examen para patrón de barco. Ahora son 900», indica. Desde 'nuevos' marinos hasta «el aitite que tenía una embarcación en el puerto, que llevaba años sin tocarse, y se vuelve a sacar la titulación».

Ese aitite al que se refiere Mikeldi también tiene que renovar el permiso de circulación, algo que se hace cada cinco años. «En el tema de gestoría náutica el subidón ha sido brutal», confirma Luis García, responsable de estos trámites en Electricidad y Sistemas Marinos. Además de los permisos, lo que ha copado el papeleo han sido «las transferencias de propiedad». Y tiene la sensación de que «este año ha habido un aumento muy grande» en los traspasos. La empresa, cuya actividad principal es la reparación y venta de repuestos, ha visto cómo «el movimiento normal, que es arreglar embarcaciones, ha crecido».

La Inspección Técnica de Barcos es otra de las áreas que permite pulsar la situación del sector. Roberto Santos asegura que ese servicio se ha duplicado. «De entre 15 y 20 al mes he pasado a hacer 35 o 40», contabiliza. Y también aprecia ese aumento en los cursos de formación. Antes los daba él solo; con la pandemia ampliaron la plantilla a «cuatro personas».

Eduardo Santamarina, director deportivo del Real Club Marítimo del Abra-Real Sporting Club, destaca el «aumento de gente que se está haciendo socia del club». Disponen de servicios como venta de motores, arreglos de barcos, tiendas de electrónica y material... en las que no falta el trabajo. Aunque, reconoce, ahora «el tema náutico está muy complicado», porque «la mayoría de motores se fabrican en China, y nosotros, por ejemplo, para uno grande hemos estado esperando de noviembre a mayo».

Donde han notado cierta normalidad, después del «boom» de 2020 y 2021, es en la escuela de vela, abierta a todo el mundo, sea socio o no del club. «Fue bastante masivo, pero estamos volviendo a las cifras anteriores, con un centenar de niños a la semana», detalla.